Linares aleja al monstruo del descenso

Llueve menos sobre La Romareda. El Real Zaragoza tenía que ganar sí o sí y lo cambió todo. El sistema, a muchos de sus hombres respecto al anterior partido y las sensaciones de un encuentro que acabó con tres puntos que saben a paz. También el desarrollo del mismo: Linares marcó al inicio el gol salvador. Una vez capturado ese botín, el Zaragoza se abonó a la heroica. A defender con el cuchillo entre los dientes un gol con mucho peso. Parapetado atrás, las líneas juntas y con menos posesión que otras veces. Se sabía herido, con una plaga de bajas, así que se encerró en su trinchera y se dedicó a resistir. No era un partido ni para la belleza ni para el virtuosismo. La grada entendió el mensaje y arropó a su equipo hasta el suspiro de alivió que significó el pitido final.

La primera jugada del encuentro fue un disparo flojo de Aguirre a la derecha del portero que puso el primer, aunque tímido, 'uy' en la grada. El Zaragoza había salido como siempre, tocando y llegando al área, pero esta vez sí que tuvo premio su insistencia. Guitián encontró a Pep Biel con un pase medido y este le soltó un centro delicioso y suave a un Linares que sólo tuvo que meter la cabeza para gritar gol. El de Fuentes le pidió perdón a su exequipo tras ser abrazado por todos sus compañeros. Cuando la grada aún festejaba, Alexander estuvo a punto de lanzarles un jarro de agua fría con una buena llegada, pero el ex del Huesca no encontró puerta y su balón se fue por poco.

La siguiente jugada interesante fue una cabalgada veloz de Aguirre hacia la portería rival. Sin embargo fue desbaratada incomprensiblemente por el linier al entender que estaba en fuera de juego... y eso que el de Toledo recibió el balón claramente en su campo. El Elche llegaba en contadas ocasiones pero con veneno. En el minuto quince Qasmi cabeceó picado al poste izquierdo de Cristian. Avanzaba el partido con el Zaragoza dominando el marcador y la posesión, pero el Elche hacía daño cada vez que se acercaba. Como con un taconazo del activo Qasmi que Cristian paró con algún apuro. Justo tras esa jugada el partido tuvo un minuto de pausa para que Benito, lesionado, le dejara su sitio a Delmás.

Flotaba el Zaragoza cuando Soro, Biel y Linares combinaban, y se hundía en un mar de dudas cada vez que el Elche encontraba a sus hombres de banda o lograba un córner. En el minuto 27 Linares se quejó amargamente de un penalti que no le pitaron tras un leve empujón de Gonzalo Verdú. Aquello encendió definitivamente al público, muy enchufado durante todo el partido.

Pocas ocasiones de gol

Tocaba meterle cloroformo al partido, pausar el ritmo, y el Zaragoza lo consiguió. La posesión se igualó y el equipo aragonés comenzó a juntar líneas y cerrar mejor su centro del campo. Incluso pudo aumentar su ventaja. Soro tuvo el 2-0 en el minuto 40, pero Edgar Badía se encontró con su disparo.

La segunda parte comenzó tranquila. El Zaragoza movía el el balón a su antojo, sin profundidad. El Elche se animaba con algunas incursiones al área de Cristian, sin concretar nada. Su presencia estaba ahí, como un monstruo bajo la cama, y en el minuto 60 la grada ya murmuraba ante la falta de iniciativa de los locales. Faltaba chispa y profundidad. Pep Biel dejó su sitio en el campo por Javi Ros, con el objetivo de sumarle fiabilidad a la medular. Fue el navarro el que, en su primera acción, encontró a Soro en el área, quien disparó desviado. Aquella fue la primera jugada interesante del Zaragoza en la segunda parte, y eso que ya era el minuto 69. Linares la volvió a tener tras una buena jugada personal.

Resistir hasta ganar

El histórico Nino dejó su sitio al veloz Carlos Castro. Era cuestión de tiempo que el Elche se lanzara a tumba abierta a por el empate, pero los blanquillos estaban bien plantados en el campo. Faltaba ambición por cerrar el partido y velocidad a la hora de lanzar los contragolpes. El equipo quería apostar por la resistencia y Víctor metió más oxígeno al equipo con la entrada de Raúl Guti por Aguirre. Parapetado atrás, consumía los minutos, concentrado en no repetir errores del pasado y consciente de sus limitaciones. Cada falta que se sacaba, cada interrupción, cada balón que Linares aguantaba arriba era un triunfo. 'Resistir es ganar', pensaba todo el zaragocismo en su lucha contra un reloj que avanzaba demasiado lento o esa sensación daba.

El pitido final significó un suspiro de alivio colectivo. El Zaragoza más serio de la temporada a nivel defensivo le demostró a su gente que también sabe pelear con el marcador a favor. Linares aleja al monstruo del descenso y, sobre todo, le da paz a una plantilla muy necesitada de tranquilidad.