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Rumanía, un fútbol en decadencia que apela a los jóvenes para soñar de nuevo
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Rumanía, un fútbol en decadencia que apela a los jóvenes para soñar de nuevo

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Marcel Gascón

Bucarest, 3 sep .- Rumanía vivió, durante la segunda mitad de junio, una fiesta del fútbol como ya casi no recordaba.

Congregados en los bares y ante pantallas gigantes instaladas en los centros comerciales, miles de aficionados rumanos se volcaron con el Europeo sub'21 como si de una competición de la selección absoluta se tratara.

Veintiún años después de que Rumanía se clasificara por última vez para un Mundial absoluto, y a casi dos décadas de la última Eurocopa en que el equipo nacional pasó de la primera fase, los rumanos recuperaban el entusiasmo por su fútbol con la selección sub'21.

Con un juego vertical y explosivo que no se le veía a Rumanía desde los tiempos de Gica Hagi, los jóvenes que entrena el excapitán del Steaua Mirel Radoi acabaron líderes de grupo por delante de potencias como Inglaterra y Francia y de la emergente Croacia.

Solo la pegada alemana en una semifinal vibrante con momentos de partido de patio de colegio les apartó de medirse en la final a España, que acabaría proclamándose campeona.

La ilusión con que el país vivió el país el campeonato es una muestra clara del hambre de alegrías que, después de lustros de fracasos, tienen los seguidores de un combinado nacional rumano que el jueves recibirá a España en Bucarest en un partido decisivo de la fase de clasificación de la Eurocopa de 2020.

Ante una España que cuenta sus partidos por victorias y lidera el Grupo F con 12 puntos, Rumanía (7 puntos) se juega buena parte de sus opciones y necesita puntuar para no ser alcanzada en la tabla por Suecia (7) y Noruega (5).

Con sus equipos y la selección nacional sumidos en una crisis sin precedentes que no ha hecho sino ahondarse en los últimos tiempos, Rumanía necesita como nunca obtener un billete para la próxima Eurocopa, que se disputará el próximo verano y tendrá por primera vez como sedes a 12 ciudades europeas de países distintos.

Por una parte, Bucarest es una de las ciudades anfitrionas, y los rumanos anhelan poder ver a su equipo en la primera edición de una Eurocopa que pasa por su territorio.

Pero sobre todo están las urgencias históricas.

Tras despertar la admiración del mundo en el Mundial de Estados Unidos de 1994 con un equipo lleno de talento liderado por Hagi, Gica Popescu o Florin Raducioiu que llegó a cuartos, Rumanía siguió dando buenos jugadores como Adrian Ilie, Constantin Galca o Gheorghe Craioveanu.

Pero la desaparición del modelo de cantera, esfuerzo y disciplina establecido por el régimen comunista en el que se formaron Hagi y la generación que le hizo ganar al Steaua la Copa de Europa en 1986 dio lugar a una privatización del fútbol nacional caótica y marcada por la corrupción.

Multitud de jugadores extranjeros de segunda fila siempre conectados a oscuros representantes que se enriquecían junto a directivos y entrenadores con los traspasos han ido cerrando las puertas a los jóvenes locales desde la caída del comunismo en 1989.

Sin confianza en sus equipos, que no brillan en Europa desde que el Steaua llegara en 2006 a las semifinales de la UEFA tras eliminar al Rapid, las jóvenes promesas nacionales han ido perdiendo fuerza hasta dejar a la selección sin talento del que nutrirse para seguir paseándose con solvencia por la escena internacional.

Pocas cosas hablan tanto del saldo de estas tres décadas de liberalización del fútbol rumano como el hecho de que los presidentes del Steaua, el Dinamo y el Rapid de Bucarest, los tres grandes equipos de la capital, hayan acabado en la cárcel por corrupción y hundidos en las deudas.

Pero las cosas podrían estar cambiando con la irrupción de la generación de jugadores que devolvió el orgullo a los rumanos en el Europeo de junio.

Surgida en gran medida de la academia y el equipo fundado por Hagi -el Viitorul- para dar a los nuevos valores la oportunidad que le dieron a él en los años ochenta, esta nueva hornada de potenciales estrellas es el primer brote verde que produce el fútbol rumano en las últimas dos décadas y ya es un pilar fundamental de la selección absoluta.

Los espectadores españoles podrán seguir las evoluciones de algunos de estos futbolistas jóvenes en el partido del jueves, en el que el seleccionador Cosmin Contra -que jugó en el Alavés y el Atlético- ha convocado a 7 jugadores que participaron en el Europeo sub'21 de junio.

El ariete George Puscas y el flamante fichaje del Ajax, el mediapunta Razvan Marin, son, junto al hijo de Gica Hagi, Ianis Hagi, algunos de los futbolistas a seguir en el renovado combinado rumano.

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