Laporte, ¿por qué desperdiciar la última bala del partido?
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Yeray ya espera su oportunidad de jugar
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Williams se une al club de los 100
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Tres puertas cerradas antes de visitar al Espanyol
"No hay mejor mérito que saber aprovechar todas las oportunidades" (SOFOCLES).
Por ser juego más allá de deporte, el argot del fútbol es muy dado a citar a la suerte, sinónimo de fortuna, como si del azar se ocuparan l@s dios@s y no los humanos, como si sobre lo que acontece sobre un terreno de juego mostraran más querencia los seres de la mitología que los propios futbolistas, tal vez por no ser personas muy leídas, por creer que todo está en sus manos y en sus pies, dejando el noble arte de pasar y pasar hojas calándose de lo escrito para esa gente que se arremolina contra las cuatro paredes que están al otro lado de la línea de cal de un rectángulo de juego. Hoy, tras la finalización de Espanyol-Athletic celebrado en el 'RCDE STADIUM', nombre del ha no mucho 'Cornella el Prat', los parroquianos que, arropando celebridades con el calor de su presencia, asistían al duelo desde sus sillas de ese templo de la bendita polémica llamado bar 'Lolo' coincidían a la hora de condensar los 94 minutos de juego en una cuestión de "oportunidades": "El Espanyol ha disfrutado (evito por mi parte el verbo generar) de más 'oportunidades' que el Athletic". Punto. Para ellos, final; para el que escribe, seguido, o aparte, por aquello de no apelmazar el texto en un único párrafo.
"Oportunidad". Pero, ¿qué es o a qué se le puede llamar con propiedad 'oportunidad' en un partido de fútbol?... Como el acuerdo es inviable, o, dígase la verdad, debido a que me quedaba yo solito en un único bando, y el resto se hacía fuerte en el contrario, no estando por la labor de dar mi brazo a torcer porque la defensa a ultranza del buen hacer del Athletic era una apuesta que no estaba dispuesto a retirar, he dejado que las llamas del fuego generado por la brega del partido se apagaran para arrimar el ascua a mi sardina, llevar el agua a mi molino, hacer de mi capa un sayo, transgredir, ir contra corriente, soy el transgresor que, aunque pelearse contra el mundo agote, no renuncia a sus principios porque, como decía Groucho Marx.
"Si no les gustan, tengo otros", otros principios, un inicio desde el que partir para, luego de fluir como un río, desembocar en ese 'Abra' que a todos los jarrilleros, por la cuenta que nos tiene, nos conviene visitar de vez en cuando para, cuando sea llegada la hora, saber qué calle de las que tiene esta desembocadura del Nervión es la más llevadera a fin de decidirnos por la que más nos conviene... Empate a uno. No hablan (ellos), empero, de fútbol y sus propuestas (dos: una por cada entrenador que se sentaba en su banquillo o de pie creía dominar el buen hacer de los suyos), sino de "ocasiones". Mas no llegando a un acuerdo a la hora de sentenciar qué y cuáles son en un partido de fútbol 'ocasiones', piérdame yo en ensoñaciones para despistar a los que en polémicas me arrollan para llevarles a otro estado, a otro estadio, a ese mundo de la Grecia clásica en el que "Ocasión", diosa también llamada "Oportunidad (e incluso "Kairós"),...
Es una mujer, hermosa dama, con el déficit de ser calva salvo por su parte delantera, cuero del que emerge un mechón de pelo tan tupido como largo, cuchillo en su mano derecha, encimada en una rueda que no deja de girar, alas en los talones como su compañero Hermes, Mercurio es su copia romana, alas, también y a veces, en la espalda, así, al menos, la ideó hasta inmortalizarla el escultor griego Fidias... "Esta diosa representaba las buenas ocasiones perdidas, ya que, si pasaba (la Ocasión), lo haría rápidamente y no se la podría asir siquiera por los cabellos, ausentes en la nuca"... Aquel (futbolista) que ella toque podrá cortar (por aquello del cuchillo) toda atadura que lo tenga amarrado, y así aprovecharla cuando ella llegue... -"A la Ocasión la pintan calva"...
- "La Oportunidad es calva en la nuca"...
Un futbolista con los brazos extendidos trata de alcanzar la escurridiza 'Occasio' ("Oportunidad") intentando atraparla por el mechón que luce. Parece una virgen, alada en sus pies, símbolo de la tremenda velocidad con la que pasa, y, atentos, no se lo pierdan, ¡EL BALÓN BAJO SUS PIES REPRESENTA SU INESTABILIDAD!: el hombre, zamarra, pantalón y medias, intenta captar la oportunidad al vuelo tomando su mechón de pelo antes de que desaparezca, difícil empresa porque en el 'cuadro' aparece de pronto 'Poenitentia', su papel es virtuoso pues lo frena instándolo a un estilo más consciente y sobrio: prudencia y virtud versus el cautivador encanto de una ubicua diosa... Tremenda su velocidad, la de la diosa, tan rápida como las imágenes de un partido que ya no volverá. Queda, tras la pugna, la polémica, diferentes criterios, tantos como titulares se le pongan al encuentro y visiones sobre el mismo se verbalicen para, de inmediato, plasmarlos sobre estás hojas en blanco que, por el milagro de la ciencia, se nos muestran a los ojos tras darle a Google una orden tan concreta como concisa. Agnóstico a pesar del tremendo poder de atracción de la Mitología, permítanme que guarde en el trastero de la sacristía del Desmarque Bizkaia toda deidad. Y que, desde mi sagrado punto de vista de lo profano, desde mi profana sacralidad,les condense, en lo que a esta 'contra crónica' de virtual vida le queda, lo que mis ojos han creído ver y mi modo de entender el fútbol ha sentido...
