Este principio de año 2025 nos ha traído una inesperada propuesta de un nuevo estudio indie, Yellow Brick Games, liderado por Mike Laidlaw, el que ha sido durante muchos años el director de la saga Dragon Age en Bioware. Eternal Strands es un ambicioso juego de acción en tercera persona de fantasía que mezcla bastante bien un montón de mecánicas que nos recuerdan a juegos como The Legend of Zelda: Breath of the Wild o Shadow of the Colossus y algunos elementos RPG que recuerdan a Dragon Age.
Aunque no está exento de algunos fallos y algunas ideas no del todo bien resueltas, Eternal Strands es un juego interesante, con un sistema de exploración, crafteo y luchas contra enemigos colosales que nos ha mantenido relativamente enganchados una semana larga hasta completar sus 20-25 horas de juego. Un título al que hay que acercarse por la sensación de absoluta libertad que otorga al jugador y su fabuloso apartado artístico. Aunque su principal pega en nuestro país es que no llega traducido al castellano (y mira que sí lo hace a más de una decena de idiomas).
Nos adentramos en 'El Enclave' para disfrutar de este título que combina una gran libertad creativa a los jugadores para resolver combates y situaciones, integrando mecánicas físicas avanzadas, habilidades mágicas y mucha exploración.
Eternal Strands es un juego de acción en tercera persona que combina elementos de exploración, combate y resolución de puzzles en un mundo semi abierto. Como jugadores nos toca meternos en el papel de Brynn, una joven guerrera que tiene en su mano un buen arsenal de habilidades mágicas y algunas armas más convencionales para enfrentarse a enemigos que van desde pequeñas criaturas hasta bestias colosales.
Con una ambientación típica de la fantasía medieval mezclada con algunos elementos ‘mecánicos’ algo ‘retro-futuristas’, el juego no nos deja sola ante el peligro. Al más puro estilo Dragon Age, Brynn está acompañada de un variopinto grupo de compañeros conocidos como los ‘Tejedores’. Su misión es intentar recuperar su ancestral hogar, una tierra conocida como El Enclave, un lugar mágico que fue abandonado y sellado tras un enorme muro conocido como el Velo, tras una antigua catástrofe. Una vez traspasado El Velo, los tejedores se encuentran con regiones y ciudades desoladas, pobladas de peligros y misterios, además de unas extrañas criaturas autómatas que protegen el lugar y son tremendamente hostiles. A medida que exploremos El Enclave, iremos descubriendo los misterios y razones detrás de su aislamiento.
Una vez construido el primer refugio de los Tejedores, Brynn tendrá que aventurarse en El Enclave para recoger recursos que permitan al grupo avanzar en sus objetivos. Pero la exploración de las distintas regiones, que se presentan como mundos semi abiertos conectados entre si y que podemos explorar a placer, irá desvelando distintas secretos y misterios que irán completando el lore del juego (historias, criaturas, eventos del pasado, nuevas regiones, secretos…), la historia principal, además de pequeños detalles, personajes secundarios y nuevas misiones que profundizan en la propia historia y la cultura de los distintos Tejedores.
Brynn es una hábil guerrera pero podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que su maestría con la espada o el arco no es la mejor de sus virtudes. Nuestra protagonista se defiende más o menos con la espada y el escudo para quitarse de en medio a algún enemigo, al igual que con el arco para atacar desde lejos, pero si solo contara con esto duraría menos de cinco minutos en el peligroso mundo de El Enclave. Un estoque débil y un pequeño parry en cualquier dirección es lo máximo que podemos hacer en el cuerpo a cuerpo.
Afortunadamente, gracias a un manto mágico que lleva con ella, Brynn puede invocar potentes conjuros mágicos que la permiten alterar la física del entorno cambiando la gravedad o jugando con el hielo o el fuego. En este apartado es donde brilla más Eternal Strands, con un sofisticado sistema avanzado de físicas y termodinámica que afecta de lleno a los entornos y por lo tanto a la jugabilidad.
Y es que el ambiente, las criaturas y la propia Brynn responde al calor y al frío y le daña (por eso debemos tener cuidado con nuestros propios ataques). Los objetos y áreas absorben y transfieren energía térmica en tiempo real. Un ataque de fuego, nuestro o de un enemigo, afectará al entorno e iniciará un incendio que se extenderá como la pólvora. Y algo parecido sucede cuando congelamos algo, o lo hace un enemigo. Brynn puede manipular el entorno mediante sus habilidades que generan calor o frío, lo que permite desplegar estrategias como enfriar áreas para contrarrestar ataques de fuego o calentarlas para derretir el hielo. Por supuesto, hay enemigos más sensibles a los ataques de hielo y otros a los de fuego y decenas de formas imaginativas de resolver combates o puzles.
