Baraja, antídoto de Valverde y el Athletic con sus jóvenes hambrientos de gloria

Sucede que mientras Ernesto Valverde preparaba el partido en Lezama, Baraja hacía lo propio en la Ciudad Deportiva de Paterna. Tres partidos con victoria acumulaba el cuadro 'che'; 14 sin perder, los leones. Por cuestión de probabilidades, tenía más papeletas de terminar su racha el Athletic Club que el Valencia. "Algún día tendrá que llegar", se escuchaba en el 'universo zurigorri'; "a por la cuarta victoria", arengaba el 'Pipo' a los suyos en el templo sagrado de su vestuario.

Rubén Baraja, un pucelano en la corte de la capital de la Comunitat Valenciana al que el Club recurrió iniciada la temporada  pasada para salvar al equipo de lo que parecía un Ninot para la quema. Qué hacer. A falta de estrellas, extenuadas, buscó equilibrio en la cantera hasta conseguir la salvación.

2023-2024. Tras promesas vanas, más cantera. O sea, de la necesidad, virtud. Equipo poderoso el que se pudo ver en San Mamés. Causó impresión. Dejó huella. Y hasta los tres puntos se pudo llevar al Mediterráneo de no haber mediado el testarazo mortal de Berenguer {2-2} al límite del tiempo decretado. Valioso punto ante un Valencia renovado, monte de orégano, brillante juventud toda ella con el brillo del oro.

El mejor equipo, tal vez, que ha rendido visita a la Catedral, por encima, incluso, del Real Madrid de Florentino. Mestalla esperaba al Athletic. Rubén Baraja, a Ernesto Valverde. Dos propuestas. Frente al, a coro se dice, "el equipo más en  forma de la liga", Baraja no estaba dispuesto a que 'su Valencia' fuera el siguiente equipo al que el Athletic le obligara a comulgar con ruedas de molino.

No vimos al Athletic habitual...

De ahí el partido 'liso' que se veía. Mucho toque. Juego insulso donde la pérdida del balón no se contemplaba. Plano en la ejecución. Pasar y pasar el tiempo como a la espera de que el partido se fuera volviendo viejo hasta perecer por falta de ingenio, audacia, talento. Nadie era más; nadie era menos. Hasta el punto de que la parroquia llegó a expresarse: "un empate a cero sería de de puta madre".

Lo que se equipara a eso tan manido, pero serio, de que "cuando no puedes ganar, no pierdas". Un punto de lujo para regresar a Lezama y preparar con el ánimo henchido el cruce copero ante el FC Barcelona.

Tal era la ausencia de propuestas serias, que me dio por pedirle a un televidente un titular y un par de líneas... "Ensayo sobre la nada", Qué es la nada, "La nada es lo que existía antes de que existiera algo; o sea: nada de nada".

Antes de que empezara el partido con la promesa de un empate a cero goles 'no cantados'. En la mente de los entrenadores, sin embargo, se estaban fraguando las historias de la  victoria y la derrota. "En la sala de prensa, Valverde habría de declarar que "nos ha faltado colmillo para concretar situaciones". Ante explicación tan vaga, que hasta al más espabilado se le escapa, urge recurrir a la literalidad de la palabra 'colmillo'.

"Colmillo". Cuando en su ausencia, el león, al no poder morder, es incapaz de cazar a su presa. Sin 'caninos' de 8 centímetros, los leones se lo jugaban todo a los lametazos. Gato con guantes no caza. Leones sin colmillos no pueden ganar partidos. El Athletic de Valverde acudía a Mestalla.

Lo que Txingurri no sabía, tal vez porque le resultaba un imposible, es que, desde la distancia que separaba los días de Lezama y de Paterna, Rubén Baraja había obrado el milagro del dentista que seda con sigilo para extraer con maestría los colmillos de los leones de Valverde

• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista