Y ahora vas tú, Barça

El Unicaja está en semifinales de la Copa del Rey, que ya es más de lo muchos recuerdan por Málaga. Ganó -no sin esfuerzo- a un combativo Bilbao Basket por ocho puntos (86-78). No es poca cosa. Supo sufrir y encontrar nuevas maneras de ser él mismo, algo que en este torneo puede tener una importancia supina. Se lució en los triples y entendió que dar el máximo en defensa no es negociable. Ya espera el Barcelona, que se coló con apuros en las semis tras ganar al Valencia.

No se sabe bien si era por el ambiente en el que te envuelve la Copa, pero los primeros minutos fueron frenéticos. Sin una excesiva carga de puntos pero sí de emotividad. De poder a poder, se intercambiaban golpes los dos equipos. El Unicaja se pasó más de seis minutos sin anotar de dos puntos. Sus tres primeras canastas fueron triples (9-11). Bilbao también se sentía bien tirando pero encontró mejores vías para anotar de dos. Pero el Unicaja se sentía bien y castigó a Bilbao más aún desde el perímetro con sendos triples de Granger y Toolson.
La igualdad reinaba en el Gran Canaria Arena, pero el Unicaja se agarró a un arma poco habitual como es el lanzamiento exterior para irse cuatro arriba (21-17).
Granger estaba desatado y con un triple suyo y otro de Kuzminskas, los de Plaza se marcharon de ocho (29-21). Preocupaba, no obstante, la falta de soluciones para anotar de dos, algo que el Bilbao sí conseguía gracias, sobre todo, a Todorovic (el otro, no Dejan).
Efectivamente, en cuanto el Unicaja perdió un par de ataques, Bilbao aprovechó para empatar (33-33). Pero un pequeño parcial de 7-2 volvió a dar ventaja al conjunto verde (40-35) y al descanso se llegó con 41-37. Olía a que el partido iba a ser un constante tira y afloja.
Sin embargo, las sensaciones no son certezas. Y menos en el deporte. Porque el arreón que pegó el Unicaja fue tremendo. En minuto y medio le había tomado 12 puntos al Bilbao (49-37).
Quería cerrar ya esa leyenda de sus terroríficos terceros cuartos y, además, hacerlo en una escenario inmejorable. Bertans y Mumbrú querían sujetar al Bilbao, pero Granger estaba en modo destroyer. 63-52 y menos de dos minutos para cerrar el cuarto.
Emergió Raúl López, que andaba por la pista enfadado consigo mismo hasta que clavó dos triples seguidos, pero ese invitado ocasional llamado Stefansson compensó la balanza (68-58). Bilbao no se rendía y logró sacar dos tiros libres para Williams en esos seis escasos segundos que quedaban para finalizar el tercer parcial. 68-59, una renta buena para soñar con las semifinales pero ni mucho menos definitiva.
El Unicaja estaba sabiendo leer muy bien el partido y gestionar su ventaja, hasta se puso a de nuevo con diez de ventaja tras dos tiros libres de Granger (75-65). Bilbao, sin embargo, se negaba a morir. A nada que el Unicaja redujo revoluciones, se puso a cinco (75-70). Y Plaza pidió tiempo muerto para poner orden.
Decidió jugar con dos bases para tener mayor control y puso a Suárez de cuatro, uno de los ases que se guarda Plaza bajo la manga para ciertas situaciones. Y la idea cuajó, mantenía la distancia, resistía golpes, devolvía a la más mínima. Tenía en el sitio que quería a Alonso.
Y llegó la puntilla. Granger penetró, hizo de señuelo y dejó libre a Markovic en la esquina para un triple que dejaba medio KO a Bilbao (84-74). Quedaba menos de un minuto y el Unicaja tenía ocho de ventaja. Paró el reloj Bertans haciendo una falta a Toolson, un seguro de vida desde la línea de personal (86-78). Fin de la historia. Ahora toca encerrar la euforia y pensar en el Barcelona.