Adiós Valverde, adiós...

Ernesto Valverde se marcha. Salvo sorpresa mayúscula de última hora, que francamente no encajaría con su forma habitual de actuar, Txingurri abandonará el Athletic Club dentro de unos pocos días, lo cual es, a mi juicio, una mala noticia para el Club. Se va un entrenador laureado, profesionalmente reconocido –casi con seguridad, más fuera que en casa-, joven, con mucho talento por ofrecer aún en su trabajo, un CV envidiable, y habiendo batido records de partidos, victorias, etc..., durante su estancia en nuestro Athletic.

Y lo que es más importante, perdemos a un conocedor profundo tanto de la idiosincrasia particular que nos adorna, como de los entresijos de la "factoría Lezama". Con esta introducción, huelga añadir que como socio e hincha veterano siento especialmente su marcha, ya que cada vez estoy más convencido de que nuestra libremente elegida "peculiaridad" precisa personal de primera línea en cuanto a calidad y con largo recorrido, y Ernesto Valverde reúne sobradamente ambas condiciones.
Como desconozco la trastienda de las negociaciones, es probable que la Junta no haya accedido a alguna de sus demandas para reforzar la plantilla; o tal vez haya aparecido en su mesa una oportunidad económica y deportiva que no pueda rechazar; o ambas… o ninguna, y simplemente decida que esta etapa ha tocado a su fin. Conociendo un poco el carácter tranquilo y reflexivo del Mister, no echemos esta última opción en saco roto.  El caso es que, 'por fas o por nefas', para contento de algunos, tristeza de otros e indiferencia general –me temo- Ernesto dirigirá el domingo frente al Leganés su último partido en la Catedral. Y digo lo de "indiferencia general" porque si algo ha quedado claro en estos últimos años es que Valverde, por su carácter, no despierta pasiones precisamente.
Encaja a la perfección dentro del arquetipo que creó John Wayne en la excelente película "El hombre tranquilo": pasa casi desapercibido, no proporciona titulares, no da "vidilla" a las tertulias ni a las redes sociales…y sin embargo, a la chita callando, ha ejercido de entrenador, ha dado partes médicos y, en general, ha asumido funciones públicas que naturalmente hubieran correspondido a la Junta.   Está comprobado que esa forma de conducirse, y más en el fútbol donde las pasiones, en cualquier sentido, se llevan casi hasta el límite, no es el mejor billete a la popularidad. Me vienen a la memoria ejemplos recientes de técnicos que ocuparon nuestro banquillo, que por su extroversión o sus rarezas –y extranjeros ¡qué casualidad!-, lograron que la parroquia les reivindicara incluso cuando ya estaban ganándose los garbanzos en otros equipos. Me temo que no va a suceder lo mismo con Txingurri. Salvo unos tímidos "Valverde, quédate" en Balaídos, la afición está asumiendo su casi segura marcha como algo natural.  No soy partidario de alharacas ni fuegos fatuos. En nuestro trabajo, todos hacemos el cometido marcado con la mejor predisposición y ganas de acertar, sin necesidad de que nos estén "animando" desde la mesa de al lado, ni pasando la mano por el lomo. Pero el domingo, como excepción, yo sí estaré gritando –posiblemente para mis adentros- "¡Txingurri quédate!". Se va un grandísimo entrenador, un "tipo tranquilo" (algo que se echa tanto de menos en el mundo actual), alguien cuyo sustituto -el que sea-, en ningún caso, y por mucho nombre que tenga, va a mejorar los resultados del técnico de Viandar.
¡¡Hasta la vuelta, Mister!!
Por Carmelo Rodrigo, socio del Athletic Club y contertulio en Onda Cero 

@carmelo_rodrigo

(Bilbao, 1961). Licenciado en Derecho por Deusto y trabajando siempre en el sector financiero. Más de 800 artículos publicados y 16 años en radio, todo relacionado con economía, fútbol, toros y gastronomía. Habitual en San Mamés desde los 7 años y socio hace 36. Ahh!!! y seguidor del Athletic por toda España y medio mundo. Más información en www.carmelorodrigo.com