La factura de la renovación frustrada de Llorente
Si el dinero ha sido el principal motivo de Fernando Llorente para cambiar de aires, el delantero debe de barajar alguna propuesta multimillonaria. Solo así podría compensar lo que ha dejado ganar durante el largo proceso de renovación mantenido con el Athletic.
Por no hablar de lo que iba a ingresar en las campañas venideras. La oferta "irrechazable" a la que hizo referencia en la rueda de prensa en la que anunció su decisión de marcharse en junio era de 4'8 millones netos por temporada, más objetivos. El pasado curso vio engordar su nómina 1'1 millones por este concepto.
Es es, al menos, lo que asegura El Correo. El proceso podía haber concluido durante la recta final del mandato de Fernando García Macua, que ya le ofreció en su día los 4'5 millones en los que se había enrocado Josu Urrutia antes de hacer ese último esfuerzo en su afán de colmar los deseos del ariete internacional. A escasas fechas de las elecciones a la presidencia el acuerdo parecía total, pero fue aplazado con el pretexto de no querer influir en los comicios.
Si hubiera firmado entonces, se habría beneficiado de un incremento salarial de 1'5 millones por campaña de forma inmediata. Es decir, 3 millones en los dos años de negociaciones. Este año, además, se quedará sin cumplir los objetivos de las primas que le reportarían en torno a 1'6 millones más. 1'1 por las metas marcadas en el Athletic, inalcanzables desde su condición de suplente, y 500.000 euros por no acudir a las convocatorias de Vicente del Bosque.
El Athletic, por su parte, tampoco sale bien parado de este proceso. En caso de haber optado por un traspaso en verano, cuando Llorente informó a Urrutia de su decisión de no renovar, hubiera ingresado una cuantiosa suma (entre 15 y 20 millones, según las informaciones publicadas a este respecto) y se hubiera ahorrado alrededor de 3'5 de su salario de esta campaña (2'5 netos, al no tener que pagar primas, y el millón extra de impuestos que debe abonar el club rojiblanco). Por no hablar del mal ambiente con el que está teniendo que lidiar el vestuario, que ve como parte de la grada pita al ariete mientras la pelota está en juego. La factura, sin duda, es muy elevada.