El Athletic de Marcelino vuelve a perder la memoria
"Si hubiera habido un espacio de cuatro días entre partido y partido, repetiría el once que partió de salida ante el Atlético de Madrid". De domingo a miércoles. Setenta y dos horas. Tres días. No, los cuatro que el técnico del Athletic Club le pedía al calendario para dar continuidad al equipo que tumbó al líder. Alteraciones tras un "repetiría" que cede ante un "repetiré" que no dijo. Y sin embargo, alineación calcada exceptuando la presencia de De Marcos y Unai López, lateral derecho y medio centro que ocupaban los dos huecos vacíos tras la desgraciada lesión de Capa y el descanso forzoso por tarjetas de Unai Vencedor.
El empate [2-2] final. Ese haber desperdiciado, o no haber aprovechado, las dos 'victorias momentáneas' que le llegó a dar el marcador al Athletic no fue un ejercicio de causas y azares. Ofensivo. Vertical. Avasallador. Teniendo a un rival con la guardia tan baja, el uno a cero goles permitía mantenerse en pie al 'púgil' albivioleta.
Los leones, sin embargo, como si la pelea se tratara de un combate de exhibición. Prohibido noquear. Partido vivo en todo momento porque al otro lado de la pantalla hay una audiencia que paga. Ay, si el Athletic hubiera mostrado aquel instinto 'asesino' [5-1] que sacara a pasear cuando el Getafe CF de Bordalás visitó la Catedral.
Pintaba muy bonito luego de que Jon Morcillo se estrenara en LaLiga Santander con un disparo de lujo. 22 años. "Los jóvenes han estado bien y eso que venían de un gran esfuerzo hace tres días". "Esfuerzo". Fatiga heredada. Sólo los escogidos cumplen sus promesas. ¿Por qué lo hiciste, Marcelino? Si el descanso era de tres días, y no cuatro como tú demandabas para dar continuidad a aquellos que tumbaron al 'Emporio' de Simeone.
"Además, los jóvenes tienen mayor desgaste mental que el que ya está en el equipo". Fatiga heredada, Marcelino. Lo sabías y "apostamos por estos futbolistas". Los que, para repetir de salida, habrían necesitado veinticuatro horas más. La vida es eterna en un solo día. "Jugaron un buen partido". De acuerdo.
"Estoy satisfecho con el rendimiento de todos". ¿Se trataba de que lo hicieran bonito o de ganar compitiendo, que es la mejor manera de competir?
Por la mínima. Peligrosa manera de afrontar el segundo acto para el Athletic...
¿Voy o vengo? ¿Defiendo o duermo el partido? Y como el Athletic no es maestro en ninguna de estas dos artes, el rectángulo se llenó de dudas. El mejor terreno en el que medrar un equipo al borde del infierno. El Athletic no arrasaba. Fatiga heredada. 'Cerco' del área de Unai Simón. "El indio mudo nos daba vueltas alrededor". Huida hacia adelante. Morcillo aún tenía fuerzas para asistir a Villalibre.
Masip, tapando el palo corto. Iñigo Martínez, para intuir que el balón llegaría al segundo palo. Allí se encontraba él. Solo. Defensa pucelana invitando a la ejecución de su propio portero. El 'kaiser' de Ondarroa empaló a bocajarro. Pero sin encontrar placer. De una segunda bala dispuso tras el rechazo de Masip. Erró de bulto. Escopeta de feria. Un segundo gol habría cerrado la suerte del partido.
Media hora por delante. Tres cambios. Uno de ellos, envenenado. No era el momento de regalarle a Nico Williams su estreno en LaLiga Santander. Frivolidad. Ligereza. Este chico aún no tiene la fuerza suficiente para "derribar la puerta" de San Mamés. Acaso Joaquín Caparrós inundando la conciencia de Marcelino.
Si el de Utrera pasó a la historia haciendo debutar a Muniain con 16 años, el de Careñes, haciendo lo propio con un canterano de 18. El partido se lió. Juego viciado. Río revuelto. El Nervión pasando por Bilbao. 'Ronda' albivioleta. Ya nada sería igual.
La locura de ver a Orellana, detrás de Rulo, ganándole la disputa aérea a Balenziaga. Empate disparatado. Vesga, Iñaki Williams. El mayor, haciendo eso para lo que el pequeño aún no está capacitado. Velocidad. Divino tesoro. Rulo, empujando en el segundo palo, hizo bueno el pase de la muerte de Iñaki. Y ni así. Ni por esas. El Athletic estaba deslabazado. Ni iba ni venía. Ni defendía con la determinación de la que se sirvió para tumbar al líder de LaLiga Santander.
El Real Valladolid llegaba...
Demasiado fácil. Tanto ronda el balón el área que incluso en ella entra. Se acomoda en su interior. Flotando sobre el punto de penalti. Se necesitaba un ejecutor. Había varios. Como un penalti al vuelo. Más sencillo. Unai Simón, esta vez, vendido. Victoria frustrada. El enésimo empate de un Athletic Club empeñado en igualar el récord [1963] que supone no ganar dos partidos seguidos en la competición. Algo tuvo que ver en ello Marcelino García Toral. Fatiga heredada. Errores varios.
Cuándo vais s hacer una verdadera revolución, bajada de sueldos, aminorar la plantilla, con el gasto que supone, planificaciones a tiempo vista,, clasificación de proyecto deportivo, gestión lógica de la directiva,, gestión clara al socio del día, consultas de proyectos
Si pagan más dinero por puesto en la clasificación porque no pelean por ganar y conseguir dinero para pagar sus pedazo sueldazos,