También entran en juego las condiciones climáticas de El Enclave, que influyen en las interacciones con objetos, áreas o enemigos. El juego cuenta con un ciclo de días y noches donde las condiciones climatológicas cambian: en los días fríos, por ejemplo, el hielo dura más tiempo y los metales son más frágiles.
Además de las habilidades térmicas, Brynn cuenta con otras que la permiten usar magia cinética, con la que altera la gravedad y le permite lanzarse o arrojar objetos y enemigos. Se pueden utilizar objetos del entorno como armas arrojadizas, o generar bloques de hielo para lanzarlos después a un enemigo. También puedes prender un tronco de un árbol para después lanzarlo a una criatura especialmente sensible al calor. O, sencillamente, quitar de en medio a un enemigo y lanzarlo lejos para poder concentrar tus esfuerzos en otro cuando te atacan desde varios frentes.
La referencia obligada a Shadow of the Colossus llega cuando tenemos que enfrentarnos a cada uno de los nueve enemigos gigantes que pueblan las distintas regiones del juego. En ellas habitan unos guardianes de tamaño colosal que nos podrán las cosas difíciles si queremos derrotarlos. Para ello, podremos seguir distintas estrategias, con la libertad que impregna el resto de desafíos del juego. Pero casi siempre será una buena idea combinar nuestras habilidades físicas y térmicas y el truco de encaramarnos y trepar por sus gigantescos cuerpos.
Una vez subidos a ellos podemos buscar sus puntos débiles y atacar allí donde les duele. También podemos congelar una de sus extremidades para que permanezcan quietos, por ejemplo, lanzando hielo a uno de sus pies para mantenerlo congelado y pegado al suelo. Mientras lo intenta liberar nos dará unos segundos preciosos para trepar por su espalda y alcanzar ese punto débil tan escondido donde darle bien duro. Las posibilidades son variadas y divertidas.
Por ejemplo, en un épico combate contra un dragón enorme, conseguimos subirnos a su espalda y, cada vez que alzaba el suelo (cómo se multiplicaban nuestras opciones de caernos y acabar aplastados en el suelo) nos dedicamos a llenar sus alas de hielo para obligarle a descender al suelo y seguir atacándole. Y ese hielo cumplía una doble función, ya que nos protegía de sus llamaradas.
En cuanto a los parecidos o referencias a Breath of the Wild tenemos que hablar de la escalada (y el sistema de resistencia de Brynn) y la recolección de materiales para mejorar nuestro equipo, habilidades y campamento. En El Enclave tenemos un mundo semi abierto donde podemos explorar con completa libertad y abrirnos paso a base de escalar cualquier superficie (siempre que sepamos gestionar esa típica barra de cansancio). Así, hay regiones con elementos muy verticales y muchas veces la forma de descubrir nuevas zonas será la escalada de montañas y demás accidentes geográficos. Por supuesto, escalar edificios y estructuras nos dará acceso a lugares secretos y cargados de recompensas y escalar sobre los enemigos gigantes también es parte fundamental del encanto del juego.
El juego cuenta con un sistema de recolección de recursos que es fundamental para su sistema de progresión. Nuestras incursiones en el Enclave nos permiten recoger todo tipo de materiales y recursos que podemos sacar de cofres, objetos, botines ocultos, pero también de los cuerpos de las criaturas y enemigos caídos o de árboles, rocas o objetos que destruyamos a golpes. Hay recursos de todo tipo y cuentan con diferentes rarezas que los harán más valiosos.
Con los recursos que obtengamos podemos acudir a nuestro campamento y nuestros compañeros tejedores harán un buen uso de ellos: mejorando el propio campamento para subirlo de nivel, mejorando nuestro equipo y apariencia, nuestras armas y nuestras habilidades mágicas. Toda la progresión de nuestro personaje depende de este sistema de crafteo, que nos tendrá entretenidos bastante tiempo. Y hay que tener en cuenta que los materiales cuentan con características físicas propias (protección, resistencia al calor o al frío, peso) y esto afecta a su calidad y a su resistencia: las altas temperaturas pueden refinar materiales, pero también destruir elementos frágiles como las pieles.
