Miguel Luengo
Londres, 12 jul .- Cuando este sábado la estadounidense Serena Williams y la alemana Angelique Kerber salten a la pista central de Wimbledon (15.00 CET) en la final se saludarán por segunda vez en este mismo escenario mirándose frente a frente, sabiendo ambas que este título puede marcar el futuro de ambas.
Kerber vio como en la final de hace dos años Serena le arrebataba el triunfo al batirla por 7-5 y 6-3. Ahora, tras vencer a la letona Jelena Ostapenko por 6-3 y 6-3 en 68 minutos, tiene una nueva oportunidad para poder contar algún día que fue capaz de vencerla en un territorio donde la estadounidense ha salido campeona siete veces.
"He tenido muchos problemas y lesiones, no es normal que esté en la final de Wimbledon", dijo por su parte Serena después tras vencer a la germana Julia Goerges, por 6-2 y 6-4 en 70 minutos. "Por eso quiero disfrutar ahora cada momento", analizó, quizás sabiendo que cada año se le hará más duro eso de ganar, ganar y ganar.
Kerber, de 30 años impuso su experiencia al frenético juego de Ostapenko y se clasificó por segunda vez en su carrera para la mejor final del año. Será la cuarta del Grand Slam que disputa, después de obtener el título en el Abierto de Australia, donde ganó a Serena en la final, y Abierto de Estados Unidos, ambas hace dos años y la mencionada de Wimbledon.
Ostapenko, campeona de Roland Garros el año pasado, se había convertido en la primera tenista letona en lograr las semifinales en el All England Club, donde había llegado sin ceder un solo set, y concediendo el menor número de juegos de las cuatro últimas aspirantes al título (32). También era la más joven de las cuatro tras cumplir 21 años el pasado mes.
Le letona, que fue dirigida hasta el año pasado por la actual capitana del equipo español de Copa Federación, Anabel Medina disputó a Kerber la plaza de la final fiel a su estilo, golpeándolo todo, sin temor al fallo y disparando de derecha y de revés, pero con poco tino para acabar con 36 errores no forzados, por solo 7 de la teutona.
En su tercera semifinal de Wimbledon y séptima del Grand Slam, Kerber acertó a romper el servicio de Jelena en el séptimo juego (4-3) y de nuevo en el noveno (6-3) para ganar siete consecutivos, gracias a la cascada de errores no forzados de la jovencita de Riga, que lejos de hundirse siguió manteniendo su arriesgado esquema de juego.
La germana activó sus piernas, y mantuvo la serenidad, contragolpeando muy seria. Luego, su experiencia hizo el resto.
Ostapenko ganó el cuarto juego del segundo set (3-1) y el séptimo (5-2) cuando acertó a quebrar a Kerber por primera vez. Incluso se hizo con uno más a continuación. Pero ya era tarde para reaccionar porque Kerber no concedió más oportunidades y la machacó con su efectividad.
Ahora luchará por su tercera corona del Grand Slam y el duodécimo título de su historial, segundo este año después del logrado en Sidney, y tendrá ocasión de desquitarse de la amarga derrota que sufrió en las semifinales del Abierto de Australia, cuando cedió ante la rumana Simona Halep en tres sets, después de tener dos bolas de partido.
Ya tiene Kerber asegurado el puesto siete del mundo y puede alcanzar el cuarto, si gana el título el sábado.
Después Serena cumplió el guión, y aunque Goerges se presentó en su primera semifinal de un Grand Slam con el mejor saque de Wimbledon, no pudo impedir su derrota ante ella, para alcanzar la final por décima vez.
Goerges había llegado a las semifinales con 46 saques directos en cinco partidos disputados, pero ante la gran Serena solo conectó tres y perdió su servicio en cuatro ocasiones.
Serena vuelve a la final de Wimbledon tras perderse el torneo el año pasado porque estaba embarazada, y disputar la última a principios del 2017 en el Abierto de Australia, cuando estaba de dos meses de su hija Olympia, nacida luego en septiembre.
De ganar el sábado el octavo título en el All England Club, la estadounidense sobrepasará a la alemana Steffi Graf, que ha levantado siete veces el 'Venus Rosewater Dish', como se conoce el trofeo que premia a las ganadoras en Wimbledon.
También logrará algo que persigue desde hace tiempo: empatar con la australiana Margaret Court con 24 títulos del Grand Slam en su carrera.
Además, Serena recuperará posiciones y del 181 en el que comenzó el torneo se moverá ahora al puesto 28 del mundo, y si el sábado gana el título, subirá hasta el 19.
Su romance con Wimbledon continua. Aquí ha ganado el título en 2002-03, 2009-10, 20º2, y 2015-16, además de perder las finales de 2004 y 2008. Solo la estadounidense de origen checo Martina Navratilova, con nueve títulos y la nacida en Fremont (California) Helen Wills-Moody, con ocho, son por el momento las que han ganado más veces en el Grand Slam de hierba.
Ante una jugadora al a que saca siete años, Serena se movió con agilidad y sin notar la fatiga de los cuartos de final, cuando cedió el único set que ha perdido durante las dos semanas, contra la italiana Camila Giorgi.
Con la estadounidense Billie Jean King, y el sueco Bjorn Borg, en el palco entre otras personalidades, Serena solo tuvo un momento de vacilación, cuando en el noveno juego del último set, cedió por primera vez su servicio.
Lo rompió a continuación, y en blanco, para cortar las alas a Goerges en una tímida reacción, y saludar después efusivamente al público de la central, rendido a sus pies, tras ganar un partido en el que solo cometió siete errores no forzados, y dio el espectáculo que su curriculo demanda.
Se quita así la espina Serena de su abandono en los octavos de final de Roland Garros ante Maria Sharapova, cuando una lesión en el pectoral le impidió el duelo contra la rusa.
Serena domina los enfrentamientos ganando seis de los ocho duelos, con el último de ellos precisamente en la final de Wimbledon hace dos años. En los otros dos choques en el Grand Slam en los que han coincidido, Kerber ganó en la final del Abierto de Australia hace dos años, y Serena en el primero de todos ellos, en el US Open del 2007. EFE.