El título que le falta a Torres
Fernando Torres, delantero del Atlético de Madrid, encara su segunda final con el equipo de su vida, también su última oportunidad de levantar el título con el que soñó desde niño, en un club del que es futbolista, aficionado e ídolo, en el que ya ha iniciado la cuenta atrás hacia su adiós.
El domingo frente al Eibar en el estadio Wanda Metropolitano está marcado como el fin de su carrera en el conjunto rojiblanco, como su último partido con el Atlético, con el que ha jugado ya 402 encuentros y ha marcado 127 goles, desde su debut el 27 de mayo de 2001 contra el Leganés en el Vicente Calderón y desde su primer gol, la siguiente jornada, de cabeza en el Carlos Belmonte de Albacete.
Aún tiene pendiente un objetivo ineludible en su carrera: ser campeón con el Atlético. "Es la oportunidad de ganar un título con mi club, en mi casa, lo que soñaba desde pequeño", afirmó el pasado miércoles el atacante sobre la final de Lyon, en el día abierto a los medios del club rojiblanco en el estadio Wanda Metropolitano.
Su palmarés es imponente. Lo ha conquistado todo como jugador a nivel internacional. Ha sido doble campeón de Europa (2008 y 2012) y una vez del Mundo (2010) con la selección española, el primero de ellos con él como goleador decisivo en la final, y también ha logrado una Liga de Campeones (2012) y una Liga Europa (2013) a nivel de clubes, las dos en las filas del Chelsea londinense.
Lo ha ganado todo, pero nunca con el equipo rojiblanco; una de sus metas cuando regresó al club en enero de 2015, cuando juntó a 50.000 espectadores en una presentación sin precedentes antes y después en la historia de la entidad en el Vicente Calderón y cuando se produjo su reestreno con triunfo en un derbi ante el Real Madrid.
La primera ocasión para cumplir ese reto de ganar títulos de rojiblanco, hace dos años en la Liga de Campeones en Milán contra el Real Madrid, la frustraron los penaltis. Con él como titular y como protagonista de una pena máxima que después falló Antoine Griezmann, ese momento decisivo apartó al Atlético y a él de su gran ambición.
Ahora, la Liga Europa le ofrece una nueva oportunidad, la última, para cumplir el sueño de aquel niño que impresionó a todos en su primera prueba con el Atlético siendo alevín, de aquel joven que irrumpió en el primer equipo en Segunda División, en una de las peores épocas del club, como la esperanza, el alma y la ilusión para los aficionados, para creer que se podía volver a ser grande...
También de aquel hombre que, después de su paso por el Liverpool, el Chelsea y el Milán, de sus logros imponentes con la selección española, volvió al Atlético de Madrid, a su casa, a su felicidad, para perseguir el único título que le falta, incomparable por el sentido emotivo que tiene para un jugador de corazón rojiblanco.