¿Iñaki Williams influye en Berenguer o fue al revés?

Recurrir al fútbol de 'pan y agua' con tal de seguir vivos en la pelea. Valverde era consciente de que la victoria ante el Celta llegaría por la vía de la disciplina y el equilibrio emocional. En escena, un Athletic Club perjudicado en lo profundo por el olvido de qué cosa es ganar en San Mamés, en su feudo, en su sagrada Catedral, tantas veces profanada por aquellos mercaderes a los que les daba por "convertir el templo en una cueva de ladrones".

'Celtiñas que, a falta de ese 'trasno' llamado Iago Aspas, llegaban a Bilbao liderados por Breogán, mítico caudillo celta de lo galaico, y de Irlanda y Gran Bretaña también.

Ernesto estaba obligado a acertar con el 'once'. Al llegar a este punto, un par de preguntas: ¿Fue devolverle a Iñaki Williams la 'camiseta del nueve' lo que acarreó la titularidad de Berenguer?... ¿O fue, acaso, la vuelta al once de Berenguer el motivo del desalojo de Iñaki de su posición en la banda para convertirle en la referencia del ataque 'aleonado'?

Para que no se me tache de ventajista escribiendo a toro pasado, permítanme que me pronuncie al respecto de Williams y Berenguer...

Alex, que a veces se pierde por la Valdorba para empaparse de soledad y de iglesias sin campana; de pueblos que terminan en 'ain', de aquella leche que en 'tinajas' le traía y llevaba Carlos Biurrun a su abuelo Aquilino. Alex, Berenguer de primer apellido, Remiro, de segundo, es santo de mi devoción por los muchos milagros que vistiendo la camiseta del Athletic ha realizado. Creí en él desde el principio de sus tiempos vistiendo la zamarra zurigorri. Y si lo mío es fe, viertan reproches porque exagero; por colocarlo en el altar donde a rugidos proclaman clase y talento los leones más virtuosos.

Con Marcelino García Toral, la caída a la banda izquierda de Muniain [¡vaya, beste 'ain' bat!] y la irrupción de Nico Williams, jugador de banda, Berenguer tuvo que hincar codos para aprender con celeridad la asignatura amarga del banquillo.

Ya entonces, como con Valverde sucede, la no presencia de Berenguer entre los once mejores se lo ponía a huevo a esas gentes que deslizaban su sabiduría argumentando que, "Los días dorados de Berenguer se fueran volando y nadie se dio cuenta; ya no es el que era, es evidente que no está para jugar".

Berenguer e Iñaki Williams no son incompatibles, por el mero, pero aplastante discurso, que pregona que los futbolistas talentosos siempre tendrán un hueco en el equipo. Iñaki es el jugador más determinante del Athletic. Él, por sí solo, permite que el equipo se estire, en transición o contraataque, para liberarse del ahogo al que le somete su rival.

El 'senior' de los Williams, sin tener nada que ver con las venganzas que se tomaba el 'Zorro' Aduriz en el nombre del 'Padre', es un reto en toda regla a la eternidad de la existencia. 'Willy' está entre nosotros; y si no existiera, habría que inventarlo.

Estaba en el duelo a media tarde contra los descendientes de Breogán. Oficiaba de 'nueve puro'. En casa. En la Catedral. Donde los equipos se cierran y le roban hueco al que vive de su velocidad en los 'Grandes Espacios'...

"Controla mal, no regatea, no se va de nadie", y para darle la puntilla, esos que lo detestan "porque su labor es marcar goles y es un negado de cara a la portería", esa maldad de negarle el pan y la sal cuando se alude a sus testarazos. Pues bien...

Apenas cinco minutos cuando Oscar de Marcos colocó un balón templado en el corazón del aérea. Yo lo vi. Lo veía todo. Cuarta fila, número 11 del Fondo Sur. Era un centro ideal para Aritz Aduriz. Un caramelo. Pero como 'el Zorro' estaba en Mallorca, desde la isla  divina le dictó con su inteligencia artificial de qué iba la cosa.

