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Sufrimiento extremo tras perdonar una goleada histórica
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Sufrimiento extremo tras perdonar una goleada histórica

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Alberto Bravo

El Celta hizo bueno su plan de tirar la Copa para lucir en Liga durante 82 minutos. El Villarreal fue un juguete en manos de los celestes que perdonaron una goleada histórica para acabar sufriendo en un agónico final tras una pifia de Rubén Blanco en una cesión estúpida que metió a los de Calleja en el partido. Los vigueses, rotos, aguantaron hasta el 97 el 2-3 y retoman el pulso a LaLiga Santander con una victoria llena de suspense.

Presiones mal ejecutadas, falta de control en mediocampo y precipitación en las jugadas, así comenzó el duelo entre el Celta y el Villarreal en el Estadio de la Cerámica. Ninguno de los dos contendientes era capaz de marcar el tempo del encuentro y las llegadas, casi todas sin peligro, se iba acumulando en los primeros compases de un equilibrado partido.

Los de Cardoso, con el paso de los minutos se iban encontrando más cómodos sobre el césped. Elaboraban jugadas más largas, combinaban con mayor seguridad y se hacían con el control de partido pasados los primeros 15 minutos.

Brais perdona

Pero la gran ocasión de la primera mitad no llegó de una jugada colectiva. La buena presión ejecutada por Mallo y Jozabed permitió el robo del andaluz. Este encontró a Aspas que se lanzó a por el área del Villarreal. En la frontal apareció desmarcado a Brais Méndez y jugó para él.

El canterano, completamente sólo delante de Asenjo perdonó el 0-1 con un remate manso directo al guardameta. El propio Brais recogió el rechace y estrelló el balón al palo. Esta jugada contribuyó a elevar la confianza celeste sintiéndose superior a su rival.

La tímida réplica local llegó con un remate de cabeza de Gerard Moreno, un cabezazo centrado y sin fuerza muy sencillo para Rubén Blanco. El Villarreal, consciente de que estaba perdiendo la partida ante el Celta, estiró líneas y se mostró más comprometido con la presión hasta igualar las fuerzas pasada la media hora del encuentro.

Brais se redime

Pero este Celta, partido a partido, poco se parece al de Mohamed. Aspas primero, con un lanzamiento desviado advertía al Villarreal de lo que le venía encima hasta el descanso. Boufal lograba sacar una segunda cartulina amarilla y él y Aspas protagonizaban otra clara ocasión para un Celta que se estaba gustando en un campo casi maldito.

Respondio Gerard Moreno, pero el tanto que abrió el marcador en el Estadio de la Cerámica fue obra de Brais Méndez. Aspas asiste a la esquina de la frontal, ahí aparece el mosense y de nuevo, con el interior, remata a la meta de Asenjo que sólo puede rozar el esférico. Su disparo, al palo corto, sorprendía al meta del Villarreal para poner al Celta, en el 44, por delante justo antes del descanso.

La tormenta perfecta

Si el gol en el 44 se considera un tanto psicológico que te hagan lo mismo a los dos de la continuación destroza la moral de cualquier rival. Brais Méndez ponía una falta lateral al corazón del área y ahí aparecía imponente Okay para poner el 0-2.

Las caras de los jugadores del Villarreal antipaban lo que iba a suceder en los siguientes minutos. Maxi Gómez, casi sin participación hasta ese momento, acudía raudo a su cita con el gol y batía a Asenjo en el 51 cerrando el partido. Cariacontecidos los de Calleja vieron como el uruguayo perdonaba el 0-4 tan sólo dos minutos después.

La tormenta perfecta se había desatado, el Celta volvía a desaprovechar dos ocasiones más antes del 60 en lo que parecía una tarde que podría quedar en la historia del club por lo escandaloso del marcador.

Sólo la mala pata de Jozabed, que recibió el codazo de Okay, paró el ritmo del encuentro. El de Mairena del Alcor sangraba a borbotones y los servicios médicos tuvieron que cortar su hemorragia.

Pifia de Rubén

Con el choque cerrado y el Villarreal buscando lo imposible llegó la jugada tonta de la tarde. Cabral cedía el balón y Rubén lo recogía con las manos en una clara cesión que no dudó en señalar el colegiado.

La falta indirecta era anotada por Cazorla para poner el 1-3 en el 82. El Celta había perdonado y el Villarreal se metía en el partido con un segundo tanto en el 84 que no subió hasta el 88 al tener que ser bbà.

El Celta, que había hecho un partido perfecto, se encontraba con un final agónico. Gerard Moreno, en el 91 remataba al palo y el Celta se descomponía cuando aún quedaban más de cinco minutos por jugarse.

El arreón final de los de Calleja, con un Celta incapaz de dar dos pases seguidos, hasta que Aspas recibió una patada con la que paró el encuentro. Tres puntos agónicos marcados por 82 minutos de gran juego que quedan ensombrecidos por un final terrorífico.

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