El sentimiento patrio del aficionado español con Luka Doncic: cómo se puede apoyar más a un esloveno que a Santi Aldama

A lo largo de su historia, el baloncesto español siempre ha gozado de grandes generaciones de jugadores que han hecho disfrutar a los aficionados de la pelota naranja de impresionantes éxitos jamás pensados para muchos.

Desde Fernando Martín a Pau Gasol, pasando por Navarro, Marc, Ricky, Epi, Corbalan entre otros muchos, el baloncesto nacional siempre ha tenido leyendas en las que poner el foco y adorar.

Sin embargo, el baloncesto español no solo se ha construido a base de jugadores nacionales. En la era moderna y con una progresiva globalización extrema, el sentimiento patrio también se sostiene con jugadores que, sin vestir los colores de la selección, se han ganado el cariño de la gente por sus éxitos a nivel de clubes.

Tanto es así que hay una nueva ‘corriente’ que sostiene que esos logros venideros también son acreditados como ‘nuestros’ solo por el hecho de haber sido exitoso en territorio español previamente.

El ejemplo más claro para explicar este pensamiento es Luka Doncic, que tras su periplo laureado en el Real Madrid, el aficionado español ha decidido ‘apropiarse’ como suyo todo lo que consiga a nivel individual o colectivo en la NBA. Un punto de vista extraño aunque ya sucedido anteriormente con jugadores como Sabonis o Pozingis, que contrapone el menor cariño que recibe uno de los nuestros. Ese es el caso de Santi Aldama, único jugador español en la NBA que no tiene ni de cerca, la notoriedad que tienen en España Luka Doncic.

Un sentimiento extraño que tiene varias explicaciones posibles, entre las que destacan la magnitud del jugador, la presión mediática y las expectativas entre ambos.

Los casos de Luka Doncic y Santi Aldama

Doncic llegó a la NBA con la responsabilidad de ser el jugador franquicia de unos Mavericks venidos a menos. Las expectativas siempre han estado muy altas con él en sus siete años en la liga y la difusión mediática también. Con un traspaso a los Lakers de Lebron de por medio, todo lo acontecido con Doncic siempre ha sido muy observado por cualquier aficionado al baloncesto. Sus éxitos y fracasos siempre han estado a debate. Es por eso que en España y con una NBA que sabe vender muy bien su producto, Doncic se ha consagrado como un referente nacional ante la gran sombra de una figura laureada como la de Pau Gasol. Los éxitos que se le presuponen al esloveno y su carisma en su juego han creado una figura a la que el aficionado español se agarra ante la falta de opciones.

La comparación con Aldama es tramposa, ya que el canario escogió otro camino para llegar a la élite. Elegido en el último puesto de la primera ronda del draft, Aldama ha construido en Memphis una camino donde su trabajo en la pista le ha dado sus frutos. De 11 minutos y 4 puntos de media en su año rookie a los 25 minutos y casi 13 puntos en su cuarto año, Aldama está más que asentado en un rol de secundario muy valioso para su equipo.

La comparación del 'cariño' a Doncic y Aldama

¿Por qué en España Aldama pasa desapercibido? La principal razón es que su formación no pasó ni por una cantera de renombre ni por debutar en ningún equipo ACB. Aldama se formó hasta los 18 años en Canterbury Lions Academy rechazando a Real Madrid y Barça. Posteriormente, su paso por la Universidad de Loyola Maryland le dio pie a jugar en la NBA pero no a ganarse el cariño de los españoles.

¿Y por qué se quiere más a Luka entonces? Por la exposición mediática y las expectativas. Nadie en la NBA o en España le exigirán a Aldama ganar la NBA siendo el líder del equipo ni estar en el top 5 de los mejores jugadores de la liga. Algo que Luka sí y se le exige ya.

Todo el mundo le presupone a Aldama una carrera larga y con un papel reseñable en aquellos equipos donde este, pero ese techo que todos le presuponemos hace que el ruido sea menor en comparación con Doncic .

Actualmente Doncic y Aldama conviven en una misma competición y la afición española siempre respaldará a ambos en su futuro profesional. Lo que está claro es que siempre habrá diferencias y su magnitud nunca será la misma.