Un ensayo maradoniano (IX): Los Decires (Frases Célebres)
La figura de Diego Armando Maradona y de sus heterónimos es inseparable de sus decires, de sus opiniones para todo y acerca de todos, de sus frases célebres. Inclusive, hay quienes se animaron a recopilar sus expresiones más certeras y las más altisonantes.
La cara y la cruz de sus humanas contradicciones, de su esencia más grouchiana; ésa de “estos son mis principios y, si no le gustan, tengo otros”. Después de todo, donde dije digo, digo Diego. Y él nunca dejó de ser Diego ni de ser Maradona; Armando, esa etimología belicosa, apenas fue su altavoz o, acaso, su amalgama.
Los periodistas argentinos Andrés Burgo y Marcelo Gutman hicieron un gran trabajo al recopilar centenares de declaraciones y enunciados producto del ingenio y la agudeza de Maradona; su autoría compartida se conjugó en un resultado: el libro Diego dijo. Las 1.000 frases del “10” de toda su carrera (Editorial Distal, 2005).
En aquel volumen quedaron reunidos los temas del universo maradoniano: la vida, la familia, el fútbol, la selección argentina, las drogas, los amigos, los periodistas, el poder, la Argentina, las opiniones de terceros sobre el propio Maradona y todo lo demás.
¿Cómo sería elaborar un retrato -casi apócrifo, incompleto, contradictoriamente humano- de Diego Armando Maradona y de sus heterónimos a partir del hilvanado de algunas de sus propias frases?
El mío, a partir de sus propias frases, es éste:
“Yo soy el Diego de la gente. Yo crecí en un barrio privado de Buenos Aires… Privado de agua, de luz y de teléfono. Nosotros no éramos chicos de la calle; éramos chicos del potrero. De tantos agujeros que tenía, en mi casa de [Villa] Fiorito llovía más dentro que fuera. Si tengo que definir a Fiorito, digo lucha. La bronca es mi combustible. De una patada fui de Fiorito a la cima del mundo y ahí me la tuve que arreglar solo. Tuve que madurar demasiado rápido.
Yo sé que ser pobre es duro, pero también es duro ser famoso. El Barba me dijo: ‘Ésta [Claudia Villafañe] es para vos, no hay otra’. Claudia es todo para mí: la computadora y el beso, la madre y la esposa, la nena y la amante. Con Claudia no podemos salir. Fuimos a una zapatería y casi la tiran abajo, fuimos a comprar los aritos para la nena y rompieron todo. Vivo entre cuatro paredes. Hace dos años que vivo en Nápoles y no conozco la ciudad.
Soy argentino hasta las pelotas. La selección es mi vida. Pase lo que pase, dirija quien dirija, la camiseta 10 de la selección será mía. Me drogo, pero no vendo cocaína. Lo juro por mis hijas, que es lo que más quiero en el mundo. Estoy harto de ver llorar a mis nenas por las giladas que escriben algunos. No juego más. Los dirigentes no cumplen y estoy cansado de los periodistas que mienten.
No juego más. Estoy bien... gordo. ¡En mi puta vida pensé que iba a estar en Cuba jugando al golf! Yo pensaba que no iba a llegar tan lejos con mi fútbol. El de arriba, el ‘Barba’, conmigo se zarpó. Me dijo: ‘Andá, rompela, hacé goles y dale alegría a la gente...’. Me dio demasiado, ¿no? Ser elegido el mejor del siglo es como tocar el cielo con las manos.
Todo lo que hice fue por malaprendido, no por maleducado. Mis viejos no tienen la culpa. Ellos son todo para mí, símbolos, próceres, ángeles. De todos los apodos que me han puesto, el que más me gusta es ‘Pelusa’, porque me vuelve a la infancia. Me acuerdo de Fiorito, de los arcos de caña, de los Cebollitas, cuando jugaba por el sandwich y la Coca [Cola]. Aquello era más puro.
Este no es un partido despedida. Es un partido homenaje. Yo nunca me voy a ir del fútbol. Yo soy de Boca y voy a morir en Boca. Déjenme vivir mi vida: yo no quiero ser un ejemplo. Si me muero, quiero volver a nacer y quiero ser futbolista. Y quiero volver a ser Diego Armando Maradona. Soy un jugador que le ha dado alegría a la gente y con eso me basta y me sobra”.
Nunca será el de Maradona un retrato único; serán múltiples retratos, como sus heterónimos y sus frases de toda ocasión para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero. Porque, no tengan ninguna duda: la figura de Maradona está más viva que nunca antes. Como dijera él mismo en 1996: “Los que me creían muerto, que se jodan”.