Cumplía órdenes, pues, la referencia en ataque de Valverde. Se elevó majestuoso. Suspendido en el aire se mantuvo para, cuerpo en equilibrio, contactar con el esférico mientras giraba el cuello hacia su izquierda. Equilibrio. Coordinación. Sutilidad. Todo ello en su justa medida a fin de que la pelota se alejara del mundo que habitaba Villar.

Abajo. 'Festeando' con la base del poste izquierdo, el derecho de un arquero al que, tan imposible le resultaba todo, apenas le dio tiempo a debatir consigo mismo que cualquier debate estaba de más cuando tu verdugo es capaz de ejecutarte fingiendo que su trabajo es un acto de amor hacia un público cuyo silencio resultaba ya estremecedor con el partido en pañales.

El décimo tanto en Liga de Iñaki Williams era ya una bofetada sin ruido en el rostro de todo ese mundo que 'no lo puede ni ver'. Será porque "hay gente que ve... pero mira". Estultos de este fútbol del Athletic en el que, para ell@s, Iñaki fue, desde siempre, un futbolista "a colocar en el mercado de los equipos de la liga Smark Bank".

¡Ay! Sí, ¡ay! Afortunados ell@s porque 'burrear' les viene saliendo gratis desde ese primer día en el que en su yo más profundo se empezó a incubar un trastorno obsesivo, una fijación enfermiza, un complejo de inferioridad aún siendo inconscientes de que ni en 'siete vidas tiene un gato' le llegarían a la altura del tobillo de sus botas de mil leguas. "Si la envidia fuera tiña"...

Había cabeceado Larsen de manera portentosa en la misma portería en la que lo había hecho Iñaki Williams. "Lo que tengas que hacer hazlo cuanto antes". Alguien se lo dijo a Alejandro Berenguer, al que ama la Valdorba, no sé quién, tampoco él lo sabe, pero lo escuchó, como una orden, como un ruego, como una súplica, como el credo del que comparte su misma fe. Área grande. En sus interioridades. Donde se deciden los partidos. Caído a la izquierda, donde le gusta, allí donde no se daña si se cae pero tanto estropicio puede causar si la intuición se le revela y nadie se da cuenta.

Dos celtiñas que no quieren cometer penalti. Uno lo deja, Defiéndelo tu, le pide a su compañero, No me jodas, vaya papelón, y ahora qué hago. Le coloca sus manos sobre la espalda, hombros, ligero agarrón, amaga pero no consuma, tiene al arbitro al lado, el 'ojo de Dios', ese que todo lo ve menos  cuando  pestañea, ya es tarde, la suerte está echada, lo que va a ejecutar es el fin de un plan que había urdido desde el preciso instante en el que su míster le dijo, Sales tú, Iñaki arriba, Nico desaloja la banda izquierda en tu favor, la izquierda, la que a ti te gusta, ¿me has escuchado?

Está tan metido en su papel Berenguer que, cuando quiere agradecerle a Ernesto la confianza recuperada, el de Barañain se encuentra de lleno en la tesitura diseñada en ese sueño que, noche a noche, se le repetía como la fotocopia de una obsesión. Tan sólo necesitaba que el empeine interior de su bota derecha obedeciera sin rechistar a su fútbol intuitivo...

Allá va la pelota. Ligera rosca para que el balón dibuje una trayectoria de fuera hacia adentro. Villar lo ve. Sabe que nada puede hacer contra el 'crimen legal' que en esencia es la ejecución de un portero por parte del verdugo al que le dicen 'compañero de fatigas'.

Con él hablará a partido consumado. "Por qué lo hiciste ya lo sé, ahora necesito el cómo para que nadie más me burle en los tres partidos que le quedan a la Liga". Berenguer lo sabe, pero no le dice nada. Al enemigo, ni agua, ni pan, ya blando, ya duro, no vaya a ser que...

Unai Núñez había regresado a su casa. En algún lugar del campo, Abel, su aita, pensaba en lo hermoso que habría sido que él y yo hubiéramos tenido la oportunidad de jugar en San Mamés vistiendo la camiseta del 'Portu'. La que en La Florida compartimos. En aquellos años. 'Cuando éramos los mejores'.

• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista