Alex Berenguer e Iker Muniain: daños colaterales en el Athletic
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Iker Muniain acaba contrato siendo el capitán
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Sus minutos de juego han caído en picado
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Berenguer también ha perdido presencia e importancia
No es excepción, en el Athletic Club también sucede. ¿Dónde va la gente? ¡Adonde va Vicente! No me refiero a Iñigo Vicente, Aunque ya me gustaría a mí que la gente fuera en tropel a los Campos de Sport del Sardinero para disfrutar de lo lindo viendo maniobrar en el verde al ´Mago´ de Derio. En su momento escribí que si Iñigo Vicente Elorduy no llegara a triunfar, cuajar o rendir en el Athletic, habría sido un fracaso de Lezama. Lejos de ello, mucha gente de esa que se deja arrastrar por las doctrinas oficiales disfruta ufana, saca pecho diciendo, ¿Veis?, ya decía yo que este jugador estaba llamado a ser un ´don nadie´. Y se felicitan a sí mismos aplaudiendo delante del espejo.
De manera figurada, en el Athletic de hoy, ´Vicente´ es ese que ventajista que se manifiesta a hechos consumados. Cuando un futbolista se hace con el puesto porque ha sabido trabajarse su titularidad, el aficionado lo alaba y lo festeja, "Si Valverde lo pone, es que es el mejor en su puesto". Ahora bien, si de repente cae y no es capaz de levantarse, a su lado pasan sin prestarle socorro, no sin antes cebarse con él, "Estás acabado", o, yendo más lejos, "Eres más malo que la carne del pescuezo".
Pongamos que hablo de Berenguer e Iker Muniain. Ambos, apartados del once inicial que escribe Valverde en la pizarra virtual una hora antes del comienzo de los partidos.
Están caros ciertos puestos en el once del Athletic
Con Marcelino García Toral, Berenguer era "Alex", e "Iker", Muniain. Dueños y señores de las dos bandas del centro del campo. Se deshacía en elogios hacia la pareja. En especial, al capitán, del que decía, "cuando se acerca al balcón del área, cualquier cosa puede pasar porque es el rey de la clarividencia". Con respecto a "Alex", las prestaciones del jugador navarro iban más allá de lo que el entrenador podría llegar a imaginar. Y de repente llega Ernesto Valverde, "maestrillo" con un "librillo" bien diferente al del ´sabio de Careñes´.
Con el míster de Gasteiz, Berenguer y Muniain tropiezan, caen, son trasladados a la enfermería para ser tratados de una lesión inexistente. La gente, sin embargo, empeñada en seguir a Vicente repartida en dos filas, se refieren a un Berenguer fuera de forma, unos, los otros sostienen que el futbolista nunca tuvo calidad como para hacerse con un puesto en el once del Athletic.
En relación a Iker Muniain, los ´seguidores de Vicente´ se regodean con el ´pony de la Txantrea´: su carrera se acabó; hace un tiempo que participa de prestado en los partidos con el fin de superar a Iribar y, de ese modo, ser el futbolista que ´en más´ partidos ha participado. Veamos...
Si Berenguer y Muniain han perdido la titularidad es porque de inicio no es licito que al campo salten trece jugadores.
Al asentarse Guruzeta en la posición de ´nueve´, Txingurri ha colocado a Iñaki Williams en la banda derecha. Al convertirse en indiscutible, Nico Williams, el jugador que mejor interpreta el ´juego de la espera´, Valverde no se ve obligado a dar bandazos para escoger a sus once mejores y colocarlos en el puesto que él considera adecuado.
Iñaki, en la banda derecha de su sistema 1-4-2-3-1; Nico, en la izquierda. Y como los hermanos lo están haciendo de cine, Berenguer no cabe en la banda derecha, del mismo que Muniain, por muy menudo que sea, no tiene sitio allá donde Nico se desboca hasta el punto de hacerse desear en un ´juego de la espera´ en el que se siente más a gusto que Van Morrison interpretando ´Waiting game´.
En definitiva. Berenguer y Muniain siguen siendo el "Alex" y el "Iker" que tanto alababa y festejaba su entrenador Marcelino. Al asentarse Iñaki y Nico en las bandas, se ha producido un desalojo inevitable. Un trasvase. Un traslado. Del once, al doce y al trece. Del campo al banquillo. Berenguer y Muniain no han perdido calidad ni prestaciones. Víctimas son del reinado de los Williams. Alex e Iker. Berenguer y Muniain. "Daños colaterales".
• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista