Unai Simón o el suicidio asistido del Athletic
El Elche no podía. El Athletic no quería. No podía ganar el colista de la Liga Santander, descendido, relajado, a merced de su rival luego de haber utilizado en la primera parte las dos balas de la munición con la que se había presentado en San Mamés. El Athletic, por su parte, luego de tanta ocasión desperdiciada, incluso para golear, lo último que deseaba era irse a la caseta derrotado. El 'punto de la federación' cotizaba al alza en una jornada en la que Girona y Osasuna habían cedido ante sus oponentes.
A medida que el partido maduraba, el Elche se iba convirtiendo en una perita en dulce. A la que el Athletic no conseguía hincarle el diente. Más allá de la falta de pericia y el adverso azar, Badía, arquero ilicitano, un portero 'vintage' que le regaló a la Catedral intervenciones del pasado de 'Altabix', 'El Clot', 'Reina Victoria' y 'Don Jeremías'. Y del Martínez Valero, también, el de hoy, el de aquel que nació un 8 de septiembre de 1976.
Venía recomendado el arquero del Elche. A la Catedral, nada más y nada menos. El escaparate al que clavan su mirada los que buscan un portero de prestigio. Para tentarlo. Dinero fresco. Seguir militando en la Liga Santander. Esa categoría que el cuadro 'franjiverde' perdió a las primeras de cambio. Como si tuviera prisa. Como si pretendiera desprenderse de toda presión para empezar a disfrutar del fútbol. Virtual equipo de la Liga SmartBank, el Elche llegó a Bilbao luciendo un cinturón del que colgaban piezas de mucho calado.
Un susto que Simón solventó sobre la raya de gol a base de reflejos. Tras un frenético contrataque, su estirada para 'obligar' al balón del remate que se estrellara en la base del poste por aquello del ruido, de la 'caja de resonancia' aquella que dijera Marcelo Bielsa refiriéndose al viejo estadio de San Mamés.
Hasta ahí llegó el cuadro de Sebastián Beccacece. Apuesta del futuro inminente de recuperar una categoría que se dio por perdida luego de desgastar en el desesperado empeño de la permanencia a Francisco, Jorge Martin y Pablo Machín.
Jugando para el futuro, el Elche derrotó [3-1] al Villarreal, al Mallorca [0-1], goleó [4-0] al Rayo, tumbo [1-0] al Atlético de Simeone, y arranco dos empates con dígitos idénticos [1-1] ante el Getafe de Bordalás y el Sevilla de Mendilibar. Con esos números llegaba a Bilbao un Elche que ya está jugando para regresar a la élite de la mano del joven [42] entrenador de Rosario. Mostró 'maneras' de salida. Hasta que, agotado su repertorio, reculó hasta conformar una defensa piramidal. Basada en la retaguardia hasta alcanzar el punto más alto con un solo jugador.
La Catedral, cual meseta de Guiza. Se trataba de descifrar el milagro del gol que se esconde en la cámara funeraria. Tras el trabajo arduo de excavar arena y picar piedra, nada. Lástima que Howard Carter ya no esté. Obstinado. Intuitivo. O el regreso de Míster Pentland para romper su bombín tras la victoria. Y cuando el empate inicial parecía irremediable, Simón, Unai Simón. Un portero fantástico que, a veces, pierde la noción del tiempo, del espacio y del peligro.
Arriesga sin venir a cuento. Juega con fuego. Como si no supiera que la llama quema. Que lo hace hasta el incendio. Volcánico Simón. 'Vesubio' en Pompeya. El tiempo retrocede hasta el 79.
Turno de Plinio el Joven para, tomándole el relevo al cronista, narrar la tragedia que se avecina. Como si con 'lo del Sevilla' no hubiera escarmentado, el fantástico arquero de Murgia se dispone a obrar de una manera que no la entiende ni Dios. El tiempo se escapa. El partido se va. Todo apunta a que Unai, balón al suelo, golpeará con la intención de colocar el cuero a la altura del balcón del área de un Elche que, incapacitado para ganar, se dispone a cantar la 'victoria' de un 'empate de prestigio'. "Golpea fuerte", "Ponla arriba". Se piensa y se dice. Hasta que, de repente, lo 'anormal', lo insospechado, lo que no venía a cuento, un 'sinsentido'.
Un escalofrío recorre la columna vertebral en sus adentros al ver que, en vez del 'golpeo máximo', Unai Simón se decide por buscar la línea de banda a la altura del centro del campo. Allí, un compañero. Allí, también, un rival. Su decisión podría explicarse si el portero del Athletic tan solo hubiera visto un jugador, un compañero. Y ni así. Surge el ilicitano. Remonta la banda derecha sin oposición. El vacío le acompaña. Balón al área. Remate mortal. El Elche no podía ganar. Ni probable ni posible. A no ser que...
Ahí tienes la 'pistola', acaba ya con este sufrimiento, terrible resulta beber y beber del cáliz amargo y no morir, seguir de pie, inhumana agonía. Simón, consciente de que el tiempo se agotaba, tomó una decisión que deberíamos haberla tomado de manera consensuada. Se trataba de la vida. Se trataba de la muerte. Con la pistola en la mano, con el balón en los pies.
Se escuchó un disparo ensordecedor en la caja de resonancia que es San Mamés. El Elche necesitaba un arma mortal del que no disponía. Unai Simón se lo dio. Falleció el Athletic. 'Suicidio Asistido'.
• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista
El suicido no ha sido por un solo partido y mucho menos por el portero que, en este caso, es uno de los mejores que hemos tenido y tendremos… Estáis empeñados en echarle mierda a Simón por un par de pases malos que los da, si os dais cuenta, cuando el equipo la ha cagado sobremanera y ya vamos sin pensar. Un jugador, que es más Athletic, que todos los de la txapela a rosca que no quieren oír hablar de cambios. Y encima le dedicáis un artículo acusándole directamente de apretar el gatillo que, por cierto, menuda metáfora más desafortunada en los tiempos que corren. Dejad en paz a Unai Simón y centraros más en los otros 10 que jugaron, para decir de ellos que ni al arco iris le marcan un gol..
Como usted dice,se ha visto un verdadero suicidio asistido. Y Unai Simón fue el carasco que liquidó su equipo.
ex jugador??? jajajajaajajj