Arreciaba el temporal por toda Europa y en el recinto del Masters 1.000 de París, cubierto y totalmente cerrado, ajeno a la tormenta, lo hacía dentro del cuerpo del serbio Novak Djokovic, aquejado de un virus intestinal que, según sus propias palabras le tuvo "más tiempo en el váter que en la pista".
El número 1 del mundo saltó a la cancha dispuesto a liquidar lo antes posible su compromiso con el neerlandés Tallon Griekspoor, 23 del mundo, un tenista sin currículum que sobre el papel no debía complicarle las cosas.
Y no lo hizo en los primeros juegos, fiel al guión establecido, un paseo fácil para el seis veces campeón que se cologó 4-1, feliz y contento. Pero entonces todo cambió, su rostro, habitualmente gesticulante, se volvió cerrado, sombrío. El virus pasó factura.
Djokovic cedió cinco juegos seguidos y el set. Pero hasta en momentos de tormenta, los campeones como él saben capear el temporal, mantenerse firmes y no ceder, a la espera de que amaine la tormenta. Así venció el serbio su duelo de octavos, 4-6, 7-6(2), 6-4, para clasificarse por novena vez para cuartos de París en once participaciones.
Mientras el resto de sus principales rivales claudican, el número 1 se mantiene firme. Serán sus décimos cuartos de un año en el que solo en una ocasión ha caído antes de esa ronda. Su estrategia de selección de torneos da resultados y el serbio encadena ya catorce triunfos consecutivos.
El quince puede llegar frente al danés Holger Rune, el mismo que le venció en la final del año pasado, que superó al alemán Daniel Altmaier, 6-3, 6-3, para acudir a esa cita, una de las más esperadas del torneo.
Rune, que ha enderezado su temporada en el tramo final, parece uno de los supervivientes mejor armados para inquietar al serbio. Sobre todo porque no se sabe cuanto afectará el virus.
Otros rivales con mejor ránking van claudicando antes incluso de medirse al número 1. Cada jornada, un favorito menos. La primera fue el español Carlos Alcaraz, número 2 del mundo, luego el ruso Daniil Medvedev, número tres, y este jueves el cuatro, el italiano Jannik Sinner, que prefirió no saltar a la pista contra el australiano Alex de Minaur tras haber acabado bien entrada la madrugada su partido anterior.
El transalpino, en un gran momento de forma, aparecía como uno de los rivales capaces de inquietar al serbio, porque llegó a París con una sola derrota en 14 duelos y los trofeos de Pekín y Viena en sus vitrinas.
Su retirada generó una gran polémica con los organizadores, acusados de no dejarle apenas tiempo para recuperarse de su madrugada. Sin él, el rival de más entidad que resta al serbio es el ruso Andrey Rublev, quinto de la tabla, que ya le venció este año en Belgrado y que llega tras haber alcanzado la final de Shangai y la semifinal de Viena.
El ruso, de 26 años, sumó su vigésimo triunfo del año en Masters 1.000 contra el neerlandés Botic van de Zandschulp, el último superviviente de la fase previa, al que derrotó con un doble 6-3, para sumar su vigésima victoria en Masters 1.000 del año y los duodécimos cuartos de final.
Su rival será De Minaur, que llegará más descansado tras el abandono de Sinner y que ya ha descabezado a seis top-10 esta temporada, más que ningún otro jugador, lo que confiere resepto al tenista de 24 años, 13 del mundo.
Cincuenta triunfos cuenta ya el griego Stefanos Tsitsipas, con el logrado ante el alemán Alexander Zverev, 7-6(2), 6-4, que además de clasificarle para sus décimos cuartos del año le garantizó acabar la temporada entre los ocho primeros y disputar así el Masters de Turín por quinta temporada consecutiva.
Su rival será el ruso Karen Khachanov, número 15 del mundo a los 27 años, ganador en París en 2018, que derrotó a su compatriota Roman Safiullin, 4-6, 6-4 y 6-2, y que buscará su segunda semifinal de un Masters 1.000 esta temporada, tras la que disputó en Miami.
Otro de los que está acabando la temporada en plena forma es el polaco Hubert Hurkacz, que sumó su vigésimo triunfo del año en Masters 1.000 contra el argentino Francisco Cerundolo, 6-4, 6-3, y que en solo ha perdido dos de los últimos 17 duelos, incluido el triunfo en Shangai.
Se medirá a un renacido Grigor Dimitrov, que a sus 32 años está recordando al prometedor tenista que en sus inicios comparaban con Roger Federer y que tras haber derrotado en segunda ronda a Medvedev en un partido de alto voltaje, superó con más calma al kazako Alexander Bublik, 6-2 y 6-2 y opta a jugar por segunda vez de la temporada unas semifinales de Masters 1.000, tras las de Shangai hace unos días.