Con el devenir de la competición, las promesas que Ziganda le hizo al 'universo Athletic' se van cumpliendo. Sin ir más lejos, en esta Barcelona periquita que para los leones es feudo irredento, 'Cuco' Ziganda, tras dar un golpe encima de la camilla del vestuario visitante, ha gritado, para que sonara a conjuro, al modo de ellos líderes de pueblos que, llegados del 'Norte', se aprestan a la conquista: "¡EL BALÓN ES NUESTRO!... Sometido a nuestros pies, lo manejáremos con cariño y esmero, cuidándonos de que, por despiste o mala praxis, caiga en poder del enemigo y lo haga allá donde las arenas de este circo se muestran más movedizas"... Fue iniciarse la contienda y escenificarse sobre la 'verde arena' los roles del que queriendo ir iba y de ese otro que había decidido quedarse en la zaga, a verlas venir. Fuera por obediencia a una previa estrategia dibujada en la pizarra o por una manifiesta inferioridad de las carnes más débiles, vi a un Athletic que era valiente y superior, y además lo parecía. Mujer del César romano en la Corte de la Grecia mitológica... Ajeno a tanta sabiduría como estaba en juego, a Mikel Rico le dio por salir desnudo desde sus aposentos camino del campo de batalla. No se trataba de una 'Oportunidad', mucho menos 'Ocasión', el querube de Arrigorriaga no luce en su cuero cabelludo un mechón de pelo al que agarrarse su rival para que no se le escape, pero sí, en cambio, un balón a sus pies, un esférico que, por mostrarse tan osado y temerario, perdió, se lo robaron, ¡el esférico era el mechón!, respetad@s lector@s, qué manera de errar la del rojiblanco, qué astucia la del perico a la hora de agarrarse a la 'Ocasión' antes de que ésta, veloz y huidiza, pasara delante de sus ojos para nunca más volver.
La 'Ocasión' la pintaban calva, como falto de pelo en su testa se mostraba ese centrocampista que de tanto y tanto robar, cansado, se despistó...y le robaron la cartera, perdón, quise decir el balón, de su diestra a la zurda de 'Caco', que, pudiendo disparar desde tan cerca, fusiló a Herrerín sin darle oportunidad al 'Cancerbero' de que se defendiera sirviéndose de alguna de sus tres cabezas. Obsceno resultado el que reflejaba el 'luminoso', pero, ya se ha dicho con reiteración: "La Ocasión la pintan calva", Calvo, Mikel, Calva, Rico... ¡Menuda faena le has hecho a tu equipo!...y cuánto de conversación le darás a la 'parroquia' que', desde un bar de Portugalete, asiste a tu puesta en escena. No era cuestión de balón, posesión, manejo, trato y dominio, sino de haber visto a la 'Ocasion' y haberse aprovechado de ella... Susaeta. Saborit. Su zurda se pone en juego. En el corazón de área hay un chico preparado para el testarazo. No se llama Aritz ni Aduriz es su apellido. Iñaki, Iñaki Williams flexionó sus rodillas para dotarle de colocación y violencia a su remate de cabeza. Por la escuadra: ¡pobres arañas! Aquello, el uno a uno, se ajustaba a la epopeya. La batalla había terminado, pero, así periquitos como leones, el bestiario de Cornella El Prat, siguieron a la greña como si de lo que se trataba fuera similar condena a la del pobre Sísifo y su no parar de acarrear el mítico pedrusco colina arriba por los siglos de los siglos de una existencia que no tiene ni principio ni final. Me gustó el Athletic. Voz discordante en un mentidero que caminaba hacia la ronquera por ese empecinamiento en sostener a toda costa que "El Espanyol ha tenido más oportunidades que el Athletic", y que, por tanto, de haberlo sido, habría resultado justo vencedor en una batalla que, ahora llega mi turno de desquite, de haber contado el Athletic con la presencia activa del 'Zorro' Aduriz y su espada, tras el último pitido de un trencilla pecaminosamente arbitrario, habría invitado al humanista cubano José Martí a declamar la sencilla poesía que a Pablo Milanés le sirviera de encendido canto: "Pocos periquitos salieron ilesos del sable vasco: el campo, a la luz de las torretas, era un reguero de sesos". Post-Scriptum: ¿Por qué Laporte, estando Beñat a su lado, se empecinó en desperdiciar la última bala del partido?... ¡Yo la veía dentro salvando Etxebarria la barrera por fuera!
Por Luis María Pérez, Kuitxi. Exfutbolista y periodista