Después del sufrimiento, llega el alivio. Tras la tormenta, la calma. Menos en el código Carlos Alcaraz, que tras el mal rato que supuso eliminar al correoso Frances Tiafoe, necesitó de otra peligrosa dosis de sufrimiento ante Ugo Humbert (6-3, 6-4, 1-6 y 7-5) para clasificarse por segunda vez en su carrera a los cuartos de final de Wimbledon.
En uno de los peores días que se recuerdan en Wimbledon por el cruel tiempo del exterior, costaba distinguir el sonido de los golpes de Alcaraz por la fuerza del agua contra el techo. Los torrentes opacaban la violencia del español, pero no cambiaban el resultado. El paseo ante Humbert fue mayúsculo durante los dos primeros sets, antes de meterse en una espiral de malos servicios que le pudieron costar un disgusto mayor.
El francés no es un mal jugador en pasto. Todo lo contrario. En su palmarés disfruta de un título en Halle y aquí en 2019 solo le pudo parar el a la postre campeón Novak Djokovic.
Esta experiencia y su condición de zurdo, con el recuerdo de lo que ocurrió ante Jack Draper en Queen's, podían amenazar los dominios de Alcaraz, pero el murciano, una vez acariciado el sufrimiento y haberlo empujado lejos, volvió a disfrutar.
Levantó al público de la pista central en multitud de ocasiones, con derechas cruzadas, con un revés paralelo ganador y, sobre todo, con el punto con el que cerró el segundo set.
Tras llevarse el primer set con una superioridad lógica y después de salvar, gracias a un servicio que siempre aparece en los momentos importantes, cuatro pelotas de rotura en el segundo, Alcaraz destapó uno de los mejores puntos del torneo.
Humbert, con 5-4 y ventaja para el español sobre su servicio, dispuso de una bola muerta a media pista. Alcaraz, tratando de recuperarla, cayó al suelo. Se levantó a tiempo para desenterrar el siguiente golpe en la otra esquina de la cancha. La pelota, salvada en el último suspiro, flotó hasta la red, y Humbert, en lugar de rematar, intentó hacer una dejada. Error clamoroso. Alcaraz, rápido de piernas, llegó a por ella y la respuesta de Humbert se fue un palmo fuera.
La Catedral se puso en pie, mientras Humbert, endeble e inexpresivo se rendía a su destino. Mientras Alcaraz explotaba en adrenalina, el galo, como el tenis de su país en los últimos 40 años, hacía aguas.
A la espera del golpe que sentenciara, Alcaraz sufrió una de sus clásicas desconexiones y Humbert, ya sin nada que perder ante una montaña inmensa que escalar, completó un tercer set perfecto con solo dos errores no forzados por los diez de Alcaraz.
El 1-6 con el que el francés se encaminó al cuarto set no sorprendió a nadie, ni siquiera a Alcaraz, que se llevó dejar en los compases finales para resetear de cara al siguiente desafío.
Solo una cabeza privilegiada como la suya pudo pasar de ganar tres puntos al resto en todo el set a romper en blanco en el primer juego del cuarto set.
Pero Alcaraz estaba atrapado con el saque. Lo perdió por cuarta vez consecutiva y permitió que Humbert siguiera en el partido. El carrusel de roturas era impropio de la superficie y Alcaraz estuvo con 0-40 en contra y 3-4 para perder su sexto de los últimos siete servicios.
"No sé qué hacer", le dijo a su banquillo, para responder salvando las tres pelotas de rotura. Cuando peor estaba, mejor respondió, y su nivel fue en aumento hasta quebrar al francés con 5-5. Tras un 'passing' para rugir y un globo que tiró Humbert un metro fuera, Alcaraz agarró una rotura que le permitió servir para ganar el encuentro y clasificarse por segunda vez en su carrera a los cuartos de final de Wimbledon.
En la siguiente ronda, Alcaraz esperará rival del Roberto Bautista-Tommy Paul, que al jugarse en las pistas exteriores está en el aire por la lluvia que ha maltratado la jornada.