El Unicaja se enfrenta a un panorama inédito en lo que va de siglo. Nunca hubo dos temporadas seguidas donde el club de Los Guindos se ausentó de la Euroliga. Hasta hoy, no participó en tres ediciones (2000/01, 2016/17 y 2018/19). El Valencia Basket se alzó con el título de la Eurocup y también cerró la puerta de la máxima competición continental para la próxima campaña. Así lo manifestó Jordi Bertomeu, que aseguró en varias ocasiones que no habrá cinco equipos españoles, una situación que además impide uno de los artículos de la competición.
La sensación de aquí en adelante es que el único objetivo tangible es asegurar la plaza para la próxima Eurocup. No obstante, el regreso del núcleo duro de los españoles invita a no ponerse techo. No lo hubo en el inicio de temporada, cuando el equipo engrasó bien. En sus más de 40 años de historia sólo hay una ACB en sus vitrinas, lo cual es suficiente motivo para no abandonarse en un final de curso un tanto desangelado por el nuevo adiós a la Euroliga. Tampoco se lo puede permitir un club de tal entidad, más aún tras la despedida temprana y de la manera en que del play off.
Aunque desde la zona noble de Los Guindos se intenta amortiguar el golpe relativizando. Pese a ello, el Unicaja tiene que luchar con todas sus herramientas para no descabalgarse de ese primer vagón europeo, que cada vez estira las diferencias deportivas y económicas con los que marchan a rebufo. En ese abismo intermedio está el equipo malagueño, que no hizo méritos en esta campaña aún para colarse en el selecto grupo de dieciséis. Un horizonte pleno de incertidumbre donde el cuadro cajista debe trazar con claridad sus líneas maestras, que deben llevar aparejadas la palabras ambición para no seguir descendiendo en el escalafón continental.