El fortín abre las puertas
La derrota frente al Mirandés ha supuesto un punto más en la crisis de resultados que está viviendo el Real Zaragoza durante las últimas semanas. Los aragoneses han sufrido tres derrotas en sus últimos cuatro encuentros, unas sensaciones negativas que, además, se han agudizado en el estadio municipal de La Romareda.
El coliseo zaragozano estaba llamado a convertirse en todo un fortín para los blanquillos, que hicieron de la fortaleza como locales un mantra. Misión que se cumplió durante el transcurso de las primeras jornadas de competición, pero que se ha torcido sobremanera en las últimas semanas, en las que el estadio de La Romareda parece haber abierto sus puertas para gozo de los visitantes.
En sus primeros cuatro partidos como local, el Real Zaragoza apenas encajó un único tanto. Fue capaz de frenar las acometidas del Tenerife, al que ganó por 2-0; del Elche, al que sometió por 1-0; encajó frente al Extremadura, al que ganó con solvencia por 3-1 y empató sin goles con el CD Lugo. Números que hacían de La Romareda un estadio temible para los rivales y al conjunto aragonés un candidato a todo.
Sin embargo, las últimas jornadas han dado la vuelta a la situación y en estos momentos la visita a La Romareda se convierte en el deseo para muchos de los clubes de LaLiga SmartBank. Apenas tardó tres minutos el Málaga en dar la voz de alerta, el tiempo que le costó a los andaluces anotar el primero de sus dos goles. Los mismos que han anotado en sus encuentros en la capital del Ebro tanto el Cádiz como en la última jornada el Mirandés.
Una media insostenible de goles encajados, principal de las misiones que deberá afrontar Víctor Fernández de cara a sus próximos compromisos, el de volver a dotar al equipo blanquillo de solidez defensiva, especialmente cuando tenga que defender las porterías de La Romareda.
Desde hace tiempo se viene diciendo, cuando empiezan las temporadas, que La Romareda va a ser un fortín; pero hace mucho que habitualmente no sucede. Y no será porque la afición no ponga de su parte. La otrora exigente parroquia zaragocista ha entendido como nadie la actual situación y se ha convertido en una auténtica madre, que aprovecha cualquier excusa para venirse arriba y tratar (muchas veces infructuosamente) de llevar en volandas al equipo. Y no nos engañemos con el principio de esta temporada, que tampoco la cosa fue como para tirar cohetes. Simplemente hubo la suerte de resultados de ahora está faltando, pero se sacaron los partidos por los pelos.