El rugido de El Loco (cumplida venganza)

2012. 'Primavera de Bucarest'. Marcelo Bielsa, obstinado por su condición de 'loco', loco por ese no querer dar nunca su brazo a torcer, se disponía a poner la otra mejilla. El bofetón se lo terminaría dando Simeone. Triple. Fueron tres los sopapos. Aunque con tan solo uno le habría resultado suficiente al 'Cholo' para robarle la UEFA al 'Loco'. A Marcelo Bielsa. Que le propuso un planteamiento suicida a su colega y compatriota. Y el Athletic se cayó con todo el equipo. De una manera similar a como se había precipitado al abismo en el partido de aquella liga [2011-2012] que se había disputado en el Manzanares. Campo de pruebas. Experimento. Le había salido de cine al entrenador que se acababa de hacer cargo del Atlético de Madrid con el propósito de devolverle su 'relax' a los colchoneros.

Agazapado en campo propio. El plan era esperar. El robo. La pérdida. El azar. Que la pelota cayera en sus pies y salir a degüello en busca de la portería de Iraizoz. Venció el Atlético al Athletic. Pero el valor de aquel triunfo no residía en los tres puntos. Lo que Simenone pretendía era saber hasta dónde llegaría la tozudez del 'loco' de Rosario. Lo pudo comprobar en la final de la UEFA. En aquel Atletico-Athletic de Bucarest. Tras pasear su fútbol de fantasía por Europa, ese no querer renunciar a sus principios por parte de Bielsa les privó a los leones de su primer trofeo continental en su centenaria historia. Lloró San Mamés. De manera amarga: como un niño. De manera lamentable: como el viejo que es.

Desde aquella derrota tan triste, el Atlético de Madrid de Simeone se empeñó en convertir al Athletic en su víctima favorita. Cada vez que se le ha puesto a tiro, voltear y voltear leones como si fueran muñecos. Como robarle caramelos a un niño. Como 'Santo Oficio' que, renegando de su 'creador', se ensaña con él hasta convertirlo en antorcha humana. Dos martirios por temporada. Clamaba al cielo. Nunca mejor dicho. Pero como Dios se llama a andanas en cuestión de tropelías terrenales, leña. Leña. Y más leña. La última vez que el Athletic pasó de roble a árbol caído fue allá por noviembre de 2018. Manzanares. Berizzo. Derrota sangrante.

Se fue el Atlético a visitar a la 'Juve' [como grupo de colegiales en viaje de estudios invitado a contemplar la 'Sindone'... y regresó de Turín convertido en un 'Ecce Homo'. O sea, 'hecho un Cristo'. En el horizonte más cercano, Bilbao. Y en el Botxo, el 'Bilbao de Simeone'. Sábado pasional. Porque el fútbol es 'pasión'. Venir con todo. Se trataba de resucitar a fin de que el Athletic siguiera muriendo. En lo que respecta al hacer de Garitano, la parroquia de la Catedral estaba en el aire. Flotando. Como a la espera. A la espera de qué. Del milagro. Pues milagro es convertir el agua de tanta derrota en el vino con el que brindar por el comienzo de la 'nueva era'. Era preciso matar, sin embargo. Pasar de víctima a verdugo. Cambio de roles. Que no de relojes.

Como si Gaizka Garitano hubiera oficiado de 'Zorro' entre semana. Porque lo que se tramaba en Lezama era una venganza en toda regla.

Contra el tirano y su tiranía. ¡Basta ya! Clamaba el Athletic de Bielsa. El de Bucarest. Por los leones caídos. Por el 'Loco'. Por el espíritu de Bonini.
Se cumplían siete años. Una barbaridad. "La venganza es un plato que se sirve muy frío". ¡A por ella!...

Si lo que se empezó a escenificar ya de salida era el plan diseñado por Garitano, el de Derio lo clavó. Nunca el Athletic 'perdía' tan poco ante el Atlético que tanto 'roba'. Un Athletic listo. Por cauto. Prevenido pero valiente al mismo tiempo. Lo 'cortés' de su estilo no le priva de valentía.
Pero cuidado. Bestiario es el verde. Lucha entre el león real y la quimera fabulosa. "Intentar por todos los medios que la 'bestia' colchonera no se recree a partir de sus cenizas". Como si Garitano lo hubiera dicho. En arenga o musitando. El silencio es virtud cuando se trata de no despertar a la fiera.

Costa, Morata, Griezzman, Rodrigo...¡Demasiado ariete para tan poco caballo! Y fue así que los leones se esmeraron en la doma hasta alcanzar casi la perfección. Casi. La perfección no existe. Sí, en cambio, la avaricia. Pecado capital en el que cayó Simeone. Ir con todo no es ir con más. Midas rey que se irá con ira de San Mames sin golear porque toda pelota que golpeaban los colchoneros se convertía en oro. ¡Su maldición! Tocar y tocar. Y ser incapaces de llegar al área de Herrerín con un cierto fundamento. Era el influjo maléfico de Bielsa contra su enemigo más odiado. "Me quitaste lo que más quería y mío era; dejándole a esta afición 'tan inocente' sin el que habría sido su primer título europeo. Y aunque tanto tiempo haya pasado, o tal vez por ello mismo, que sea en mi nombre Gaizka Garitano el que le de a probar a mi compatriota Simeone un par de cucharadas de ese plato tan frío llamado venganza".

