El suicidio que jamás fue anunciado

El sevillismo devoraba sus uñas en las horas previas a un choque tremendamente importante en la temporada. Otro más. Unos, la mayoría, confiaban en la impecable trayectoria de su equipo en la era Lopetegui. Había una colección de motivos y argumentos para ello. Otros temían un cortocircuito como el del pasado sábado, frente al mismo rival. Tenían razón estos. Fue un suicidio inesperado. Hay muchísimos detalles que pueden explicar la eliminación, pero el más sorprendente quizás sea la incapacidad de Lopetegui para neutralizar el plan de Koeman.

Porque el técnico del Sevilla FC ha exhibido un sinfín de recursos tácticos para sobreponerse a las adversidades. Es por eso la sorpresa. En sus dos visitas anteriores al Camp Nou, Lopetegui mostró a un equipo valiente arriba y convencido de sí mismo. Lejos del suicidio. Esta vez quiso pero no quiso. El 2-0 de la ida pesó demasiado en el ambiente y el 0-2 del fin de semana rondaba por las cabezas de los jugadores. Le hizo daño el FC Barcelona al Sevilla en Nervión y en cuanto empezó el partido la impotencia se adueñó de los andaluces.

🚨 Final en Barcelona 🚨

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— Sevilla Fútbol Club (@SevillaFC) March 3, 2021

Hablar de suicido es siempre relativo. Claro que el marcador de 2-0 favorable condiciona las cosas, pero sin físico para las contras amurallarse invitaba al cruel destino, que apareció. Ver a Leo Messi y a Dembelé correr hacia atrás terminó de acongojar al Sevilla FC, que llegaba siempre tarde. Tiene que lidiar ahora Lopetegui con un peligro latente. Es la mayor decepción sevillista en su era como entrenador del club nervionense. Y, salvo milagro en Alemania, se va a quedar con el triste objetivo de mantener la cuarta plaza. Debe, pues, evitar la depresión de quedarse sin nada de lo soñado en un abrir y cerrar de ojos.

Hablar de suicidio es cargar la mayor culpa en el propio Sevilla FC. Sin tocar posibles errores arbitrales. Cuando juegas así las dos últimas jugadas habiendo fallado antes un penalti, no hay ni siquiera que mentar errores ajenos. Y sin desmerecer al FC Barcelona, por supuesto. No sólo por la batalla táctica, sino por ese tiempo de prolongación que se va directo al saco de imborrables decepciones históricas. La pérdida de En-Nesyri fue terrible. Mucho más que su mano a mano con Neuer en la Supercopa de Europa. Cuando la ley del fútbol obliga a mantener el balón en lo que puede ser el final de todo, tocar en corto o irte al córner como si no hubiera un mañana, intentar un cambio de orientación así es desolador. Un fallo impropio de un equipo tan trabajado en todos los aspectos como el Sevilla FC.

Pero el suicidio no terminó ahí. El hombre que jamás se equivoca erró. Un pase de Messi que iba a morir enterrando las posibilidades del FC Barcelona fue resucitado por Fernando. Una falta incomprensible desde la tele, pero que obviamente en el campo y exhausto adquiere otro análisis. De la falta a un córner, casi siempre inocuo en el equipo azulgrana. Y por evitar otro seguido, Diego Carlos regaló su redención a Griezmann, dejándole el balón y entrando al quiebro como un toro. El resto es ya historia.

Ver fallar una contra al máximo goleador al que por fin se le abrían espacios. Ver equivocarse al indiscutible Fernando. Ver tan inocente al espectacular Diego Carlos. Ver errar desde los once metros al mejor lanzador de penaltis del equipo. Y ver impotente al superentrenador que es Lopetegui, no deja otro escenario que tragar veneno, admitir que no siempre la gloria puede ser tuya y pensar en convertir esta tremenda decepción en rabia de crecimiento para el futuro. Y el futuro empieza ya.