El Athletic empata, pero San Mamés reconoce su ADN
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La tercera comparecencia consecutiva del Athletic Club en San Mamés tenía aire de examen general, de ver cómo reaccionaría la tropa del Cuco Ziganda a los últimos resquemores y viceversa, de cómo encajaría la afición este ambiente eléctrico que ni la nieve parecía poder enfriar en torno al técnico y a su plantilla,... porque la directiva, de momento, parece escapar de rositas aferrada a un pasado reciente que fue magnífico.
La prueba a afrontar era máxima, un Valencia, conducido por el 'enemigo íntimo' Marcelino García, que oposita a entrar en Champions. Hubo que ver un Athletic claramente mejorado, meritorio en general, para ser un pelín superior incluso (en sensaciones, disparo y posesión) a un Valencia que está ya en ese punto que le hace falta solo una para jorobarte, y si encima fallas un penalti pues vas irremisiblemente al 'mameluco de madera'.
Pero no fue el caso. La Catedral recuperó la comunión con el equipo, reconoció su ADN de casta y ritmo, de agresividad y de morder, de buscar las bandas, algo que siempre se premia, se gane o no. Hoy se empataba (1-1) con tantos muy similares de Kondogbia y De Marcos, un hombre al que también hay que clonar, entre aplausos. Ante el Málaga se ganó y se fue con broncazo.
Pese a la avalancha de partidos el técnico sólo realizaba dos cambios respecto al equipo que sufrió contra el Málaga: mantenía la dupla San José-Beñat, también a Córdoba, pero introducía a Unai Núñez por Yeray y Saborit por Lekue, además seguía recetando banqueta a Iñaki Williams. Fuera por el stress o por el frío el partido comenzaba con varios choques y jugadores dolientes desplomados, cuando el caído fue Aduriz saltaron hasta las alarmas de los bancos. Con eso no se juega.
Lejos de los viejos tiempos era curioso ver a los chés dominar desde el saque la pelota, lisa y llanamente el Athletic no la olía, optaba por intentar robar y así fue capaz de crear una buena ocasión para San José que Neto echaba a córner. Esa acción trajo una mayor presencia vizcaína en ataque, igualó la posesión, destacando las ganas de Saborit y Rulo, pero este año va todo con la misma música. Un balón que ni Sanjo ni Beñat acertaron a despejar al patadón lo alojaba Kondogbia en la red ajustada al palo. Un gol más visto que los clips de Madonna.
De la nada ganaba el Valencia, y en la estratosfera estaba el colegiado, Gil Manzano, sacando amarillas por bobadas y dejando escapar jugadas más feas, ganandose la repulsa de la grada. Pudo congraciarse al pitar penalti de Murillo sobre Susaeta, le tocó poco pero le toca, mas Neto evitaba que Aduriz anotara un nuevo tanto a sus ex anticipándose a su disparo desde los once metros. Otra señal de que la tarde venía torcida ante un rival que ya está en ese punto en que no necesita exhibirse para llevarse los puntos, tiró una en toda la primera parte y una que enchufó.
Era cuestión de insistir. Sin ser para echar cohetes sí que era una versión mejor de los leones, premiada en el 48' con el gol de De Marcos que afinaba un primer toque (de zurda) al palo de Neto para colocar las tablas. Se estaba aún celebrando cuando tuvo que aparecer Kepa para un tirazo de Zaza, o ver disparar Susaeta. Aquello, por fin, olía a fútbol y la grada cantaba 'Athletic, Athletic...' en vez de pitar al Cuco, que como un poseso gritaba agitando los puños "vamos, vamos" tras el empate.
Con un ritmo mucho mayor el duelo estaba abierto, los bilbaínos tenían más control y chutaban más, pero, como siempre, jugaban al filo en los errores no forzados, generados muchas veces por indecisiones. Estaba la cosa para activar a Williams, que entró por Susaeta y no por Córdoba, algo que la parroquia agradeció con aplausos, antes de que Aduriz descerrajara un obús al lateral de la red. Otro jugadón de De Marcos e Iñaki terminó de reconquistar la psique de la afición rojiblanca, feliz, pena que Raúl la pegó arriba.
Marcelino tiró de Rodrigo y Guedes para añadir TNT, optando Cuco por relevar a Raúl García, que estaba fundido, dando a Lekue la chance de redimirse de lo del Málaga jugando por delante de Oscar. Había nervios, ambos conjuntos veían cerca tanto las tablas como la posibilidad de sacar un bingo de tres puntos. Pese a acabar atacando no hubo 'pelotazo', pero no porque no se mereceiera. Queda cerrar la semana este sábado en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla. Ahora sí, en comunión.