Francisco Ávila,Barcelona, 30 oct (EFE).- Pau Capell (Sant Boi de Llobregat, 1991) saltó a todas las portadas tras conquistar este verano el Ultra Maratón del Mont Blanc (UMTB), la prueba más prestigiosa del ultratrail mundial, y ahora cuenta cómo afronta una carrera de más de 170 kilómetros y 10.000 metros de desnivel: "Son como cuatro maratones, al término de cada una, hago una llamada de teléfono". ,Dice que llevarse la UMTB es como si un futbolista hubiera ganado un Mundial o como si balonce
Francisco Ávila
Barcelona, 30 oct .- Pau Capell (Sant Boi de Llobregat, 1991) saltó a todas las portadas tras conquistar este verano el Ultra Maratón del Mont Blanc (UMTB), la prueba más prestigiosa del ultratrail mundial, y ahora cuenta cómo afronta una carrera de más de 170 kilómetros y 10.000 metros de desnivel: "Son como cuatro maratones, al término de cada una, hago una llamada de teléfono".
Dice que llevarse la UMTB es como si un futbolista hubiera ganado un Mundial o como si baloncestista conquista un anillo de la NBA, pero sabe que su mundo es más pequeño, aunque sea el mejor en pruebas de larga distancia, el campeón del Mundo de ultratrails.
Tiene 28 años, es ingeniero industrial y empezó a correr por casualidad. Una recuperación tras una rotura del ligamento cruzado y del menisco de la rodilla jugando a fútbol sala le llevó hasta la montaña, a partir de ahí, su vida cambió.
"La sensación de libertad que tuve el primer día que corrí por la montaña con un frontal, no la olvidaré nunca. Volví a casa, al día siguiente volví a correr, después de aquellos primeros minutos nada fue igual", dice.
Capell, que departió con los periodistas en los desayunos RSM, empezó a correr hace siete años. Cada vez más tiempo, cada vez más distancia y un día, siguiendo la UMTB por 'streaming', se dijo que quería correrla.
Y así lo hizo. Trabajaba en Siemens, seguía un máster en dirección de empresas y con los entrenamientos, llegaba agotado cada noche a las once a su casa. "Mi pasión es el deporte, hablé con mis padres y decidí dedicarme plenamente a ello", comenta.
Y empezó su plan. Vio que en carreras de la 10, 20 ó 40 kilómetros, la mente no es importante, pero en pruebas de 20 horas (en la UMTB invirtió 20h.19 minutos), necesitaba un plan basado en los pilares de su vida (la familia, sus amigos, su grupo de trabajo y su grupo de patrocinadores).
Pau, por deformación profesional, lo tiene todo calculado. Lleva escritos en su dorsal los pasos por kilómetros y para preparar la UMTB, decidió invitar a sus rivales para estudiar el recorrido, una manera de prospectar la zona, pero también de saber los puntos fuertes y débiles de éstos.
Cuando empezó la UMTB, él conocía todos los detalles, la había corrido dos veces y dos vueltas cada vez en junio y en julio, por eso le sorprendió lo ocurrido.
Aun se le ilumina la cara cuando recuerda cómo fue aquel día. Una carrera que se decide a partir del kilómetro 140 y él fue en cabeza y en solitario desde el kilómetro 3.
"¿Que por qué? Íbamos tres en cabeza, dos se pararon a orinar y me quedé solo. Pensé que me iban a atrapar, pero cada vez aumentaba más la diferencia", comenta. Y después fue animándose cumpliendo pequeñas metas hasta que empezaron las llamadas, algo que ya tenía pensando como estrategia mental.
Cuando terminó el primer maratón, sobre las dos de la madrugada, llamó a su madre para decirle lo mucho que la quería. "Ella no entendía nada, pensaba que había abandonado y luego solo hacía que devolverme la llamada. Yo, claro, no le cogía el teléfono", asegura.
Para entonces ya había visualizado toda la energía positiva necesaria, estudiando las cargas alimentarias. Comiendo dátiles, trozos de membrillo, pastelitos de arroz o geles cada 40 minutos y líquidos cada 20, porque sabe que al final su gasto energético será de 19.000 calorías y perderá unos cuatro kilogramos de peso.
La segunda llamada fue en el 84 y a su equipo de asistencia. "Les dije que estaba todo bien. Se extrañaron porque nos habíamos visto poco antes en el avituallamiento. Les dije que eran cosas mías", indica divertido.
Recuerda que en los momentos duros se relaja escuchando 'podcast' de un programa humorístico de radio ("La competencia") y piensa en arreglar internamente su mundo mientras las horas y los kilómetros transcurren.
"La tercera llamada fue a mi entrenadora. En el kilómetro 120. A veces no entiendo por qué tengo que hacer las cosas de una determinada manera, pero ella me ayuda a mejorar y a entender el método, por eso quise agradecérselo", indica.
A Capell, mientras piensa en si podrá cumplir su sueño y asegurarse la victoria, se le viene a la cabeza el nombre del primer español en ganar esta prueba, el mítico Kilian Jornet, y admite que le gustaría correr junto a él.
"Hablar de Kilian es como hablar de Messi y compararlos. Son dos puntos y aparte, pero a Kilian se le queda lejos esto de correr en pruebas así. Piensa que en Chamonix no puede ni salir a la calle porque la gente le aborda y él, que es muy buena persona, no es que sea muy sociable", comenta.
Llegando a la meta de Chamonix, Pau descolgó su móvil por última vez para completar el ritual. La última llamada fue para un amigo suyo con el que quiso compartir el momento. Sorprendido éste solo le dijo: "Felicitats" y Capell pensó: "Ostras, podría haber sido más original".
Capell llegó a la meta a las 14:30 de aquel sábado. Tardó un mes y una semana en recuperarse. Pau dice que correr en solitario le ayuda a conocerse "un poco más", aunque admite que nunca te vas a conocer a ti mismo y resume lo que persigue: "Soy muy cabezón, si quiero algo voy a conseguirlo. Me pongo un objetivo y voy a por él, porque todo se basa en luchar por lo que quieres y amar lo que tienes".