El niño de Pedrera que silenció el Emirates
En el noreste de Londres se levanta uno de los momentos al fútbol más espectaculares del mundo. El Emirates Stadium, el campo del Arsenal, es una modernísima megaestructura futbolística que da cabida a una de las más pasionales aficiones de las islas.
En él caben 60.335 personas. Un dato sin más, hasta el domingo pasado. Y es que ese apareció por allí un chaval de un humilde pueblo sevillano. Tan humilde que en el Emirates cabrían 12 veces los habitantes de Pedrera.
Era un auténtico desconocido en Inglaterra a pesar de que el Aston Villa pagó dos kilos por él al Sevilla en verano. Pero en la Premier es muy importante eso de ‘tener cartel’. Y Antonio Luna no lo tenía.
Su equipo, el Aston Villa, estuvo a punto de bajar el año pasado a Segunda y acudía a Londres a tratar de no salir muy mal parado en el debut liguero. Luna tiene un compañero que es una auténtica bestia. Se llama Christian Benteke (belga) y será en poco tiempo delantero centro titular de un grande de Europa.
Pues bien, entre él y su amigo el andaluz, silenciaron el Emirates Stadium. 1-3, y para casa. Así de simple.
Luna debutaba en la liga inglesa y ya había dado muestras en pretemporada de que llegaba cargado de confianza. De ese confianza que solo jugadores buenos saben darse a sí mismos (porque aquí tenía que demostrar todo). Se ganó el puesto en verano y el domingo dio un recital.
Uno de los jugadores más rápidos del mundo, el internacional inglés Theo Walcott, todavía sueña con Luna. Le fue imposible de superar durante los 90 minutos.
Ese risueño niño de Pedrera, al que ni los 'modernos' tatuajes de sus brazos contagian un ápice de chulería, se dejó los complejos en el vestuario. Debió salir al campo pensando: "no sabéis quién soy, pero a partir de hoy os enteraréis". Y se enteraron, sí. Todo el país, además.
Porque si su partidazo en defensa no había sido suficiente, en el descuento, recogió en el centro del campo un despeje de su defensa (él es lateral izquierdo) para conducir la pelota y plantarse solo ante Szczesny. Vaya situación, ¿no? Debutando, un defensa, 22 años y con 60.000 tíos en contra en la grada. Tanta presión, que el niño levantó la cabeza, miró al portero y, como si de su admiradísimo Kanouté se tratará, le dijo: "en el palo te la pongo". Al palo y gol.
¿Por qué tanta seguridad en una situación así? ¿por qué ni un solo error en los momentos claves? ¿por qué una adaptación tan rápida sin tener ni idea de inglés? Toda la explicación se encuentra en el mensaje que recibí del goleador a la hora de acabado el partido: "esto, el lunes, no valdrá de nada si no seguimos haciéndolo así".
Mentalidad ganadora se llama. Por eso unos llegan y otros no, porque el talento puede estar tan escondido como su pueblo para un vecino Londres.
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