Ignacio Ortega,Moscú, 23 sep (EFE).- La rusa María Lasitskene no sólo es la mejor saltadora de altura del mundo, sino la única atleta rusa en activo que se ha atrevido a alzar la voz contra el dopaje en su país. Cree que la federación rusa cierra los ojos ante los auténticos culpables del ostracismo del atletismo ruso y teme que eso le cueste la gloria olímpica. ,“En Rusia debe haber atletas y entrenadores limpios. No he visto una clara mejoría en el atletismo ruso en estos cuatro años. Estoy ha
Ignacio Ortega
Moscú, 23 sep .- La rusa María Lasitskene no sólo es la mejor saltadora de altura del mundo, sino la única atleta rusa en activo que se ha atrevido a alzar la voz contra el dopaje en su país. Cree que la federación rusa cierra los ojos ante los auténticos culpables del ostracismo del atletismo ruso y teme que eso le cueste la gloria olímpica.
“En Rusia debe haber atletas y entrenadores limpios. No he visto una clara mejoría en el atletismo ruso en estos cuatro años. Estoy harta de competir sin bandera ni himno”, aseguró a Efe en una entrevista en las instalaciones atléticas “Saliut Gueraklión” de Moscú.
Lasitskene, gran favorita al oro en los Mundiales de Doha, está cansada de promesas vacías en la lucha contra el dopaje y de que le digan que se limite a “callar y saltar”.
“Hay que dedicar todas las energías al restablecimiento de nuestros derechos. ¿Pero de qué restablecimiento podemos hablar si éste no es real? Al menos, yo no veo que lo sea”, asegura.
Sus críticas van dirigidas al presidente de la Federación Rusa de Atletismo (FRA), Dmitri Shliajtin, al que acusa de reaccionar tarde, mal y nunca a las demandas del presidente de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), Sebastian Coe, de quien depende que Lasitskene y sus compañeros de selección compitan en Tokio 2020 o sigan excluidos como ocurriera hace cuatro años en Río.
La saltadora cree que la reciente decisión de la FRA de retirar la licencia a aquellos entrenadores implicados en el dopaje llega con cuatro años de retraso.
“¿Por qué no lo hizo (Shliajtin) cuando llegó a la federación? Es lo primero que había que haber hecho y lo hacen ahora, cuatro años después de la sanción y a falta de un año para los Juegos”, lamenta.
De hecho, cree que dicha medida es una respuesta a la carta abierta que ella escribió hace varios meses en las redes sociales y que causó un gran revuelo, ya que pedía la renuncia de los actuales dirigentes del atletismo nacional.
“Todo ocurrió porque hablamos. Me temo que si no lo hubiéramos hecho, no hubiera ocurrido nada”, comentó.
En dicha carta pidió a los funcionarios implicados en la “interminable vergüenza” que dimitan, a los entrenadores “convencidos de que sin dopaje es imposible ganar” que se retiren y consideró “inoportunas” las afirmaciones de que “todo el mundo" se dopa.
“No lo lamento. No fue una reacción instintiva. Es mi postura desde 2016. ¡Ya basta! Había que hacerlo. Ocurren tantas cosas y nadie responde a nada. No hay respuestas, solo preguntas”, comenta ahora.
Sus excepcionales resultados le permiten ser “independiente”, aunque cree que “muchos” piensan como ella, pero no se atreven a decirlo en público.
“Unos tienen miedo y otros ... no lo necesitan (denunciar el dopaje). Nosotros no instamos a nadie a una revolución. No queremos provocar una revuelta. Pero lo que ocurre ahora no sólo me afecta a mí, sino también a las próximas generaciones”, apunta.
Sus denuncias le han costado una fuerte reprimenda de la FRA y las críticas en las redes sociales, donde algunos la han acusado de allanar el camino para cambiar de ciudadanía después de casarse con un ruso de origen lituano (su anterior apellido era Kúchina).
“No debemos tener miedo. Dije lo que pensamos. Y si a alguien no le gusta, también a mí hay cosas que no me gustan. La Federación es una institución pública. Debe ayudarnos, no reñir, ni condenar, ni castigar a los deportistas por lo que dicen”, responde.
Y es que a “Masha” se le hace cada vez más cuesta arriba competir como atleta neutral y tiene cada vez menos deseos de dar la vuelta al estadio cada vez que gana, ya que no puede envolverse en la tricolor rusa.
“Se me hace muy duro y cada competición que disputo es más duro todavía. Cada vez quiero marcharme antes del estadio. No acabo de acostumbrarme. Es desagradable. Quiero ver la bandera de mi país. Tengo una reputación intachable”, insiste.
En este asunto, Lasitskene cuenta con el pleno respaldo de su entrenador, Guennadi Gabrilián, quien admite que si Lasitskene no puede luchar por el oro en Tokio eso sería un imborrable lunar en su brillante carrera que le acompañaría como una maldición el resto de sus días.
“Hay que crear una nueva generación de deportistas que se sometan a 10-20 pruebas antidopaje al año, tanto cuando entrenan como cuando descansan”, comentó a Efe.
Y es que, pese a que ha dominado la disciplina con autoridad desde 2015 con dos títulos mundiales al aire libre y otros tantos en pista cubierta, Lasitskene no se sentirá satisfecha hasta que compita en los Juegos Olímpicos.
“Todas las temporadas desde 2016 son una preparación de los Juegos. Y ésta temporada aún más, ya que Tokio está cada vez más cerca”, asegura.