Monchi y el VAR del Bernabéu

Al habla un fan del VAR, un convencido de la necesidad de hacer justicia en el fútbol a través del empleo de la tecnología y un escéptico a la hora de valorar la capacidad de muchos árbitros para dirigir partidos del calado de un Real Madrid-Sevilla. Me declaro 'sospechador' de las designaciones arbitrales y seguidor de todo aquel que reconozca que el respeto se gana también en los despachos.

Las decisiones en el fútbol en general se basan en eso, en el respeto, ese que el Real Madrid se ha ganado a lo largo de toda su historia en cantidades industriales con respecto al Sevilla y que el propio Sevilla también se ha ganado en mayor medida que la mayoría de clubes de España y de Europa. Ese respeto se gana en el campo, se amplifica en los despachos y se traslada a todos lo ámbitos de este circo, calle y grada incluidos.

El gol invalidado a De Jong, ley en mano, se puede anular. Gudelj se mueve y los bloqueos están prohibidos. Queda claro, por lo tanto, que el Comité Técnico de Árbitros no va a sancionar a Martínez Munuera ni va a pasar nada con toda esta historia. Quedará en un mosqueo grande de Monchi y del sevillismo por la oportunidad perdida, buena como pocas, ante un Real Madrid ramplón que estuvo en manos del Sevilla durante la mayor parte del partido. ¿Qué provoca el enfado de Monchi? ¿Qué provoca la indignación sevillista? Para mí, la respuesta es fácil: El I+D+I madridista. Esa capacidad infinita para resolver, de forma extraña, partidos contra el Sevilla, sin olvidar las designaciones arbitrales. Al Sevilla le anularon un gol por un ¡bloqueo! como le pitaron un penalti en la Copa por un empujón de un jugador del Real Madrid a otro jugador del Real Madrid, como no le validaron un gol en otra eliminatoria que había entrado, como le expulsaron a un jugador en una Supercopa de Europa que estaba ganando cuando al Madrid le perdonaban en varios lances similares y como tantas y tantas otras como LaLiga robada de 2007 a la cabeza de todas ellas y en la que acabó campeonando el Real Madrid. ¿Y se acuerdan de cuando Valdano bajó al vestuario del árbitro en otra semifinal de la Copa? Pues otra más.

Sólo he nombrado algunas de las situaciones acontecidas durante el mandato de Monchi en el Sevilla, pero son más y seguro que influyen en su ánimo porque, insisto, nadie le dirá al árbitro que no ha sido fiel al reglamento, tanto, que de comportarse todos los colegiados como Martínez Munuera este pasado sábado, los goles de estrategia se reducirán a la mínima expresión. ¿Por qué? Es fácil: TODO el trabajo previo de TODOS los entrenadores se basa en generar superioridades a través de los bloqueos. No hay otra. Y aquí no puedo evitar el tema de las designaciones arbitrales. Es un HECHO que al Sevilla le designan árbitros poco propicios en el Bernabéu. Si no es Mateu, es Martínez Munuera y, si no, otro, pero casi siempre, poco propicio. ¿Qué es un árbitro poco propicio? Aquel cuyos partidos arbitrados al Sevilla se cuentan, mayoritariamente, por empates o derrotas. ¿Es eso normal? No, porque el Sevilla es un equipo que gana mucho más de lo que pierde. Como no es normal que la primera reacción del trencilla, ante los goles sevillistas, sea la de llevarse la mano al pinganillo esperando una contraorden... misma consideración para el señor que estaba en la sala VOR, un tal Soto Grado al que habrá que seguir atentamente a partir de ahora.

Sea como fuere, el Sevilla vuelve de Chamartín de vacío por decimotercera vez consecutiva aunque haya ofrecido una muy buena imagen. A lo mejor tarda en llegar la próxima, pero con Monchi, seguro que menos.