La salud mental está cogiendo poco a poco la importancia que merece. Especialmente en el mundo del deporte donde se han ido conociendo grandes deportistas que precisan de profesionales para superar momentos de frustración o de cierta inseguridad. El ejemplo de Álvaro Morata, que ha sido uno de los que más claro ha sido en este respecto, ha dado nuevamente voz a los deportistas que precisan de la ayuda. Una situación que vivió la triatleta paralímpica Susana Rodríguez.
Una deportista que recuerda el momento de regresar de Japón como un punto en el que comenzó a tener problemas en este sentido. "Me enfrenté a una situación de muchísimos eventos, muchas cosas a las que no estaba acostumbrada", expuso. "Tuve un burnout", recalcó, describiéndolo como "cuando te quemas de los trabajos, pero en el deporte". "Entrenando, no sentía que lo que hacía era suficiente", afirmó, lo que le llevaba a pensar que lo que estaba haciendo "nunca estaba bien".
Una situación complicada en las que reflejó que iba a las competiciones "como por inercia". Un problema si se tiene en cuenta que desveló que "siempre me ha gustado preparar las cosas con tiempo y de mirar los circuitos". Sin embargo, en estos casos "el día antes de viajar estaba preparando todo a última hora porque tenía que ir". Comentó que sentía que tenía que ganar, pero no de "disfrutar de la carrera en sí".
"Ese verano toqué un poco fondo", reconoció, señalando que "fueron pequeñas cositas que iban llenando el vaso". Hasta que habló con su entrenador, "y guía", y le dijo que "no valía para eso". Afortunadamente, la presencia de una psicóloga del deporte le ayudó a construir "el camino que tendría que recorrer para volver a hacer deporte". Esta vez, "de una manera saludable". "Hicimos una lista con muchos objetivos y poco a poco fuimos cumpliendo", recalcó, señalando que el último era la cita parisina del pasado verano y poder disfrutar de la carrera.
Afortunadamente, además de disfrutar, acabó en la primera plaza. Un éxito que le volvió a permitir ser aquella niña que representaba junto a su hermana países que se pintaban y se pegaban en el chándal. "Un día en casa cenando dije que de mayor quería ir a una cita como la de este verano", afirmó, a lo que respondió su madre que "disfrutara". Además, le resaltó que "hay miles de millones de personas que viven en el mundo y muy pocos pueden ir una vez.
A lo que ella le respondió que lo iba a conseguir. Y así ha sido, haciéndolo hasta en tres ocasiones y dos de ellas tocando el oro.