Ya sabemos de sobra que el componente de azar en Hearthstone es uno de sus elementos diferenciadores, que suma riesgo y caos a partes iguales. Con la salida de la nueva expansión de "Una noche en Karazhan", da la impresión de que las mecánicas de azar se han incrementado demasiado, haciéndole un flaco favor al factor competitivo.
Blizzard siempre ha asegurado que la imprevisibilidad genera sorpresa, partidas entretenidas y diversión. Pero también dinamita toda posibilidad de seriedad en los formatos competitivos, y lo estamos viendo recientemente con muchos mazos que utilizan a Yogg-Saron.
Por el otro lado tenemos los mazos más agresivos, muy medidos, pero más aburridos de ver. Para muchos espectadores, la escena ideal es una intermedia, en la que los jugadores profesionales utilizan ingeniosas combinaciones, saben cuando deben arriesgar y cuando esperar y le dan la vuelta a partidas desafiantes.
La nueva aventura introduce, por una parte, la carta del Príncipe Malchezaar, que añade cinco cartas legendarias al mazo al comienzo de la partida. Una ventaja que puede salir muy bien o muy mal dependiendo del azar. Los portales se basan en la misma lógica, y pueden invocar esbirros muy buenos o unos poco decentes. Se puede decir lo mismo del efecto del Bastón de Medivh, o del Caballo de Marfil.
Si resultan más interesantes otras sinergías como la de secretos, la de dragones (o incluso la extraña combinación entre dragones, murlocs y bestias que proponen ciertas cartas), la de hechizos nacida del nuevo Gigante o la de descartes del Brujo.
Pero de fondo sigue existiendo ese componente de azar, de ser incapaces de medir el efecto exacto de nuestras cartas, tanto al invocar esbirros mediante hechizos, descubrir cartas nuevas o descartarlas sin ninguna clase de control. Cuando sale bien nos hace gracia, pero no tanto al rival. Se generan una serie de situaciones injustas para competiciones.
El desequilibrio en Hearthstone se hace cada vez más evidente, y sus creadores tendrán que entender la decepción de muchos de sus seguidores con el descubrimiento de la nueva expansión y de la enorme influencia del azar.