Los últimos 'cuarenta metros' de Unai López
-
La afición señala a dos jugadores: del "empate patrocinado por Unai López" al "Williams necesita un descanso largo"
-
Unai López se la juega con la final en el horizonte: un error grosero que cuesta dos puntos
-
“Hay complicidad y cercanía con Marcelino", desvela Unai López
Sólo él lo sabía. O no. Tal vez fuera su subconsciente el que lo animara a acometer tan alocada carrera. No era él, por tanto, sino aquel muchacho que, en 1972, acosado por el enemigo brutal, huía atravesando la Plaza Vieja de Donostia. Evitar la muerte. El más arraigado de los instintos. Y sin embargo, no darse cuenta de que lo que en realidad deseaba era procurarse un testigo que diera fe de su caída en un 'terreno de juego' mortal. ¡Qué fácil cargar contra su pecho culpas que cometieron otros! ¡Qué injusto atacarle al muchacho sin saber cuánto de ficción literaria encierra este relato!
Nada hacía presagiar tamaña tragedia. Es mas, poco antes de que exhibiera la desnudez de un cuerpo menudo, uno de los suyos le había obsequiado con uno de los goles más hermosos del mundo. Volea cruzada, brutal, de Yuri, gipuzkoano, como él. Motivos a la vista, como si ninguno. Por eso el que desde su banquillo la suerte hilvana asistiera a los hechos con los ojos vidriosos y el corazón en vilo.
"Nora zoaz, Unai López?"...
¡Para qué preguntar cuando la respuesta no se espera! "¿Qué te sucede, por qué reculas?" ¡Silencio! Unai López y ese miedo comprensible cuando el 'enemigo' te tiene cercado. De la muerte huye...y a la muerte se dirige. No hay opción; no existen alternativas. Desde el otro lado de la pantalla, qué fácil atacar, desatar nuestra rabia contra un muchacho acorralado por el destino. ¡Y luego dicen que el fútbol es caro; y los futbolistas, 'millonarios prematuros'!
Ahí, en su piel, con la muerte en los talones y también junto a la puerta, donde le espera Unai Simón, su testigo más amado! Ahí os querría ver, en su papel, asumiendo su rol, a vosotros, que tan a la ligera juzgáis el proceder de este futbolista, como si el hecho de pertenecer al Athletic os dotara del derecho a machacar.
"Cédesela a Unai Simón". Cómo si de eso se tratara. "Dásela, a qué esperas"... No hay más ciego que el que no quiere ver. "Venga, aún estás a tiempo"... Que no. Que no se trata de eso.
Porque si de entregársela a su portero fuera la cosa, ¿creen ustedes que Unai López habría encontrado impedimento?...
Los 'Cuarenta Metros' de la Plaza Vieja de Donostia ya no dan más de sí. Clavado en la puerta de un comercio, ese amigo fiel que él escogió para que fuera testigo de su 'muerte'. Un tiro, no mas, para abatir al que no es corpulento. Dobla una pierna. De seguido, la otra. Cae. Tumbado está. El relato que en 1972 Ramón Saizarbitoria escribió ha sido escenificado en La Catedral. De muerte violenta se hablará, pero también de suicidio.
Cuando el jugador del Athletic ya no es impedimento, un 'armero' llamado Kike García 'ejecutará' a Simón. Se ganaba, así, el beneplácito de Mendilibar. Se libraba, al mismo tiempo, de la única persona que habría testificado a favor de Unai López. Como 'escogido', el portero del Athletic estaba llamado a "cumplir su promesa".
'Ehun metro'. Novela de Saizarbitoria escrita en 1972. 'Cuarenta Metros'. Esa distancia que, en aparente retroceso, Unai López recorrió muy a su pesar. Juguete del tiempo. No más. En la 'Sala de prensa Jose Iragorri', hay un entrenador que se pregunta "¿Por qué nos pasa esto?". Es Marcelino García Toral. "Estoy muy triste". Esa tristeza que nos ahoga cuando la moneda, luego de su vuelo, pegada a la tierra, nos enseña la cruz de la muerte.
Jotake
Más animar a los nuestros y menos chorradas athletic geuria