Discreto cierre de telón en La Romareda

Se acabó. La pelota ya no rodará más en La Romareda esta temporada. El Real Zaragoza no se jugaba nada, al Numancia le valía con empatar y que el Rayo Majadahonda no venciera... y las cosas salieron dentro de un guión poco emocionante. Tablas, cero a cero y empate a errores ante dos equipos agarrotados por sus propias dudas y limitaciones.

Fue un partido de pretemporada en cuanto a las causas por las que luchar y las razones para meter la pierna, y que de poco servirá sacar conclusiones. Y es que algunos de los jugadores que estuvieron ante el Numancia no se presentarán en la Ciudad Deportiva dentro de un mes. Un duelo obtuso, de pocas lecturas, de los que se olvidan nada más entrar a casa tras volver del estadio.

Para lo que había en juego el Real Zaragoza salió más o menos entonado al partido. Pep Biel buscaba la espalda de los centrales e inquietaba en ataque. La primera buena ocasión la tuvo Guti con un disparo desviado. El Numancia, cauteloso, optaba por esperar. Las llegadas fueron zaragocistas, con un Pep Biel especialmente enchufado y motivado. Soro, con un cabezazo desviado a centro de Delmás, tuvo la segunda mejor ocasión del inicio. El Numancia quiso acunar el partido, dormirlo, y se quedó con la posesión, sin apenas peligro. El conjunto blanquillo asintió plácidamente y tampoco se lanzó en tromba al ataque.

Marc Mateu, con un disparo desde la frontal que se fue fuera por poco, protagonizó la única jugada peligrosa del Numancia en los primeros 25 minutos. Ratón (que enardecido por su vuelta a la titularidad levantó un 'oh' en la grada con un espectacular recorte dentro del área a un rival) no juntó cuero con guante. En el 37, Álvaro Vázquez lanzó una falta buscando la escuadra, pero Juan Carlos le regaló a los suyos una de las paradas de la jornada. Gran gesto de calidad del de Badalona, uno de los últimos que dará con la camiseta blanquilla. Los dos equipos empataban a todo: a uys, a posesión, a la manera de tomarse un partido abierto en cuanto a juego pero prolijo en errores. El pitido del árbitro para dar paso al descanso le dejó a todo el mundo con la sensación de que todas las tramas e intrahistorias quedaban inconclusas.

Segunda parte tranquila, pero de alternativas

Un latigazo seco y traicionero de Biel mató el silencio de la grada en el minuto cuatro de la primera parte. Juan Carlos lo desvió abajo con muchos apuros... como siempre, el balear fue el que más ofreció en ataque. Suyos fueron los globos, los disparos con peligros, los intentos de paredes y pases al hueco. Atrás, Dorado salvó un gol claro al desviar in extremis un balón con mucho peligro en el área pequeña. La segunda parte, entretenida, dio sitio a las entradas de Marc Gual y Eguaras al campo. Dentro de la tónica cansina del partido, daba la sensación de que cualquiera de los dos equipos podía llevarse el partido.

Como cuando Álvaro Vázquez se fue de Carlos Gutiérrez con un sutil juego de piernas en una baldosa y disparó al poste. Era el minuto 73, y el Numancia respondió en la siguiente: Guillermo regateó a Ratón pero Dorado volvió a ser providencial y salvó el gol bajo palos. Tranquilos, unos; angustiados, los otros, preguntándose si aún podían hacer más para evitar el posible descenso. Los chispazos dieron paso a la tranquilidad total, sólo interrumpida por algunos pitos a Pombo cuando entró al campo por Soro.

No hubo manera de que el partido se rompiera en la recta final. El Numancia parecía con miedo, temeroso de romper el orden y las líneas, como dando por bueno un empate que no les sacaba de pobres... hasta que el Real Oviedo marcó el gol del empate contra el Rayo Majadahonda en el Tartiere (minuto 87). El Zaragoza tuvo una ocasión de Pombo y poco más.

El telón se fue cerrando poco a poco, sin alardes, sin ruido, sin dramas pero tampoco alegrías. Algunos pitos desde la grada y poco más. Queda viajar a Tenerife para poner punto y final a una temporada muy difícil para todo el mundo.