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El tío de Rafa Nadal

El tío de Rafa Nadal

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Foto autor
Carlos Puértolas
Seminario
Seminario

Rafa Nadal tiene dos tíos que presumen de jugar al tenis con él desde era un pollito. Los dos le llaman sobrino. Los dos dicen que Rafa podría haber sido un grandísimo futbolista pero prefirió la raqueta. Admiten que aquella elección fue la correcta. Los dos jugaron en el Fútbol Club Barcelona. Los dos campeonaron. Los dos jugaron como internacionales. Los dos viven en Mallorca. Los dos han jugado en La Romareda y en el Camp Nou. Tuvimos suerte. Sólo uno vistió la camiseta blanquilla. Sólo uno fue pichichi. El bueno. El loco. El mejor. Sólo uno: Juan Roberto Seminario.

Seminario es un peruano mallorquín o un mallorquín peruano, supongo que no lo sabe ni él. Desde su retirada en el año 72 reside largas temporadas en la isla e incluso regentó un hotel en el que invirtió parte de sus ahorros, los ganados en el Real Zaragoza también. Desconozco si aquel complejo tenía pista de tenis, lo que sí es seguro es que había balón. Amigo íntimo de la familia Nadal presume de haber enseñado mucho al tío Miguel Ángel y algo menos al sobrino Rafael.

El 'Loco' no está loco. La afición del Deportivo Municipal peruano le apodó así porque muchas de sus acciones eran una auténtica locura dentro de un fútbol de cartón piedra. Driblaba, gambeteaba, regateaba, jugaba y marcaba goles. Muchos. Muchísimos. Tantos que llamó la atención de muchos ojeadores de Europa. Ansioso por saltar el charco a pesar de tener ofertas de los grandes muy grandes sudamericanos encomendó su futuro a un árbitro metido a intermediario: Diego Di Leo. El presunto colegiado tocó muchas puertas, las del Real Zaragoza también. Helenio Herrera hizo las labores de intermediario, conversó con el club aragonés hasta la extenuación pero tras un enfrentamiento visceral con el FC Barcelona, no pudo traerlo a tierras aragonesas. HH había fracasado pero sólo a medias. Sí apañó un puente de dos años al Sporting de Portugal. Dos largas temporadas en las que disfrutó su primer amor europeo con la afición de Lisboa, tanto que cuerpo técnico y directiva dimitieron tras su pase definitivo a Zaragoza.

Aquí triunfó, sin paliativos, excusas ni vergüenzas. El gol fue su identidad única, rodeado de los mejores. La explosión llegó en la tercera jornada de aquel 61. Anotó cuatro goles al Racing de Santander y La Romareda se vino abajo. Al final de aquella temporada marcó 25 en 30 partidos, convirtiéndose en el único pichichi de la historia del club en Primera División. Fue un tipo listo, en el campo y fuera de él. De su agenda salió un nombre de los buenos: propuso al club fichar a Sigi. Su hermano lo trajo a la capital aragonesa por 125.000 soles peruanos puestos de su propio bolsillo y una orden del padre: tratarlo como a un hijo. Pronto Sigi se puso a entrenar y maravilló al entrenador César. El Real Zaragoza abonó el traspaso al propio Seminario, quien había actuado como agente.

El equipo de la temporada 61/62 con seminario en la fila inferior, segundo por la derecha
El equipo de la temporada 61/62 con seminario en la fila inferior, segundo por la derecha

El grupo selló una de las mejores temporadas de la historia del club. Finalizaron cuartos y en La Romareda tan sólo cedieron un empate, ante el Elche. Eso enfadó a César, quien había pasado por el banquillo levantino y prefería derrotar a su ex equipo antes que ganar a los más grandes. Con Lapetra y Murillo formó una sociedad histórica y con el técnico disfrutó de una complicidad dentro y fuera del campo. “¿Marco ya?” Le decía mediada la segunda parte. “Haz tu trabajo” contestaba el entrenador enfadado con la chulería del peruano. Seminario marcaba y ambos se reían.

Poderoso caballero fue Don Dinero, y no por parte de Seminario. Sus goles habían cruzado los Alpes y la Fiorentina le ofreció un traspaso que igualaba el presupuesto del Real Zaragoza para toda la temporada: veinte millones de pesetas. El club, canino en sus arcas, obligó a salir al indeciso Seminario. Eso sí, se despidió por todo lo alto, con cuatro goles al Mallorca en su Romareda. Cuenta a El Periódico de Aragón que pudieron ser cinco pero el árbitro se lo anuló con una explicación sencilla: “con cuatro basta”.

La Fiorentina le pagó un cheque en blanco para tampoco retenerlo y, por fin, llegó el Barcelona donde ganó la Copa de Ferias y descargó sus goles como quien reparte publicidad de su hotelito mallorquín por las playas isleñas.
La selección fue su único lunar. Vetado por jugar lejos de Perú no pudo redondear su carrera como internacional a pesar de ser uno de los culpables de acabar terceros en la Copa America cuando era casi un juvenil. Apenas jugó 19 partidos y marcó nueve goles.

Seminario era un loco sin estar loco, un loco demasiado cuerdo que pelotea con Rafa Nadal y su tío menos bueno. Seminario fue bueno pero no llegó a Mariscal: Gabriel Milito. Pero eso ya es otra historia.

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