El último duelo entre Rafa Nadal y Carlos Alcaraz: un set con aura de grandeza antes de la Copa Davis
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Ocho juegos a alta intensidad en un Carpena que ya calienta motores para las finales
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Empataron (4-4) dejando puntos de gran calibre y belleza
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Rafa Nadal mete caña a Carlos Alcaraz entrenando para la Copa Davis: "Hay que apretar"
A menos de 24 horas del debut de España en la Copa Davis 2024, en la pista central del Martín Carpena se abrió paso el eco de las raquetas impactando con las bolas y de los gemidos de dos bestias que responden a los nombres de Rafael Nadal y Carlos Alcaraz. El maestro y el aprendiz. Uno que es leyenda y otro que va camino de serlo. Veintiséis Grand Slams entre los dos.
Este lunes, en el Palacio de los Deportes del Martín Carpena, se vivió un entrenamiento entre ambos que desprendía un aura de grandeza inabarcable. Sin aficionados en las gradas, con el silencio roto por el puro juego. Dos generaciones distintas, una dando el relevo a la otra. Algo icónico, también por su carácter privado.
Con alrededor de cien periodistas como únicos testigos, incluyendo a redactores y medios gráficos de todas las partes mundo. Apuntaban los focos al ciclón de El Palmar contra el mito de Manacor. Un amistoso a altísima intensidad que iba para un set y se quedó en ocho juegos. El resultado, un empate a cuatro, con roturas de saque de uno y otro en alrededor de 40 minutos de juego.
"¡Bravo, Rafa!", decía Alcaraz. "¡Qué buena, Carlos!", reconocía Nadal. Sin juez de silla, se cantaban las bolas malas mutuamente y de vez en cuando hasta se reconocían los puntos ganadores. Rivales circunstanciales y compañeros, más lo segundo que lo primero.
Del estado físico de Alcaraz no hay dudas. Tiene un tren inferior de futbolista. Es un portento que llega a todas las esquinas, aunque Rafa le exigió con su zurda cañón que aún mantiene a fogonazos. Al murciano solo le ha mermado un constipado que le complicó las Finales ATP de Turín, pero estará a tope cuando le toque jugar. Lo ha reconocido él este mismo lunes: "Casi que me he olvidado del resfriado y estoy casi al cien por cien, mucho mejor de lo que estaba en Turín".
De Nadal, grata impresión, aunque un ritmo de partido es otro mundo distinto. Pero es innegable que está fino y desea con todas sus fuerzas estar a la altura. La calidad no se pierde, claro. Dejó puntazos para la galería que ni Alcaraz pudo frenar. Ninguno éramos David Ferrer, pero seguramente todos salimos de aquel entrenamiento diciendo: Rafa está para bailar por última vez.