Sobre los verdaderos objetivos del Athletic

La noche del martes 23 de junio, la noche de San Juan, viendo el partido en un bar en el barrio madrileño de Salamanca, me preguntaba cuáles eran los objetivos del Athletic Club para esta extraña temporada 2019-2020. Todavía no había llegado el mal resultado para el Athletic (1-0 a favor del FC Barcelona, con gol de Iván Rakitic, casi condenado al destierro culé) en un desempeño aceptable del equipo con mucha cantera en el campo, si bien con las distracciones de siempre en la zaga (más atentos, chicos).

Entonces, pensaba. ¿El objetivo es que el Athletic termine, a falta de 7 jornadas para terminar LaLiga Santander, en esa zona media de la seguridad de no descender y la conformidad de que clasifiquen otros equipos a las competiciones europeas? Si éste es el objetivo, esta temporada habrá de resultar excelente.

Ahora bien, ¿El objetivo es que el Athletic termine clasificado para la Europa League, porque para la Champions League las matemáticas implacables no dan? Si éste es el objetivo, disponemos de 7 jornadas para solucionar nuestros propios trompicones en desempeño y en resultados; matemáticamente, aún es posible. Sólo que esta clasificación no depende sólo de nosotros, sino también de los resultados de otros equipos competidores por esas dos plazas (Getafe CF, Villarreal, Real Sociedad, Valencia, Granada).

Pero tenía más preguntas: ¿El objetivo del Athletic es continuar posicionándose como un club de cantera contra la chequera imperante? Si es así, los noveles canteranos merecen mucha más continuidad y oportunidades de la que tienen con un entrenador como Gaizka Garitano, poco amigo de los cambios y de las rotaciones.

En el Fútbol Draft 2020 realizado por los compañeros del diario Marca, se incluyeron 5 futbolistas del Athletic entre el corte de 99 seleccionados. Ellos fueron: los defensas centrales derechos Daniel Vivián (1999; con una ficha de 200.000 euros según información en el portal Transfermarkt) y Aitor Paredes (2000); el mediocentro derecho Unai Vencedor (2000; con una ficha de 1,8 millones); el mediocentro izquierdo Beñat Prados (2001); el jugador por banda izquierda Asier Córdoba (2000); y el media punta Oihan Sancet (2000; con una ficha de 2,3 millones).

No fueron incluidos en este draft, pero también tenemos jugadores con potencial en Asier Villalibre, Íñigo Vicente, Gaizka Larrazábal, Kenan Kodro o Peru Nolaskoian. (Y tenemos a Ibai Gómez durmiendo el sueño de los justos en el banquillo).

Contra el Barcelona jugó parte del fondo de armario del Athletic: no por elección de Garitano, sino porque hay cansancio acumulado en su elenco estable ante el apretado calendario extendido en apenas un mes. Entre otros, Íñigo Lekue, Unai Núñez, Oihan Sancet, además de los experimentados Óscar De Marcos y Mikel Balenziaga.

Vale, es difícil mantener la cantera: la plantilla del equipo de primera se compone de 25 jugadores y no hay sitio para más. Tal vez por esta razón, el prometedor Asier Córdoba fichó por dos temporadas con el CA Osasuna. Con todo, también es verdad que para dar valor a la cantera hay que darle continuidad y ponerla a entrenar, además de tener paciencia, si no estoicismo, para que termine de cuajar.

Pero el fútbol es resultadista: goles son amores y los puntos son manjar de dioses. Es un pragmatismo que choca con el idealismo de tener un equipo de queridos canteranos.

Aun así, se puede tener un equipo de cantera. ¿Con qué objetivos? Arriesgo algunos: marcar identidad futbolística, asegurarse jugadores por puestos que conozcan la casa y que sean capaces de articularse estratégicamente en el campo, aspirar a dar lo mejor de sí mirando hacia los puestos europeos. Porque ningún club vive del aire, sino de un presupuesto; y en esta caja, Europa tiene peso.