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Viaje al fútbol de la locura
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Viaje al fútbol de la locura

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Kuitxi

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Hace unos años, vivo y entre nosotros la figura enorme de Jose Iragorri, al Athletic Club le correspondió en suerte jugar una eliminatoria de la Copa del Rey frente al Alcorcón, hornos y barro, tres botijos rojos en el escudo de la ciudad, ese pueblo de la Comunidad Autónoma de Madrid donde visten de amarillo y se encomiendan a Domingo, santo que le da nombre a la Agrupación Deportiva del municipio, cada vez que algún equipo de fútbol les honra con su agradable presencia.

Era televisado el choque. Primera vez que el Athletic visitaba el municipio. Un hito. Toda la gente, así los apasionados fieles como los que ni siguiera lo eran, haciendo piña para dar a entender que, a la hora de la lucha, como en Fuenteovejuna, es decir, todos a una, la deserción crea desapego, y el hermanamiento en torno al escudo de una bandera, una unión que, más allá del fútbol, ninguna causa noble puede conseguir...  Era la previa, y en la 'Popu', revolviendo en papeles suspendidos en el aire para que nadie olvidara las promesas que nos quedaban por cumplir. Ya en las declaraciones de algún que otro leon al que se le  había tentado con la alcachofa, se había creado una atmósfera en la que, de manera mayoritaria, los futbolistas rojiblancos se asfixiaban a ellos mismos dejando de respirar el oxigeno de las verdades verdaderas, esas que no tienen réplica, los números de las medidas y nada más.
Lo que la cinta métrica puso en evidencia se elevó a verdad irrefutable en el apartado conveniente, así en wikipedia como en la web del Club y en esa otra con la que las que las federaciones correspondientes enriquecían el apartado sagrado de un club tan digno y respetable como lo son los del resto de la Comunidad madrileña, la Castilla de Isabel, Madrid, la del oso y el madroño, la de Cerceda y Cercedilla, puerta que da acceso a una Sierra tan apasionante y atractiva como mal vendida y divulgada, oh, Sierra de Guadarrama, Peñalara, aventura y ascensión previa a uno de aquellos partidos del Athletic que junto a ella me gustaba disfrutar con la camiseta interior toda ella a rayas rojas y blancas, Vallecas y el Rayito de Bolito, hay, había un plan como el que les avanzo más bonito.
Había que tomar medidas, y cuanto antes. Ya había estado en Vallecas, un Rayo-Villarreal, saldado con derrota, cuando los de Vilarreal no se habían desprendido de su calzón azul, Javi Gracia en la medular, y la zurda de Craioveanu haciendo estragos con una facilidad espeluznante.
El Rayo, allá donde su premio y castigo se confunden, esclavos de sus 100X64, pequeño pero no tanto, a cinco metros de largo y tan solo a cuatro de ancho de esas medidas de diseño que la FIFA sugiere, más bien manda, 105X68, así los erigidos como en los que en su construcción se hallan, y en todos esos otros que ya son diseño, modelo, boceto, pintura maestra de un arquitecto al que se le dijo que hiciera lo que en gana le viniera excepto en esas medidas innegociables de lo largo y lo ancho de lo que en sí es el llamado rectángulo de juego.  Las reglas del fútbol se estiran y se encogen cual goma  de jugar a la comba a la hora de medir lo que aún no está marcado. De tal modo que 90 y 120 metros es lo legal a la hora de lo largo, del mismo modo que 45 y 90 son los metros a los que deben someterse los estadios a la hora de ensancharlos.
Tales medidas, llevadas al extremo, engendrarían superficies del todo cuadradas al ser 90 los  metros de un estadio que se estiró y ancho en una mañana en la que el entrenador del equipo local, ajustado a reglamento, quiso contrarrestar las virtudes de un rival superior hasta minimizar sus virtudes y  agrandar su locura con la intención de que se volvieran majaras  de remate. A la espera de un cuco visionario que revolucione el fútbol jugando con las licencias que le regala la reglamentación, quedémonos con la moda que más se lleva...  Ella nos alerta de un 165x68. Medida universal por la que la FIFA suspira en un canto a la unificación. Tomándola como paradigma sostenible, lo sensato elevado al primer puesto del podio, tenemos en la liga Adelante el campo más largo y ancho que el Athletic visitó.
Sus dimensiones me seducen, los espacios son tentación para el mejor De Marcos que esculpió el loco  Bielsa poco antes de que los leones sentaran cátedra en el teatro de los sueños. Martínez Valero, un regalo para los sentidos, para esos futbolistas que se manejan en lo eterno, que entienden que más allá de la cordura de tantos hay espacio para esos otros que no lo son tanto pero tienen muchas ganas de predicar con su verbo en el escenario universal y a cielo abierto: 108 X 70.
Que delicia, el Paraíso del que piensa para que otros que vienen de atrás escenifiquen tanta y tanta hermosura como subyace en la hierba cuando nadie lo ve, después de que la noche negra se coma a sí misma para parir esa luz que nos sorprende al alba, al alba, al alba, quiero que no me abandones, todo lo que en sueños vi con total nitidez es el partido ideal que al público que nos adora le quiero regalar, a lo largo y ancho de este mundo, como el Capitán Tan, quien dijo miedo, dame un punto de apoyo y levantare la tierra, dame espacios y creare todo aquello que el verdadero amante imaginaba pero nunca conseguía ver...  Ahora ya, con espacios, desarmado y humillado el equipo enemigo, sin un cerrojo al que aferrarse , sin dos líneas de cuatro y una de dos, o con una de cuatro y otra de cinco, dejando al ariete como referencia en la lejanía del ataque, pobre portero, le vendrán desde todas partes y no sabrá si mirarle a sus compañeros en busca de ayuda, o dirigirse a su entrenador e interrogarle,...
Mister, hágase cargo, el momento que todos presumíamos llego, aquí, ahora, en nuestras carnes lo estamos padeciendo, y me entran unas tremendas ganas de llorar, indefenso como el que quiere dormir y no puede, angustia, miedo, soledad, desear que alguien lo acompañe para que, al menos, al alba, en el alba, a una mano amiga agarrado estará cuando el momento decisivo le llegue y el delantero centro rival, libre de oposición, con tanto espacio como goza, lo ejecute como última persona, la que debe asumir que él, y no otro, será la mano, pie en este caso, que convierta en deceso el pase de la muerte que un compañero del todo desmarcado entre tanto espacio le dio.
Pase de la muerte. El delantero disparo. Certero. Y el arquero murió. El fútbol de los espacios. Viaje con nosotros. Empezó la curación. Y el mundo gozo. En el sistema limitado de un universo infinito.
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi'. Futbolista, periodista, montañero, pero sobre todo escritor: cuentos, relatos, cronicas, artículos radiofónicos, literatura de viajes. 

@LuismaPrezGartz

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