La transcendecia del athleticzale
Este sábado se disputa el partido más importante de la temporada para nuestros vecinos del otro lado de la A-8. Quizá es ahí donde empiezan a ganarlo: en las ganas. Tenía razón el filósofo francés Jean-Paul Sartre cuando aseveraba que "el fútbol es un juego en el que se juega con los pies y se gana con la cabeza".
Porque en el fútbol, como en la vida, los desafíos y las piedras en el camino, en forma de eliminaciones dolorosas o improperios tuiteros, se solventan con actitud positiva, analizando detenidamente la coyuntura y buscando soluciones creativas y efectivas que te ayuden, por ejemplo, a conseguir ganar en el campo de Los Periquitos 25 años después.
Además, es vital contar con el apoyo de los que te rodean y te dan un abrazo cuando más lo necesitas o corean tu nombre cuando pierdes la fe en ti mismo y aprendes de la experiencia para seguir creciendo y mejorando. Crecer y mejorar.
Ya sé que nuestras fechas en rojo en el almanaque vienen marcadas cuando nos batimos el cobre ante el Madrid o el Spotify, pero no me negaréis cierto hormigueo en el estómago o un repeluzno en el cogote, cuando nos enfrentamos a los donostiarras.
Reconozco que la edad no sólo ha ablandado mis carnes sino también mi consideración para con el equipo txuri-urdin. Yo crecí contra Karpin, Idiakez, De Pedro. ¡Dios, qué tirria les tenía de chaval!
Ahora, pasados los 40 me descubro de vez en cuando alabando las bondades futbolísticas de los de Alguacil. Se me suele pasar cuando leo a algún pseudoperiodista de bufanda engarzada con olor a salitre de La Concha o cuando ves a algún aficionado acomplejado acordándose de nuestros santos o nuestra potera cuando debería estar celebrando las hazañas europeas de los suyos.
El derbi del sábado es trascendental para asirse a la séptima plaza con uñas y dientes. Y sí, rubrico transcendental, o si preferís final (bueno eso no, que ya sabemos cómo termina). El caso es que hay que mentalizarse de que los tres puntos no pueden salir de San Mamés.
Quedan diez citas fundamentales para que el sinsabor copero se transforme en resurrección europea, y para que eso ocurra, hay que meterse en la piel del intensito, el melodramático y lo que haga falta, porque este equipo (y su afición) no pueden permitirse otro año buscando al Señor Wilson mientras intentan no ahogarse.
En definitiva, en la temporada en la que la salvación va a estar más cara de los últimos años, los de Valverde tienen que demostrar por coraje, ambición y presupuesto que merecen un lugar en la parte noble de la tabla. Y entonces, nos acodaremos en la barra del bar para parlamentar sobre la cuadrilla y el beti zurekin y no de millonarios prematuros y de folklore ibicenco.
· Por Iker Fernández, Locutor de Radio Nervión y Telebilbao