Ken Levine, uno de los directores creativos más aclamados de la industria del videojuego, abandonó la franquicia de BioShock tras el desarrollo de BioShock: Infinite, cerrando para siempre las puertas del estudio Irrational Games. Ken Levine decidió así, centrarse en otra clase de proyectos más cercanos a sus primeros trabajos.
En una entrevista con el magazine Rolling Stone el creativo afirma que ya "no quería hacer otro más", aunque no cierra las puertas a otro título de estas características en el futuro. Ken Levine tomó esta decisión por lo mucho que le afectó en lo personal el desarrollo de estos videojuegos tan grandes y ambiciosos.
Vi una foto mía cuando anunciamos el juego. Fue en 2010. Y luego, vi otra imagen mía perteneciente a una entrevista con NPR cuando lo estrenamos en 2013. Parecía diez años mayor. Cambió mi vida al punto que afectó a mi salud, al modo en el que veía el desarrollo de juegos, y mis propias relaciones con las personas.
Creo que las expectativas obvias fueron que quería crear el más grande y mejor juego de BioShock. Y sentía ‘creo que fallaré si hago esto. Creo que perderé la cabeza, y mi matrimonio’. Así que la solución fue marcharme. No soy una persona feliz. Sufro de ansiedad todo el tiempo. Lo que es una locura porque me despierto y ahí veo a mi preciosa mujer, mi hermoso perro, mi bonita casa, la gente encantadora con la que trabajo, todas las cosas que he hecho y los fans, y me digo ‘¿Por qué coj**es puedes estar triste?’
Levine tampoco se siente cómodo gestionando equipos de trabajo tan grandes:
Dirigir a 30 o 40 personas en un lugar donde conoces el nombre de todos es muy distinto al proceso de gestionar 150 empleados. Caminas por el estudio rodeado de gente y no sabes quienes son.