Los compañeros tejedores nos ayudarán a llevar a cabo esa progresión necesaria pa enfrentarnos a los nuevos desafíos del Enclave. Pero también los Tejedores cuentan con algunas historias opcionales que podemos completar para conseguir bonificaciones menores, como materiales raros o nuevas armaduras. Nuestras interacciones y algunas elecciones del jugador en estos arcos secundarios pueden llevarnos, incluso, a algunos romances ocultos.
La estética de Eternal Strands es llamativa, aunque es cierto que ese estilo tipo ‘Fortnite’ está empezando a saturarme un poco. Pero la verdad es que el trabajo de diseño de criaturas, personajes y entornos está realmente muy trabajado. El lore, los mundos y el aspecto gráfico que muestra El Enclave es digno de disfrutar en una consola de nueva generación. Además, hay un buen número de cinemáticas realizadas en animación tradicional en 2D que, sin ser dignas de un premio Oscar, tienen un buen nivel.
Lo que no me gustó demasiado y me hizo salir de la historia fueron los momentos de conversaciones con los tejedores, que se desarrollan como una novela visual interminable. Podían haber utilizado el motor 3D para generar planos y contraplanos sencillos y hubieran mejorado la experiencia. Este toque de juego de rol nipón no me convence, sobre todo porque algunos diálogos son eternos y, recordemos que no traducidos al castellano, lo que puede hacerlos tediosos y difíciles de seguir.
En general Eternal Strands es un juego fácil de completar, aunque cuenta con tres niveles de dificultad que puedes ajustar, aunque básicamente otorga más o menos cantidad de vida a Brynn. En el modo Normal las cosas son bastante sencillas y sólo morirás un par de veces o tres y la mayoría de ellas será porque te dejes llevar por las prisas o hagas algunas locuras intentando escalar lugares inaccesibles o enfrentándote a alguno de los colosos antes de contar con las habilidades apropiadas. El juego se encarga de recordarte amablemente cosas que, tal vez, eran innecesarias, como que pulses el botón triangulo para que el enemigo gigante de turno no te tire de su espalda.
Cuando Brynn muere, perdemos nuestro botín de recursos que hayamos recopilado, aunque se nos permite guardar tres de ellos antes de reaparecer en el último punto de viaje rápido donde nos desplazamos. Y no te preocupes, podrás volver a recolectar un montón de cosas casi en el mismo sitio, ya que las zonas se resetean en cada visita.
En general, todos los elementos del juego funcionan bien, pero se quedan algo cortos en muchos sentidos. El sistema de combate es interesante, y la libertad de elegir como acabar con los distintos enemigos se agradece, pero el cuerpo a cuerpo es tosco y desesperante y a veces tenemos demasiados recursos mágicos y terminamos utilizando casi siempre el mismo para quitarnos a los enemigos de encima.
Los combates épicos contra los nueve colosos son sin duda lo mejor del juego, pero en general también son bastante sencillos de completar. Y los combates con enemigos menores, que al principio resultan interesantes cuando descubrimos alguna nueva criatura e intentamos aprender cómo se comportan y cómo atacan, se vuelven molestos y tediosos cuando avanza el juego.
A partir de las 10 o 15 horas de juego comienzan a repetirse misiones, a tener que hacer una y otra vez las mismas tareas, a tener que salir a buscar recursos una y otra vez, saqueando zonas conocidas en un mapa que no es demasiado grande ni variado. Y aquí la historia del juego, las relaciones entre los tejedores, que podrían ser la sal que le faltase a la jugabilidad para animarnos a seguir, es cuando más flojea y nos hace perder interés. Al final, en los últimos compases, me vi avanzando con los únicos incentivos de hacer caer a todos los enemigos gigantes y conseguir el aspecto más molón de mi armadura y equipo, dándome igual la historia y leyendas del Enclave. Ojo, que puede ser lo único que busque un jugador tipo.
Lo primero que hay que hacer es agradecer al equipo de desarrollo una propuesta tan ambiciosa. Mezclar tantos diferentes conceptos y que te salga medianamente bien es todo un logro y no se puede decir que la ambientación, diseño y mecánicas de Eternal Strands no estén cuidadas. Pero puede que su equipo haya querido abarcar demasiado y se ha dejado buena parte del juego a medio gas: la historia, la progresión del personaje, el combate cuerpo a cuerpo, los diálogos y la profundidad de los personajes secundarios, la poca variedad de las misiones y tareas...
*Hemos realizado este análisis con un código de Eternal Strands para PS5.
Lo mejor:
Lo peor:
70/100