El 'Gure Estiloa' nos apea de la Copa

Corría lento el tiempo en el cronómetro del arbitro (el único reloj que vale) hacia el final de un encuentro lamentable. Llevaba uno, para entonces, memorizando un titular que me sirviera para condensar el pase a octavos del Athletic Club, un empate sin goles que hacía buena aquella igualada a uno cosechada en el Municipal de San Francesc gracias al tanto de Raúl García, que salió al rescate y cabeceó para evitar un sonrojo que amenazaba con mandar a lo leones a la leonera, jaula es Lezama de animales blandos a tiro de escopeta de ávidos cazadores.

Un titular que me rondaba en ese espacio que habitan las palabras que uno cree precisas, ajustadas a la altura de los hechos: "Gol de 'Rulo' en Formentera Sunset": "Gol del empate en la puesta de sol en Formentera"... El Athletic, a pesar de lo horripilante de su fútbol, podría haber despachado la coyuntura con una goleada somera. Erró, sin embargo, falló más que una escopeta de aquellas barracas de feria que inundaban los domingos el jarrillero Paseo de La Canilla.
Y esa falta de pericia, maldita impericia, provocó que el Formentera llegara al tiempo de prolongación con esa chance que le había dado su entrenador, García San Juan: "Pelearemos en pos de hacer bueno ese 10%, 15% a lo sumo que le otorgo a mi equipo para dar la campanada en San Mames".
  Si el Athletic hubiera sido consciente de que las probabilidades del Formentera aún no se habían agotado, Córdoba, en el 91', en lugar de haber disparado a puerta el balón que, detenido, había ordenado el árbitro que se colocara al borde del área tras una falta a Williams, imbuido por aquel espíritu que frente al Sevilla hizo posible que los minutos de prolongación 'no se jugaran'.
Es decir, que fueran disputados junto al banderín de córner de la portería que el Athletic atacaba, como frente a los hispalenses, se decía, y ordenado a gritos desde el área técnica en la que temblaba Ziganda, habrían vuelto a montar un rondo junto al semicírculo de saque de esquina. Quizás, tal vez, acaso por ese miedo a que la Catedral se le cayera encima, golpeo directo, dándole, con ello, chamba a un Formentera que se mantenía en el verde porque su mister quería ver hasta dónde llegaba la suerte de su apuesta.  Había partido. Lo había porque el Athletic temía más la bronca en pleno partido de su afición que ese tanto por ciento con el que aún seguía contando Tito San Juan para dar el 'Formenterazo' en la Catedral de San Mames. El instinto de autodefensa se hallaba atorado en la fibra del León. ¿Que el Formentera se estaba ahogando en la orilla de la playa hacia la que tanto había braceado?...Démosle, pues, agua al enemigo para que, saciada su sed, recuperado su último hálito de vida, tenga su legítimo derecho de ponernos en un brete...  Fue así que San José cayó herido a la altura del centro del campo. Allá que van las asistencias y, luego de mezclar el agua de la lluvia con esa otra llamada 'bendita', fue retirado por el cuerpo médico. Del Cerro Grande, colegiado que apenas había pitado, decretó ese saque neutral al que solo acude uno de los futbolistas del equipo que no poesía el balón cuando se produjo el incidente.

Ahí, ahí, ahí, si, ¡ahí!, en este momento en el que fijo toda mi rabia, Aduriz, el 'Zorro' que tanto cuerpo de portero con su sable rasga antes de meterle  el 'bakalao' hasta la bola, atacado hasta el aturdimiento por ese 'fair play' que en estas tierras se dio en llamar 'gure estiloa', en vez de lanzar la pelota fuera a la altura de la medular para, de seguido, tapándole el pase a su portero, Álvaro, disputar el balón dividido que se habría derivado del saque de banda.   Yo, al menos yo, al Formentera, y en esos minutos en los que los errores no tienen enmienda, lo quería lejos y envuelto en una melé como esas tan tumultuosas que se dan en el rugby de las Antípodas. Aduriz, desasistido de su instinto asesino, le entregó la pelota al cancerbero 'pitiuso'. Dado lo que en el vagón del Metro no se debatía, me da que tan solo yo vio la figura de Jack Nicholson dando hachazos a diestro y siniestro contra la puerta del cuarto de baño en el que hacia sus necesidades el Athletic.  Se la acomodó. La pelota. La toco templadita al área rival en lo que el intuía que habría de ser la última carta de ese 10%, 15% a lo sumo, de probabilidades que le había dado en la previa a su equipo el mister del Formentera. Golpeó el arquero. Y de su golpeo, un golpeo que no debería haberse producido a nada que a Aduriz le hubiera asistido su instinto de defender a los suyos, se derivó un saque de esquina.

Sube el portero. Pánico en La Catedral. Como si todo parroquiano intuyera que el Formentera se disponía a marcar. El córner lo boto Murphy. Y Murphy lo cabeceó. Gol. Cero a uno. "Aquel gol de Rulo en la puesta de sol en Formentera" se cayó de mi periodístico caballo para darle paso a un titular que, seguro estaba de ello, no tendría  parangón en esos ríos de tinta que correrían, que ya están corriendo, al día siguiente que ya ha llegado, 01:20 de la madrugada.  El Athletic se derrumba. Golpe muy duro y en la parte que más duele. El Athletic, a pesar de su errático proceder durante todos los minutos, más allá de ese sonambulismo en el que se ha manejado, ha dispuesto de balones para golear. No había sido capaz de hacerlo. Y al parecerle que durante el tiempo de prolongación lo que le correspondía a un Club tan grande, más que nada por la nobleza que rezuma, era mostrar hasta qué extremo puede llegar su 'fair play', en vez de jugar al 'no partido', y por bota de su buque insignia, Aritz Aduriz, le entregó la soga a un meta por no saber ver en su figura la fría estampa de un verdugo.
Soga. Pistola. Bomba. A la hoya. Al banderín de córner. Vuela la pelota. Un ángel que aleteaba se inhibió, no quiso o no pudo evitar la tragedia: "Pobres los Ángeles guardianes/ que nunca llegan a salvarnos / será que son incompetentes/ o que no hay forma de ayudarnos/....Seamos", concluye el trovador, "un tilín mejores"... o, al menos, aprendamos a cuidarnos de nosotros, de nosotros unicamente, "porque hay un placer perverso en creer merecerlo todo". Aritz Aduriz: ¿por qué no sacaste a relucir tu 'zorreria'?  Post-Scritum: Acabada la batalla, consumada la catástrofe, un sector de la grada, cínico comportamiento el suyo, rompió en aplausos hacia un Formentera al que no querían tanto premiar su gesta como humillar a su propio equipo. Humillar a los tuyos de esta manera está muy feo. Pita directamente a tu equipo, pero evita esa manera indirecta de hacerle daño aplaudiendo a un club y escuadra, como la balear, que no te despierta mas admiración que las idílicas playas que dan sentido a su costa.
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista