El escudero de Manolo Jiménez en Abu Dhabi: "Aún no somos conscientes de la realidad"

Más de 5.600 kilómetros separan Madrid, uno de los focos del coronavirus en España, de Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes. Allí ejerce de preparador físico Sebastián López junto al entrenador sevillano Manolo Jiménez, en el Al-Wahda, donde ambos llegaron a finales de octubre para hacerse cargo de un equipo que miraba con recelo a los puestos altos de la tabla. Más de cuatro meses después, el conjunto presidido por Saeed bin Zayed Al Nahyan, miembro de la familia real de la ciudad, sueña con escalar en la Champios League Asiática y ya asoma la cabeza en la cima de la clasificación.

Quedan siete jornadas por disputarse, mientras que el torneo continental apenas ha comenzado. Todo, de momento, ha quedado en stand by como medida de precaución ante el auge del COVID-19. No obstante, el panorama social se identifica poco con lo que estamos viviendo ahora en España. “Por aquí hay pocos casos. En cierta medida, aquí se hace vida normal, aunque se están empezando a tomar precauciones: te toman la temperatura, han suspendido las clases y no hay liga ni entrenamientos”, narra Sebastián a través del móvil.

El caché del cuerpo técnico que lidera Manolo Jiménez anima a pensar en ligar su estancia con la consecución de algún título, pero la situación deportiva al aterrizar en el Golfo Pérsico ya era compleja: las lesiones diezmaron el rendimiento de la plantilla e incluso algunos jugadores importantes se vieron en la obligación de responder a la llamada del servicio militar, “y aun así estamos a dos puntos del segundo y con la intención de llegar lo más lejos posible en la Champions”.

Precisamente en esa competición, semidesconocida en Europa, vivió una de sus grandes experiencias en Asia: “Cruzar la frontera de Irak fue como estar en una película. El país está en zona de conflicto e impacta muchísimo. Ves metralletas, el ejército escoltándote… No sentimos peligro, pero el partido se desarrolló en un ambiente complicado y en unas condiciones muy malas”. Ganaron 0-1 con gol de M’Poku en el 88’.

La tercera jornada ya no se jugaría. El Al-Wahda tenía que viajar a Teherán, capital de Irán, para jugar ante el Esteghlal. El 7 de marzo, fecha en la que debía disputarse el partido, el país asiático ya se había convertido en una de las zonas con mayor índice de contagiados del continente.

El coronavirus golpea la Champions Asiática

“Nuestra primera experiencia de coronavirus fue en la Champions, teníamos que jugar contra el Esteghlal y en Irán ya estaban apareciendo casos. No se juega y pronto nos anuncian que se para la competición. Luego nos tocaba jugar la Liga, todo en aparente normalidad porque aquí los casos no son numerosos”, cuenta.

Pero repentinamente, añade, todo se complica: “Jugamos fuera de casa -ganan 1-2 ante Al Dhafra- y nos anuncian que esto sigue, pero, eso mismo día, desde las instituciones nos hacen llegar que tenemos que suspender la competición al menos por una semana. Se para todo. Y hasta ahora, con la incertidumbre de que no sabemos lo que va a pasar”. Minutos después de terminar la charla, el club recibiría la noticia de prolongar la cancelación, hasta nuevo aviso, de toda actividad deportiva.

La decisión de paralizar el fútbol llega el 14 de marzo, más de dos semanas después de que se cancelara el Tour UAE, precisamente a la llegada del pelotón a Abu Dhabi; incluso los ciclistas y miembros de los equipos se vieron forzados a permanecer en cuarentena en un hotel de la ciudad. “Sí que es cierto que permanecieron confinados en una zona de la ciudad, en el hotel Yas Marina, pero en ese momento continuamos haciendo vida normal. Se sintió como una anécdota. Ahora están tomando medidas, pero nosotros hemos seguido entrenando y compitiendo hasta hace muy poco”, destaca.

Ni siquiera los futbolistas, al contrario de lo que ha pasado recientemente en Turquía, han sentido preocupación al respecto. “La realidad es que aquí hemos empezado a ser conscientes desde hace muy poco, sobre todo a raíz de lo que llega desde Europa. La gente no es consciente, tampoco los jugadores. Lo único que hicieron fue cerrar los estadios hace tres semanas, se estaba jugando sin gente. Yo estoy preocupado como es normal, lo primero es la salud y deberíamos tomar medidas drásticas lo antes posible para evitar lo que está ocurriendo en España”, subraya.

“No estamos de vacaciones, estamos trabajando”

Una semana después, el deber del preparador físico ha estado orientado a mantener a los futbolistas “activos”. Los entrenamientos quedaron suspendidos, pero la vida sigue su curso en Abu Dhabi, lo que repercute en beneficios -a nivel deportivo- impensables en España.

“Los entrenamientos en grupo sí están cancelados, pero los jugadores pueden hacer uso de gimnasios privados, salir a la calle, no tienen los mismos obstáculos que en España. No se puede entrenar de forma colectiva, aunque sí de manera individual. Yo vivo en una urbanización con futbolistas y organizo con ellos entrenamientos individuales en el gimnasio. Vamos resolviendo dudas por vía telefónica, es la forma de obtener algo de feedback”, recalca.

Su trabajo esta semana busca evitar “en la medida de lo posible un descenso del rendimiento. Los futbolistas profesionales tienen un gasto energético enorme, por lo que intentamos que se mantengan lo más activos posibles. Les hemos dado un trabajo individual adaptado a las posibilidades de cada uno, que consiste principalmente en trabajo de fuerza, así como trabajo aeróbico. También aprovechamos para trabajar otros aspectos que durante el periodo competitivo podemos trabajar con menos frecuencia por falta de tiempo o calendario”.

Pero no todo el trabajo va destinado a potenciar el apartado físico, “trabajar la mente puede ser hasta más importante”. El teletrabajo del futbolista rompe con la naturaleza del deporte. “Para ellos la situación es muy compleja, sobre todo por la incertidumbre de que no saben cuándo van a volver y tienen que estar preparados. Además, están acostumbrados a entrenar en grupo, en un vestuario, y ahora pasan a entrenar en casa, sin la presencia de alguien que les pueda ayudar”, resalta. Sabe de lo que habla, su trabajo, junto al resto de sus compañeros, sirvió para que el AEK ganase la Liga Griega 24 años después.

La falta de fútbol y, por ende, la no comercialización del producto amenaza con abrir una brecha económica que ya se deja ver en forma de ERTE. La pelota no rueda el fin de semana, pero sí hay -mucho- trabajo detrás del parón.

“No tengo mucho conocimiento, pero estamos trabajando, no estamos de vacaciones. Es más, te diría que el trabajo es igual o superior. Tenemos un grupo de WhatsApp para hablar de los entrenamientos durante el parón. Yo estoy disponible para cualquier duda, voy hasta a sus casas para que tengan claro todo. Hay que estar 24 horas conectado. Al final la intención es hacerlo lo mejor posible dentro de las circunstancias”, reivindica.

Y todo ello envuelto en un halo de preocupación, por la amenaza del virus y por sus seres queridos, a muchos kilómetros de su actual residencia. Entonces acentúa su intranquilidad: “Tengo familiares y amigos en cuarentena, algunos de ellos con síntomas. Me llegan problemas reales, de gran magnitud y estoy preocupado porque aquí aún no somos conscientes”. Con un ojo en las personas más cercanas, Sebastián López también es partícipe del efecto dominó que sufre el fútbol, que cae a medida que avanza el virus. “Mucho ánimo”, se despide, ánimo también para él.