Aitor Elizegi: la silenciosa resiliencia de una estera apaleada

Terminó la etapa de Aitor Elizegi como presidente del Athletic Club. A veces ha parecido la peli de Mel Gibson de 'La pasión de Cristo'. Durita, eh. Empezando por comerse esa pandemia mundial que ha costado millones de muertos y que se ha cebado como es lógico también con el club bilbaíno. Fallecidos, pérdidas millonarias, alejamiento del socio y el empuje de la grada o un aumento de la irascibilidad de las personas.

Una agresividad que ha sufrido el de Santutxu en sus propias carnes, al menos hasta que anunció que no se presentaría a la reelección. Ahí levantaron el pie del acelerador, pero lo de la costumbre de los cien días de respeto o tregua hacia un gobierno se lo pasaron mucho antes por el arco. Ha y han tenido errores, sin duda, ¿y quién no?

Leña al "cocinero" Elizegi

Como 'ayuda' ha vivido con una oposición nada larvada, que se ha dedicado a machacar día tras día jaleando hasta a cuentas anónimas en RRSS que se dedicaban a poner parir a todo y a todos... los que no fueran de 'los suyos', claro. Valientes los quiere Dios.

Lo cierto es que Elizegi entró absolutamente por sorpresa en las Navidades de 2018 en Ibaigane, cuando nadie lo esperaba y era objeto de chanzas y desdenes, y luego lo ha pagado con creces, día tras día, dar aquel sorpasso además por tan solo 85 votos.

Los logros de Aitor Elizegi y de su Junta Directiva

Los hay. Aunque algunos creo que no han sido bien comunicados a la audiencia, como que los contratos ya se hacen por fijo + variables. A fin de cuentas ahí quedan para la historia su título de Supercopa, ganado en un mes de enero ante FC Barcelona y Real Madrid, llegar a 4 finales, conducir la nave en mitad de la pandemia o aprobar la grada de animación restañando la chapuza que se hizo en el traslado al nuevo San Mamés.

También él y su equipo han logrado acometer la regeneración de una plantilla que recogieron avejentada, carísima y en plaza de descenso. Ya se ve a los nuevos cachorros en el primer equipo, las renovaciones, repito, se hacen por un fijo más variables y se dio salida a muchos jugadores que ya no salían rentables.

Se ha recuperado la factoría del Antiguoko. Pongamos también en valor que el Bilbao Athletic subió una categoría y la ha mantenido. Que la Real Sociedad B subiese dos y la perdiese de la misma demuestra que la verdadera categoría del filial es la Primera División RFEF.

Podemos apuntar su cercanía con las peñas y los socios, la informatización de todos los procesos de Lezama, la apuesta por Marcelino García Toral o la adecuación salarial con un notable descenso del salario medio que permitió amortiguar el aterrizado hachazo fiscal.

La mancha del caso Llorente para Elizegi

En el debe cabe poner, más allá de fruslerías que a algunos les parecían motivo de dimisión, moción de censura o fusilamiento al amanecer, y ya que lo de perder finales no suele tener que ver con quién es el presidente, la horrorosa fecha de las elecciones y la 'jaimitada' del caso Fernando Llorente. Fue imposible hacerlo peor.

Resultaron salpicados todos. El presidente, varios directivos, el director deportivo y algunos jugadores haciendo funciones 'out of context'. Todo ello para reabrir la fractura social que provoca el riojano entre la afición. Bastante más que lo de Bibiane, por cierto.

Lo grave es que nunca se ha contado del todo la verdad del estropicio Llorente. Las conversaciones no las empieza ni Rafa Alkorta ni el vestuario... Si un día algunos quieren se sabrá...

Probablemente el germen de este vodevil fue otro de los errores de Elizegi, el ser demasiado colega de los futbolistas pasando el día con el chándal del Athletic en Lezama. Esperemos que los 3 candidatos a la presidencia y en sí Jon Uriarte tomasen nota de lo que no hay que hacer, aunque se haga por pura pasión athleticzale y de buena fe.

Y no me dejo la dificultad de comunicación del presidente, un hombre afable y educadísimo, siempre dialogante, incluso con sus críticos, pero que ha transmitido muy a saltos, a veces de forma un poco incoherente, con su discurso poético. El tiempo nos dirá si fue más o menos bueno, si acertó más o menos.

Por si acaso sus haters no bajan el machete, igual hasta le van a echar de menos cada mañana cuando pillen el móvil, lo han convertido ya en un deporte no olímpico: "Ha sido el peor presidente de la historia", dicen algunos. Al menos hasta que pase el siguiente que no sea de 'los suyos'. Que no le toque a Jon Uriarte ese viacrucis.