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Dios ha vuelto para liderar al Celta
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Dios ha vuelto para liderar al Celta

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Alberto Bravo
Aspas celebrando un gol (Foto: LaLiga).
Aspas celebrando un gol (Foto: LaLiga).

El celtismo creyó en su Dios, ofreció sus amuletos ante su altar y Dios, es decir, Aspas, respondió a las plegarias de sus fieles realizando el tercer milagro de su carrera. Primero salvó al Celta de Segunda B, después del descenso a Segunda y ahora, este sábado, de otro posible y dramático descenso. El Celta remontó un 0-2 con dos goles del astro moañés, ha vuelto a meter al Villarreal en la lucha por el descenso y ha despejado el futuro del Celta porque si Dios juega en tu equipo, ganar siempre es más sencillo.

Balaídos no se llenó, pero sí presentó la mejor entrada de la temporada para un partido que el propio club se encargó de catalogar como una final. El celtismo veló armas en las horas previas, alentó a los suyos como nunca había hecho este curso, y recibió al autobús del equipo en una explanada de Balaídos abarrotada de enfervorecidas gargantas que ya dentro del estadio alzaron sus voces para entonar el himno de la 'afouteza e corazón' que serviría para llenar de coraje los corazones de los elegidos por Escribá.

El Celta, alentado por la grada, llevaba el ritmo del encuentro y empezaba a hilvanar las primeras jugadas de peligro en las botas de Brais y Boufal. La pelota se acercaba peligrosamente al área de Asenjo pero era el Villarreal el primero en crear una ocasión clara de gol en el minuto 9 con una contra conducida por Samu lanzada por Cazorla.

Jarro de agua helada

De ese contraataque llegó un córner que despejó mal Maxi Gómez para que la pelota llegase de nuevo al cuadro castellonense. Un nuevo centro y ahí apareció Toko Ekambi para abrir el marcador en el 10'.

Ekambi celebrando su gol (Foto: LaLiga).
Ekambi celebrando su gol (Foto: LaLiga).

Amagó con reaccionar el Celta, un par de acciones de Boufal pero Pedraza tenía reservado el puñetazo casi definitivo, el golpe letal. El zurdo se corrió todo el campo, se fue de cada uno de los jugadores del Celta hasta llegar a Rubén Blanco al que también regateó para anotar un gol que dejaba hundido a un equipo que en el primer intercambio de golpes salió noqueado.

Las buenas intenciones del celtismo duraron 20 minutos porque en Balaídos ya se empezaba a escuchar un "échale huevos Celta, échale huevos" que el resto de afición no tardó en tapar. El celtismo, que hizo todo para creer durante los últimos días, se dada de bruces con la cruda realidad.

Con todo perdido antes de que se llevasen 20 minutos de partido al Celta solo le quedaba tirar de épica, apostar por encerrar al Villarreal exponiéndose a sus contras e intentar marcar un gol que les metiese en el partido. Con más corazón que cabeza los vigueses adelantaron líneas, apretaron en la presión y se lanzaron a por la bien defendida meta de Asenjo.

Pero era de nuevo el Villarreal el que disponía de las mejores ocasiones. Rubén tuvo que sacar un mano a mano a Samu que hubiese supuesto el 0-3 en el 34' y es que los celestes en tareas defensivas eran un auténtico manojo de nervios cometiendo un fallo tras otro. La respuesta, una rosca al segundo palo de Brais Méndez que se marchó muy desviada y es que el equipo, a pesar de mostrar más mordiente que en anteriores encuentros, seguía muy lejos de anotar un gol.

El Celta lamentándose del gol de Pedraza (Foto: LaLiga).
El Celta lamentándose del gol de Pedraza (Foto: LaLiga).

Cada contra del Villarreal se convertía en una tragedia griega, la zaga celeste zozobraba ante la velocidad de Ekambi, Pedraza o Samu que tuvieron la oportunidad de sentenciar el encuentro antes del descanso. Rubén Blanco, muy atento, abortó con una buena salida la enésima ocasión amarilla para que Gil Manzano señalase el camino a los vestuarios.

Aspas, al rescate

La segunda mitad comenzaba con el mismo guión, el Villarreal esperando y el Celta buscando un hueco en una poblada zaga azulejera. Pero cuando Aspas está sobre el campo, la esperanza nunca se puede perder, Boufal recibía en la frontal y Mario lo derribaba de forma clara, era falta.

Sobre la corona del área posó Aspas el esférico, la pelota era solo suya, daba igual que Brais, Maxi o Boufal se acercasen a ella. El moañés miraba a su presa, por dónde colocar el balón y con un suave toque colocaba el esférico en la escuadra donde Asenjo, a pesar de rozar la pelota con la yema de sus dedos, tenía que recogerla en el fondo de sus mallas. Era el 50' y el Celta se metía de verdad en el partido.

Aspas rematando la falta (Foto: LaLiga).
Aspas rematando la falta (Foto: LaLiga).

Asenjo se sacó de encima un zapatazo de Mallo tras saque raso de Boufal que a punto estuvo de suponer el empate en el 59'. El Celta apretaba pero desguarnecía cada vez más su defensa, lo que le pudo costar algún disgusto, pero no había nada que perder.

El Celta disfrutaba de sus mejores minutos, acorralaba a los de Calleja en su área y el gol rondaba en el ambiente. Boufal, completamente solo mandó al pelota por encima del larguero de Asenjo en el 67' en una nueva oportunidad para lograr la balsámica, y ahora sí merecida, igualada.

Conexión Río de la Plata

Hoedt, que vino para dar salida al balón por la izquierda, puso el esférico a Olaza, el uruguayo, que debutaba en Primera centraba al corazón del área donde otro uruguayo, Maxi Gómez, entraba como un búfalo para reventar el esférico con su cabeza y batir a Asenjo. A los de Escribá les quedaban 20 minutos para culminar la gesta.

Maxi celebrando su gol (Foto: LaLiga).
Maxi celebrando su gol (Foto: LaLiga).

Un fuera de juego, un VAR, un penalti y un gol

Escribá había dado entrada a Sisto por un agotado Boufal, el Celta había bajado el ritmo pero en una acción aislada Brais recibía el balón y era derribado por Víctor Rúiz, Gil Manzano señalaba el punto de penalti y Balaídos estallaba hasta que el línea levantó el banderín para señalar fuera de juego.

La acción tenía que ser revisada por el VAR que validaba la posición de Brais Méndez para dar el penalti por válido. Aspas cogía el balón, engañaba a Asenjo y llevaba la locura a Balaídos. El Celta remontaba el 0-2 y se ponía por delante en el minuto 85.

Aspas anotando el penalti (Foto: LaLiga).
Aspas anotando el penalti (Foto: LaLiga).

Era el momento de aguantar, Escribá retiraba al héroe celeste y daba entrada a Cabral. El Celta, los jugadores, el cuerpo técnico y la afición empezaban a saborear el dulzor de la victoria, tras meses de crueles amarguras. Y llegó, Gil Manzano cogió su silbato, señaló el final y los celestes se derrumbaron sobre el césped con un Balaídos que solo gritaba "Sí se puede, sí se puede", y claro que se puede porque Dios ha regresado para liderar al Celta.

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