La palabra [de Marcelo Bielsa] se hizo carne y habitó San Mames. Carne de León justiciero y de quimera inanimada. Animales. Real y fabuloso. Bestiario en San Mames. Lección a cielo abierto de anatomía: "Todo del pelo al pie de garra y diente". Tanteo sin tantos. Presión sin asfixia. "Darle al Atlético de Madrid un 'poco' de balón es mucho". No se olvide que es de oro el esférico que acarrean. Una condena.

Liviana es la pelota en el 'pie' de la 'pantera'. Ligera sigue siendo cuando vuela e Ibai la golpea tratando de burlar a un Oblak que saca una mano tremenda. Habría sido el 1-0. Fiel reflejo de una venganza que se pretendía inmortal y se hacía desear como sucede con las cosas que tienen mucho sentido. El Athletic estaba a punto de culminar una primera parte excepcional. Tácticamente, rozando la perfección. Roce. La perfección no existe. Ni falta que hace. Porque de seres perfectos no es clamar venganza. Y el Athletic va en su búsqueda...

A resultas de su impotencia atacante, Simeone ordenó a sus 'adelantados' que se instalaran en la 'sala de confort' de la 'casa del Athletic'. Pero como el campo de juego no es un tribunal de justicia, ni 'ocupas que desalojar' ni 'allanamiento de morada' que conlleve detener a los delincuentes. Como buenos vascos, los leones aprendieron a convivir con sus 'visitantes'. Anfitriones, sí, pero no tontos. Al enemigo [porque la tropa de Simeone es el enemigo que está a un tris de pasar de temido a repelido pero sin odio], ni agua. Porque toda agua será poca para refrescar el flanco izquierdo que ocupaba Muniain pero por el que percutía Yuri. Garitano activó al Iñigo más zurdo y atacante.

Fue saltar Cordoba al verde y proclamarse de manera unilateral el 'califato' en La Catedral.

Y fue así como, partiendo de un dominio sutil, el zurdo, tras robarle las llaves de la defensa a un cuitado Jiménez, trazó un pase diagonal con tendencia hacia la bota de un Williams que irrumpió feroz en el segundo palo. Oblak, ejecutado. Ni una lágrima en la Catedral. Acaso de alegría. La muerte, cuando el cadáver lo pone el otro, no provoca lástima.

Mediando 'Quimera' en este 'Bestiario' en el que se había convertido San Mames, mejor la puntilla que quedarse alelados con su resurgimiento. Como ocurriera en el Metropolitano allá por el mes de noviembre. Con el sangrante gol de Godín: ¡estaba cojo el muy cabron! Tuvo que ser Kodro el elegido para dictar sentencia, sin recurso, por definitiva. Con la colaboración necesaria de Ibai Gómez, que se alió en pared con el donostiarra.

Y fue así como Kenan, el 'hijo de Meho', se estrenó como goleador vistiendo la rojiblanca. Tras un desmarque alegre, su disparo se encabritó al contactar con el cuerpo de un defensor caído. Caído en combate. Como caído, tumbado sobre la húmeda yerba de San Mames, tuvo que asistir Oblak al segundo gol que el Athletic le encajaba en el partido. Dos goles. Un 2-0 que sirvió para llevar a cabo el acto de venganza más deseado y esperado por la parroquia de San Mames. Y es que aquel Athletic caído en la primavera de Bucarest la clamaba.

Fue señalar Jaime Latre el final del partido y escucharse un rugido como humano. Era el grito de Marcelo Bielsa. Y el de Bonini, también. Era el grito de Iraola. De Susaeta. De Javi Martínez. Y de Fernando Amorebieta. Hubo que esperar, para ello, la segunda en la frente de la 2012-2013. Los ocho duelos librados por Ernesto Valverde. La temporada del 'Cuco'. La afrenta que sufrió el bueno de Berizzo. Demasiado dolor. Cuánta humillación. Cuánta burla. Cuántas ganas tenía San Mames. De venganza. No sé si más hacia el Atlético de Madrid o hacia la figura de su entrenador. De este Simeone que gasta de lo suyo cuando desaparece por el túnel de vestuarios sin darle la mano a su colega de banquillo. Algún día tenía que ser porque no hay deseo de venganza que cien años dure. Cuando decir cien quiere decir siete años. Los que van desde aquella tarde primaveral de Bucarest...hasta esta tarde de finales de invierno...

Venganza. Cumplida venganza. Acto justo y necesario que ya está escrito en las páginas de oro del Bestiario más erudito. ¡Qué peso nos hemos quitado de encima! Y es así que de hoy en adelante ya nada será lo mismo. El 'rugido del Loco' ha puesto firme a esa riada de peñistas que llegó alegre a Bilbao, sí, pero con la imperiosa necesidad de que se hiciera justicia. El Athletic ha sojuzgado al Atlético. Más de dos mil sonrisas se han quedado a dormir en Bilbao. Con un ruego común: ¡QUÉ PASEN TREINTA AÑOS ANTES DE MAÑANA!...

Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista