Carlos de Torres,Sabaya (Bolivia), 29 sep (EFE).- Las 6 expedicionarias del Reto Pelayo Vida Andes 2019 contarán para sus ascenso al Nevada de Sajama (2642 metros) con la dirección de la asturiana Rosa Fernández (Cangas del Narcea, 1960), nada menos que una de las grandes alpinistas españolas, con 6 "ochomiles" y las '7 Cumbres' en su palmarés.,Una mujer luchadora y soñadora, nacida en Cangas del Narcea hace 59 años que si fuese atleta sería especialista en 3.000 metros obstáculos. La vida se lo
Carlos de Torres
Sabaya (Bolivia), 29 sep .- Las 6 expedicionarias del Reto Pelayo Vida Andes 2019 contarán para sus ascenso al Nevada de Sajama (2642 metros) con la dirección de la asturiana Rosa Fernández (Cangas del Narcea, 1960), nada menos que una de las grandes alpinistas españolas, con 6 "ochomiles" y las '7 Cumbres' en su palmarés.
Una mujer luchadora y soñadora, nacida en Cangas del Narcea hace 59 años que si fuese atleta sería especialista en 3.000 metros obstáculos. La vida se los ha planteado, pero a base de órdagos ha superado un cáncer de mama y ha escalado 6 "Ochomiles": Everest, Gasherbrum II, Makalu, Kangchenjunga, Lhotse y Manaslu, además de las 7 cimas más elevadas de cada continente.
Rosa fue expedicionaria del I Reto Pelayo que ascendió el Kilimanjaro en 2015, ahora dirige al grupo de mujeres que aspiran a conquistar el Nevado Sajama, el techo de Bolivia con 6.542, la próxima semana.
"Aquel Reto fue algo distinto porque siempre iba sola a las expediciones y esa vez se trataba de un trabajo en equipo, además por una causa que para mi supuso un antes y un después. Fui más motivada que a un ochomil".
Rosa empezó en la montaña en 1997, siendo un reclamo para que un grupo masculino consiguiera ayuda para una expedición al Gasherbrum II. Se consiguió el dinero y con 37 año se bautizó en alta montaña, dejó una tienda de bicicletas en Oviedo y un salón de belleza para centrar sus sueños en las cumbres
Una tentativa fallida al Sisha Pangma le hizo pensar en el Everest, donde se fue sola. Sus amigos no tenían dinero, pero ella lo buscó y lo encontró. Su padre no se rascó el bolsillo, pero para algo en tenía una abuela que le ayudó, pensando que dormiría bajo las estrellas.
En la primera intentona del Everest no tuvo éxito, pero aprendió "más que nunca", ya que volvió convencida de que podía lograrlo. Y volvió para estrenar la cima por la cara norte en esa temporada. Antes habló con el exciclista profesional Chechu Rubiera y montaron una cena subasta la que acudieron paisanos ilustres como Fernando Alonso, Samuel Sánchez o Manuel Busto.
Cada uno cedió algún objeto o prenda deportiva y en la cena, a la altura del postre, Rosa ya tenía el dinero para marcharse a buscar la gloria en el techo del mundo.
Mujer de desafíos, aceptó el lanzado por su hija Noemí para conquistar las "7 Cumbres". Entre 2006 y 2007 subió al Aconcagua (América del Sur), Elbrus (Europa), la Pirámide de Carstenz (Oceanía), el McKinley (América del Norte), el Kilimanjaro (África) y el monte Vinson (Antártida), que se unieron al Everest.
En 2009 le fue diagnosticado un cáncer de mama. Ni ese mazazo la detuvo. "No me lo creía, yo estaba fenomenal. Me tenía de expedición a finales de marzo. Después de operarme me pusieron radio y antes de la quimioterapia me dejaron un mes para irme a Pakistán. Yo tenía muchas ganas y el médico me dijo: 'Por un mes que te demos de alta, si te vas a morir, te vas a morir igual. Y si en tu cabeza crees que es lo mejor, adelante'. Así que me fui".
Del piolet a la bicicleta, y otro proyecto. Creó el club ciclista "Una a una", hoy formado por 76 mujeres que hacen rutas todos los fines de semana.
Siempre rondando desafíos en su cabeza, confiesa el sueño de conquistar el K2, "una de las grandes cimas que me faltan", pero antes, como no, tendrá que conquistar el bolsillo de algún patrocinador.
Tiene clara la dificultad de la escalada al coloso del Himalaya, pero está dispuesta a asumir el riesgo que supone la alta montaña.
"No me da miedo la muerte en la montaña. Tampoco quiero que si me pasa algo malo me rescaten. Me parece mal que se jueguen la vida otras personas por un posible rescate mío. Si me muero en la montaña lo hago haciendo lo que me gusta y tan feliz".
También lanza Rosa un desafío a la sociedad. "Hay muchas mujeres a las que les apetecería ir a la montaña. Hay afición, lo único que falta son patrocinios, y deberíamos tener las mismas posibilidades que los hombres".