El VAR, atado de manos con Vinicius por la absurda norma de la segunda amarilla: todos lo ven menos los árbitros

Que una tarjeta roja es más determinante que una amarilla lo tenemos todos claro. Que no puede el VAR andar revisando cada jugada de posible amonestación porque el partido se haría eterno, también. Pero que hay en el fútbol tarjetas amarillas que son determinantes es un hecho no menos cierto y el VAR, si de verdad está para hacer del fútbol un deporte más justo y riguroso, debería poder entrar a revisar algunas de ellas. Y no son muchas, que nadie se alarme. En 24 horas hemos visto amonestar a un jugador como el Chimy Ávila por protestar una jugada en la que el VAR le acaba dando la razón y a la vez perdonar el cuarto árbitro una segunda amarilla a Vinicius que ve todo el estamento arbitral de España menos la víctima de su mofa, el cuarto árbitro, ni su colega que pitaba el Real Madrid Alavés.

Corre el minuto 90. Vinicius es sustituido y en el momento en que encara la línea de banda para sentarse en el banquillo coincide con el cartelón del cuarto árbitro anunciando el tiempo de descuento. Seis minutos. El brasileño, que lejos de corregir estas actitudes parece haber entrado en una especie de ensoñación de impunidad, sigue arriesgando en cada partido.

Vinicius se ríe en la cara del árbitro

Esta vez no contra un rival ni contra la grada sino contra el mismísimo estamento arbitral del partido. Señalando al cuarto árbitro, se ríe de él ostensiblemente por considerar excesivo el descuento. El Madrid gana por la mínima, 3-2, un partido que apenas diez minutos después tenía más que resuelto por 3-0. Dos goles del Alavés en los últimos minutos han puesto picante al encuentro y el madridismo, incómodo con el resultado, quiere que el final llegue cuanto antes. Y Vinicius, más como un hincha que como un futbolista profesional, descarga su inquietud en forma de menosprecio.

La mayoría de los colegiados expertos coinciden: segunda amarilla y expulsión. Ni el cuarto árbitro ni el árbitro de campo lo ven. Sin embargo, en este tiempo del VAR, una jugada tan evidente a los ojos de todo el mundo y que conllevaría segunda amarilla, sí debería ser revisable. En primer lugar, porque no puede quedar impune la burla al árbitro. Porque la burla no forma parte de lo que podríamos considerar una protesta legítima.

El Chimy Ávila se comió una amarilla en el Betis-Mallorca por protestar la expulsión de Lo Celso. Una expulsión que el VAR acabó corrigiendo sin que el reglamento permita retirar también la amarilla al jugador que llevaba razón en su reclamo. En segundo lugar, porque la segunda amarilla es tan determinante por conllevar expulsión como una roja, y por lo tanto debe ser revisable cuando se trate de casos disciplinarios como éste. Es evidente que en lances del juego no puede entrar el VAR porque los partidos no acabarían nunca, pero en cuestiones disciplinarias, en especial cuando tienen que ver con respetar la labor de los árbitros, el VAR debería tener algo que decir.