Raúl López y ser portero con discapacidad auditiva: de leer los labios a no enterarse cuando le insultan
"Tiene un Ferrari" en sus oídos. Por eso hablar con él no requiere ningún esfuerzo, nada especial. Aunque él tiene un aura especial. Destila calma. No parece que tenga 16 años. Sonríe con la timidez de un adolescente que habla por primera vez delante de una cámara. Tiene las manos de un jugador de baloncesto, mide 1'82 y tiene la planta de un portero que apunta alto y no por su estatura. Se define como un portero que no se complica y que domina por sus reflejos. Todo cuadra: su ídolo es Iker Casillas, el actual es Thibaut Courtois y también se fija en Ter Stegen. Raúl López es de Estepona, municipio costero de Málaga, y del CD Estepona, donde lleva una década haciendo paradas.
Tampoco parece que tenga un 70 por ciento de discapacidad auditiva. Ha elegido a ElDesmarque para normalizar lo extraordinario y contar su historia. ¿Cómo es ser portero jugando con audífonos? ¿Cómo es vivir oyendo tan solo un 30 por ciento de lo que te rodea?
Le acompaña su madre, Esther Quirós, mientras rememora anécdotas del mayor de sus tres hijos -todos futbolistas, de mayor a menor: portero, medio centro y delantero-. Pega el sol bien fuerte en el coqueto y antiguo Municipal de San Fernando, donde florece el fútbol base en Estepona. "Nos dimos cuenta cuando empezó a leer en el colegio. Los compañeros leían, y cuando él tenía que seguir no sabía por donde tenía que leer. Ahí empezamos a saber que era una pérdida auditiva", relata.
El deporte fue una solución para sus dificultades para socializar. Era tímido y solo se sentía seguro en su círculo más cercano. "De pequeño fue difícil, lo pasamos mal. Lo llamaban para jugar a otro equipo y él no quería. Con los años ha ido cogiendo más seguridad en sí mismo", explica Quirós, que se emociona un poco al recordar la personalidad desconfiada de su hijo. Raúl lo reconoce: "Ahora estoy mucho menos tímido, me relaciono mucho más con la gente. Si me llaman, voy a la primera. Es un deporte colectivo y es algo mejor para mi".
El remedio casero de su padre
Jugar con audífonos es muy incómodo. Por eso hay profesionales como Estela Doiro, jugadora del Costa del Sol Málaga de la Liga Guerreras de balonmano, que se los quitan para los partidos. Ella también tiene una discapacidad auditiva, aunque del 50 por ciento. A Raúl se le ha caído el aparato más de una vez en mitad de un partido. Su padre, Fran López, ideó un invento casero para que los audífonos de su hijo no se le salieran.
Como cuenta en el video superior, utiliza un "cablecito de silicona" que va de un aparato a otro por detrás de la cabeza. Así, se sujetan ambos a través de este cable acoplado en el cráneo. "He pensado hasta en patentarlo, porque en el mercado no hay audífonos para deportistas", expresa medio en broma Fran López.
Además, estos sonotones son muy caros. Decir al inicio de este reportaje que Raúl lleva un Ferrari en sus tímpanos no es ninguna exageración, es un símil. Su madre nos lo cuenta: "Sus aparatos son la gama alta del mercado, cuestan unos 7.500 euros y con el sudor se oxidan y hay que ir cambiándolos cada cierto tiempo".
Con ellos también puede escuchar música, como si tuviera unos auriculares con los que también reduce automáticamente el ruido. Otra ventaja de su sordera parcial: "Cuando se ponen detrás de la portería los aficionados rivales y me insultan, no me entero. Yo los intento ignorar. Con el ruido que hagan, el sonido de los audífonos se me baja de nivel y escucho menos. Entonces paso de los que me insultan".
"Si me quito el aparato, escucho muy poco. Por eso aprendí desde chico a leer los labios. Miro a la boca de la otra persona para saber lo que dice. Además, si quiero enterarme de algo que están diciendo en el bar, lo puedo entender".
¿Cómo se desenvuelve en un partido?
Con los compañeros se entiende casi con una simple mirada. Y sin el casi. Sobran las palabras. La comunicación con su entrenador también es esencial y, en este caso, también diferente. Como en los recreos de nuestra infancia, juegan al teléfono, aunque sin secretitos en el oído: el entrenador le da una instrucción a uno de sus compañeros, normalmente el central, y este le pasa el mensaje a Raúl. Una cadena comunicativa de la que no depende, porque ha ideado una técnica más propia de espía que de portero.
Es un lince. Su visión va más allá, porque debe leer los labios de sus compañeros y rivales para entender lo que está pasando. "Si me quito el aparato, escucho muy poco. Por eso aprendí desde chico a leer los labios. Así me comunico. Miro a la boca de la otra persona para saber lo que dice. Además, si quiero enterarme de algo que están diciendo en el bar, lo puedo entender leyendo los labios", cuenta con picardía.
Hace unos días, viendo con su padre un partido del Estepona, se enteró de que dos personas estaban hablando de él a varios metros de distancia. "Mira, papá, esos dos están ahora cuchicheando". Los de su alrededor deben sentirse como los futbolistas profesionales que se llevan la mano a los labios para no ser cazados por un cámara francotirador de El día después.
Raúl López, delantero sin quererlo... por una dichosa pregunta
El fútbol le viene en la sangre. Su padre y su tío han jugado en Segunda 'B', así que él es también portero para seguir la tradición. A los 7 años fue a probar al CD Estepona, llevó los guantes, los nervios y la ilusión del primer día... pero no se llevó los audífonos. Entonces ocurrió el malentendido que lo condenó a ser lo que no quería ser, delantero.
"El entrenador pregunto: ¿Quién quiere ser portero? Yo no me enteré porque en ese momento no llevaba los aparatos. Dos compañeros levantaron la mano antes que yo. Al final tuve que ser delantero un año y al siguiente me cambié a portero. Es lo que tocaba", expresa con una sonrisa. Lo relata con gracia en el siguiente vídeo.
"Es buen estudiante", dice con orgullo su madre. Se ha decantado por un módulo de telecomunicaciones. Y está preparado para dar el salto al Marbella en la categoría de juvenil División de Honor. Lo ha pasado mal, sobre todo en pandemia, cuando las mascarillas le impedían leer los labios a sus profesores y estuvo depresivo durante dos trimestres en tercero de ESO. "No me enteraba de nada en las clases y pedía ayuda a los compañeros".
¿Qué le diría a cualquier joven que estuviera en su situación? "Que no se agobien, que con el tiempo se va uno acostumbrando y todo irá genial". Es un chaval feliz bajo palos. Y sus limitaciones auditivas las ha convertido en ventaja. Tiene el don de la escucha selectiva. Si alguien critica o juzga su situación, oídos sordos y a seguir parando.