Iker Muniain resucita al Athletic en el nombre del padre

Este pasado sábado el Sevilla FC visitaba San Mamés. Ese Sevilla que 'sólo' había ganado en una de sus diez ultimas visitas a Bilbao en LaLiga Santander. Estadística que nos podría despistar si olvidáramos que su 'victoria de marras' [1-2] tuvo lugar hace un suspiro. En la jornada 35 de la accidentada liga 2019-2020. Triunfo engañoso el de 'los de Nervion'.

Del mismo modo que sorprendente, para sus intereses, y heroica, para el Athletic Club, esta remontada de locura que ni el más optimista imaginaba. Este cronista, sin ir más lejos, que asumía el castigo hispalense como el que una cuadrilla de niños sufre a pies de un elenco de gigantes.

Era tal la superioridad, que llegaba al abuso. A la humillación. Forjado en el estoicismo zurigorri, llegó muy pronto el momento en el que uno miraba sin ver. La naturaleza, bondadosa de principio de curso, capaz de anestesiarnos con tal de evitar tanto sufrimiento.

Hay quien esperaba un Sevilla cansado tras su partido europeo entre semana...

Y una mayoría, convencida de que Garitano repetiría 'once'. Que no cedería al acoso del 'club de la demagogia'. Ese cuyo 'presidente' exige que, Vencedor y Zarraga, en el doble medio centro. Que Morcillo por un costado y Vicente, por el otro. Que Sancet, en la media punta. Y como guinda de su tarta de cumpleaños con piñata infantil, Villalibre, de ariete. Así. Seis 'chavales'. Con dos cojones. Y sin anestesia.

Creí que Garitano cedía al 'populismo futbolístico' cuando divisé a Oier Zarraga en la sala de máquinas. Cuando regresó Morcillo a la banda izquierda. O sea, cuando, para 'los miembros del club', tuvo el valor de sentar a 'vacas sagradas', tan famélicas ellas, como el 'manta' de Unai López y el 'vago' de Muniain. ¡Cuando recurrir a la ironía es lo único que le queda a este cronista para hacer frente a tanta tropelía!

"Ez da giro" en Lezama. "No está el horno para bollos" en este 'Athletic de Garitano'. Pero como más allá del verde reina la 'valentía', qué arma mejor que "media docena de chavales" para doblegar al Sevilla. A 'este Sevilla'. Y si se pierde, dos pájaros de un tiro muertos: los tres puntos, que vuelan, y esa dimisión o cese de Garitano que a coro y de manera alegre se pide. Zarraga y Morcillo, de inicio. Vaya. Empieza bien la cosa.

Bien, lo que se dice bien, o sea de cine, se puso para el Sevilla así que el balón empezó a rodar y la gente, en el precioso verde, a moverse. Como si el pelotón fuera del 'gordito' Navas. Como si los sevillistas volaran y los leones, bolas de preso en sus tobillos, se arrastraran. ¿Conversaciones en San Mamés?...¡

Monólogo en la Catedral! En el campo sólo hablaba el Sevilla. Condescendiente. Temerario. Daba miedo y, sin embargo, sobrado por creer que el 0-1 sería un resultado insuperable para un Athletic cuyo entrenador y jugadores me provocaban una tristeza infinita.

Hasta que en el 55', el técnico de Derio empezó a 'hacer cosas' como si de un 'Comandante' que quiere 'mandar a parar' se tratara. Entra Unai López, sale Zarraga [envenenado regalo el de su primera titularidad]; 'Via-libre' por un 'Rulo' que hace tiempo que no 'rula'.

Era cuestión de paciencia, pero nadie lo sabía. El que 'en las alturas hilvana' tan solo. El que maneja todo tipo de tramas. El Sevilla, a lo suyo, henchido de sí mismo.

¿Y el Athletic?. Vesga [la 'cigüeña' de Ziganda que, al lado de Undabarrena, me encandilaba] "ese madero", ¿verdad, miembros de 'el club de la demagogia'?, en lugar de Dani García. ¡Muniain desaloja a Berenguer! Lopetegi vio entrar al de la 'Txantrea'.

Pero no intuyó la misión que se disponía a llevar a cabo. O tal vez, sí. Si era prudencia o cansancio acumulado lo que le llevó de seguido a retrasar sus filas y regalarle el balón a su oponente. ¡Agua para el enemigo!

El Athletic empezó a beber porque el 'cántaro' iba "a la fuente"...

Desde el banderín izquierdo. Morcillo y su zurda. Vesga y su prolongación de cabeza. Muniain, atacando el segundo palo, fusilando a Bono con el interior total de su pie derecho. Con rabia lo celebró. Alegría comedida. Su cometido no era empatar el partido a pesar de medirse a un rival tan superior. Objetivo que tan sólo él, desde el precioso césped, y Garitano, desde el banquillo, estaban convencidos de lograr.

Para ello, se necesitaba el 'quinto elemento'. Sancet. Que se retirara Morcillo parecía extraño. Pues no. Porque Williams pedía 'hueco' para caer a la banda izquierda. Hacer suyo el balón. Podría haber recurrido al regate y trompicarse. A su despegue veloz, e írsele el balón por la línea de fondo. No estaba Iñigo Vicente en el once. Tenía que hacerlo Iñaki. Levantó la cabeza y vio. Allí, allí, en el segundo palo, allí estaba el partido.

Ohian Sancet. Como Iker Muniain pero con el cuerpo de un gigante...

Por la espalda. Como los 'buenos traidores'. Al modo de Iker en el empate. Empeine interior total, sí, pero remate violento. Se trataba de ganar, cierto, pero con alevosía. Victoria o venganza. Ambas cosas. No era para menos. Un Sevilla imperial a la conquista. Ejército poderoso [¡tan superior!]. Soldados que se fatigan. Son humanos. Se repliegan. Dan la espalda.

Creían que el león estaba muerto. Malherido, Lopetegui, no más. Cuando la fiera conlleva más peligro. Fue señalar Del Cerro Grande el final de la partida...y clavar Iker Muniain sus rodillas en la hierba esplendorosa. Mirando  al cielo. Señalándolo con el dedo índice de sus dos manos. Para remontar lo había 'soltado' Garitano. Para vencer. "En el nombre de mi padre".