Cierren al salir

El Real Valladolid fue fiel a su cita durante la presente temporada. Hizo el ridículo y abochornó a los menos de 6.000 espectadores que estaban en Zorrilla, cientos de ellos aficionados del Mallorca, que enmascararon la asistencia de pucelanos. Una entrada, eso sí, más digna que la imagen de los jugadores locales, que volvieron a manchar la camiseta blanquivioleta sin reparo alguno. El gol de Juan Villar hizo pensar en la profesionalidad de los futbolistas alineados por Alberto, pero hace muchos meses que se fueron de vacaciones. Al menos, mentalmente. Ya lo dijo Óscar González: esto no lo solucionarían ni Mourinho ni Guardiola.

 
Ni por respeto a los fieles dio la cara el grupúsculo alineado por el técnico, que se plantó en bañador en la última jornada indispuesto a hacerle un favor a los vecinos de la Ponfe pese a la querencia de los aficionados en salvar a los bercianos.  Como si estuviesen orgullosos de que el Real Valladolid acabe la temporada séptimo por la cola, los jugadores volvieron a penar por Zorrilla favoreciendo incluso al levantamiento de sospechas sobre su actitud, especialmente en alguno de los goles del Mallorca.
El 1-0 de Juan Villar fue gol de entrenamiento. Balón largo, defensa como un flan y el onubense que no se complicó a la hora de enjaular el esférico al fondo de las mallas. Por abajo y ajustando hasta el punto de que el palo fue cómplice del tanto blanquivioleta. Villar se despide con 15 goles. Un rayo de luz entre la mediocridad general de una plantilla para olvidar. Además, dejará dinero en caja, cuando a otros muy posiblemente habrá que pagarles para que se vayan.
Al Mallorca no le queda otra que levantarse, más todavía cuando las noticias que llegaban de Córdoba eran de victoria visitante y en El Toralín reinaba el 0-0. No le valía a los bermellones ni con el empate, que conseguía Brandon al escuadrar un disparo complicado para un discreto Bruno Varela.
Alberto, que en rueda de prensa había vendido que alinear a menos habituales podía levantar suspicacias, no se cortó ni con el guardameta portugués ni tampoco con las sustituciones. Ni corto ni perezoso, retiró a Roger al volver de vestuarios (después explicaría que por lesión) y a Óscar tres minutos después. Sacó a Alfaro, que regresó meses después (con merecimiento) frente a su exequipo, por si faltaban motivos para el mal pensamiento.
Antes del intermedio llegó el gol de la vergüenza. Una pérdida de chiste, jugadores mirando y Manu del Moral dejando en bandeja a Brandon el balón para adelantar al Mallorca. Lo hizo mientras Bruno Varela hacía como que se tiraba a por el esférico. Fue un tiro inocente, de patio de colegio. Todo, aderezado con una desgana impropia del Real Valladolid Club de Fútbol. 
Para rematar la indolencia, Pereira garantizó la tranquilidad para el Mallorca con el tercero, que quedó a la espera del resto de resultados en El Arcángel y en El Toralín. Los de Fernando Vázquez se salvaron y la Ponfe descendió. Exactamente lo contrario que quería la afición. Como toda la temporada. Por eso Zorrilla fue un solar.