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El Real Zaragoza ajusticia al Nàstic... y respira

El Real Zaragoza ajusticia al Nàstic... y respira

DMQ
Foto autor
Manu González
Delmás celebra el 3-0 (Foto: Dani Marzo).
Delmás celebra el 3-0 (Foto: Dani Marzo).

Era necesario. El Real Zaragoza encontró un jardín en medio del desierto y se dio un homenaje ante un Gimnàstic que saltó derrotado al campo. Con la cabeza agachada y resignado a un descenso que es cuestión de semanas. Los catalanes le pusieron la el hacha en bandeja a su verdugo aragonés, que le ajustició sin piedad. Y es que el Zaragoza necesitaba un respiro, un desahogo, y descargó todas sus penas sobre el Nàstic. Pep Biel y Soro tocaron y disfrutaron, Delmás marcó un gran gol con la zurda en una buena jugada individual y Verdasca cantó gol. Fue una batalla fácil dentro de la guerra de horrores que está sufriendo el Zaragoza.

El partido se puso de cara ya desde el principio. Un tiro de Álvaro Vázquez taponado por un defensa provocó la primera alegría: en el córner siguiente Diogo Verdasca aprovechó un balón bajado por Vázquez y un mal rechace de Abraham para abrir el marcador. El portugués vio el balón manso y se lanzó con todo (y de cualquier manera) para marcar con la zurda a bocajarro. Un gol tan feo como vital para un equipo necesitado de un poco de suerte por fin.

El Nàstic no se quedó de brazos cruzados. Justo después del saque de centro, Imanol García entró solo en el área tras un centro raso de Luis Suárez y perdonó: remató lánguido y manso a las manos de un Cristian Álvarez al que solo le faltó darle las gracias. Era el minuto cinco, momento en el que entró la Grada de Animación en tromba al estadio y le puso algo de calor a un ambiente algo desangelado. En ese contexto, un bonito caracoleo de Soro acabó con el balón en la testa de Linares casi en línea de gol que despejó un zaguero in extremis. El Nàstic temblaba y el Zaragoza debía aprovecharse de la necesidad ajena.

Festival de goles

Delmás tuvo el 2-0 en un centro de Lasure. El lateral se metió como un rayo entre los centrales para asegurar con el interior izquierdo y quedarse a un suspiro de anotar. El Zaragoza tocaba sin oposición (con picos de posesión del 70%) y con suma tranquilidad. En una de estas rondas interminables de toques Pep Biel agarró un balón venido de James y presumió de zurda. El balear disparó ajustado al palo izquierdo del portero y marcó un auténtico golazo desde los tres cuartos de campo. Segundo golazo de Biel ante el equipo catalán en lo que va de temporada. El Zaragoza tocaba despojado de toneladas de presión; el Nàstic agonizaba.

La vida le sonreía al Zaragoza. Como en un balón en largo a Linares en el que el portero Bernabé dudó y despejó contra el cuerpo del de Fuentes. El Zaragoza no perdía la voracidad y se relamía con el sabor metálico de la sangre de su rival. Vázquez y Linares rondaban el gol; Soro y Biel encontraban espacios por todos lados; Eguaras e Igbekeme dominaban el centro del campo de un Nàstic que no hizo nada hasta que la zaga blanquilla se lo permitió. Fue en el 33, cuando el Nàstic se encontró con la madera. Luis Suárez metió la cabeza tras un rechace en el que Guitián le perdió la marca, y disparó al poste. A los dos minutos, lanzó fuerte y duro desde fuera del área y Cristian atrapó el esférico con algún apuro. Fueron las últimas palabras del desahuciado Nàstic.

En el 40 llegó la explosión. El orgasmo que necesitaba una afición muy necesitada. James abrió a la banda de Soro para que el de Ejea encontrara a un Delmás que se fue de la estática defensa catalana como quiso, se la pasó de pie a pie y definió a la perfección en el balcón del área con la zurda. Un golazo que los hinchas zaragocistas dirán que fue hermoso, algo tan cierto como que la defensa del Nàstic hizo muy poco para evitar la llegada del bravo lateral diestro. Bajo una intensa lluvia, el Zaragoza respiraba y se divertía ante un equipo que ya puede ir planificando su próxima temporada en Segunda B.

Segunda parte plácida

Como una gallina descabezada, el Nàstic saltó chisposo del vestuario. Los catalanes acecharon el área de Cristian, sin dar apenas miedo. Un espejismo. En medio del monólogo zaragocista, Víctor Fernández le dio entrada a Pombo (por Linares) para que se redimiera. Algo que no pasó inadvertido para algunos aficionados, que silbaron al canterano. Pasado el  60, Zapater entró por el hombre del partido, un Pep Biel que salió ovacionado. Minutos después, Bernabé le sacó a una mano un balón de gol a Pombo.

El partido se iba apagando poco a poco. Con el sombrío Nàstic resignado a su cruel destino y el equipo blanquillo sin atacar en tromba. Dio tiempo a que Cristian hiciera un par de paradas de las suyas (una de ellas hermosa y acrobática), y poco más. Goleada terapéutica de un Zaragoza que espanta el descenso hasta los siete puntos y que respira. Y eso, en la situación actual, es oro.

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