El análisis del State of Play exclusivo de Final Fantasy VIi: Rebirth es un canto a las expectativas de un videojuego inmenso. Square Enix derriba las puertas del mundo abierto con un sinfín de posibilidades con una llamada a la acción diferencial: 16 minijuegos dispuestos a mejorar por completo la experiencia.
El mensaje de Square Enix con Final Fantasy VII: Rebirth es el de una compilación definitiva de principio a fin. Con algún señuelo narrativo, la mayor parte de la presentación está centrada en la jugabilidad y sobre todo en las posibilidades dentro de Gaia entre regiones, mazmorreo, combates y diversión.
Este último punto, muy explotado en el juego original, pasa ahora a un plano superior con muchísimos minijuegos. Y el Gold Saucer no será el único foco para sacarnos una sonrisa y buscar el vicio en pequeños retos puntuales para aliviar la historia principal.
El minijuego del Mog House tiene una reinterpretación en Rebirth y es uno de los primeros mostrados, un ejemplo insertado en la historia pero con alivio cómico. A partir de ahí aparecen los relacionados con la búsqueda de las protomaterias. En este caso cada tarea es una minihistoria con juegos como el estratégico de Fuerte Cóndor visto en el DLC. La diferencia es que ahora aparecerán los protagonistas pixelados con ataques incluidos para defender la base.
Otro de los sobrenombres para los minijuegos son los encargos para Cloud como mercenario. En este caso los encargos están alejados de la historia principal, y pueden hacerse en cualquier momento. Con mucho mazmorreo incluido, aquí hay búsqueda de tesoros, puzles, un modo fotográfico y hasta pruebas al más puro estilo Fall Guys convertidos en rana.
En este punto uno de los modos más peculiares es el famoso piano de Nibelheim donde podremos tocar de todo. Es un minijuego al uso donde seguramente Tifa vuelva a ponerse a las teclas como en el original, pero con una profundidad mayor en todos los sentidos.
La llegada al Gold Saucer es la desvinculación de los retos. El entretenimiento per se aparece con los combates a puñetazos como el visto entre Cloud y Cait Sith. Y han sido mejorados, porque ahora incluso hay límites incluidos. El G-Bike para destrozar rivales con la moto de Cloud es un must, así como las carreras de chocobos.
La suma está en combates en homenaje a Kingdom Hearts con peleas a lo Nave Gumi o un partido de fútbol a lo Rocket League con Nanaki. En este último caso hay cuatro equipos y todo apunta a que gana el que más goles anote.
Los retos del Remake como el de destruir cajas en un límite de tiempo mejoran su aspecto para Rebirth, así como el desfile militar a Rufus. Aparece también un jugable especial con un delfín en el agua a modo de carreras, no falta absolutamente nada.
Sangre de la reina es el título definitivo del juego de cartas exclusivo de Final Fantasy VII: Rebirth. Un título propio creado ad-hoc para cualquier punto de la historia con creación de mazo y cartas coleccionables. Si te gustó lo que en su día fue Triple Triad, la esencia está presente.