El Athletic, un león domesticado en el desierto de Yeda. No sangremos por eso

Al lugar donde uno ha sido derrotado no se debería volver. Conviene el olvido. Porque tropezar, en sí, no es tragedia, sino accidente. De esos que se contemplan en el manual de los equipos valientes. Los que se atreven a competir. Sea entre el desierto y el mar, por muy 'Rojo' que lo pinten en el libro de geografía que le acompaña al 'Principito' desde que la avioneta de su creador, Saint Exupéry, se precipitara a un 'espejismo desértico'. El Athletic Club. Nuestro 'principito'. Caso único en el mundo. Que abandonó el universo de los sueños para, convertido en león, toparse con el zorro en las dunas de Yeda.

"Domestícame", le dijo el zorro al león. Ernesto Valverde, intuyendo una treta nociva para sus intereses, optó por adiestrar a los suyos para la refriega. No habría de ser suficiente. Cayó el Athletic. Pura inercia. Ni descalabro ni mala sangre. Txingurri, conocedor del Club blaugrana y los bienes que atesora, asumió la cesión al final de la pelea. Una lucha que creía desigual debido al potencial de su 'ex equipo' y a la merma en las filas de su "Club de referencia".

Ni nostalgia. Ni revisión. En el desierto de las 'mujeres esclavizadas' y los 'ciudadanos sometidos', más allá del pase a la final, nada se le había extraviado al Athletic; nada, olvidado entre las páginas de 'Las mil y una noches'.

Carga la prensa bizkaitarra contra los leones como si el 'Athletic Club vs FC Barcelona' se tratara de una pugna entre iguales

Basta repasar los dos onces para caer en la cuenta de que en liza había dos escuadras abrumadoramente disímiles. Mientras los de Laporta ["tranquilo, majete, en tu sillón"] acumulaban talento línea por línea, uno a uno, Txingurri se vio en la tesitura de llenar los huecos con intenciones inciertas, si no vacías, de esas condenadas al fracaso. Cuando el último tren de Hansi Flick [que también es el primero: solo hay un tren] inició su traqueteo, muchos leones se quedaron en el andén. Desde él, fueron testigos del beneficio de la huida que había emprendido la escuadra 'limonera'.

El portero del 'apellido innombrable'. Una zaga virtuosa. Y en el medio, donde habita la virtud, un joven, pero ya 'Casadó'. Gavi. La rica salsa canaria se llama "Pedri picón". Raphinha, un centrocampista ofensivo que se gusta jugando caído a la  banda izquierda. Arriba, aprovechando la fruta que cae de pura madurez, Lewandowski. Por la banda a la que se suma Koundé, un hombre de derechas, Yamal, liderando la revolución de la extrema izquierda. Pues bien, a este ejército potente y de gusto refinado, hasta el sector  más moderado del pájaro de Vueling, que traslada al Athletic en sus alas, le exigía que se lo cargara cual gorrión con la txinbera de un niño malo.

Antes de esta semifinal librada en la arena, el título de liga era un logro que se contemplaba. Tras el contraste de fuerzas, surge la Quimera. Monstruo horrible. Fuego por su boca de león. Un imposible. Del Athletic se decía que era un equipo feroz, perro mordedor, insaciable, cazador, león vacío al que le da lo mismo el amor que la muerte. Tantas virtudes como éstas lo habían hecho temible a los ojos de los técnicos de la liga. Un pero, sin  embargo. Precisaba de todas sus garras y colmillos para consumar con éxito sus impulsos depredadores. Voy de caza... A quien vas a cazar. A todo el que se me ponga por delante. Eso sí....

Siempre y cuando De Marcos recupere la herencia de Marcelo Bielsa, esa que le permitió golear partiendo hacia el balón un centímetro antes que su opositor. Que Vivian y Paredes estén 'on fire' y muy finos en el pase. Que Yuri persista. Que 'Galaxy' continúe ordenando el 'Universo Athletic' con su visión estratosférica. Que Sancet desbroce la selva en vertical compartiendo 'Carro de fuego' con su 'amigo Elías'. Que Iñaki recupere su finura. Que Berenguer se aguante las ganas de ceder en el ejercicio de su memorable temporada. Que Guruzeta haga las paces con el gol.

Con respecto a Nico Williams, que nuestros ojos vean en él lo que Ibai Gómez es capaz de hacer con los suyos. "Es el mejor jugador que ha tenido el Athletic". “De lo que he podido ver en mi vida", acota su terreno de pertenencia Athletic. "Es un jugador de nivel máximo", concluye. Podría ser que al 'hijo de Mitxelo' le perdiera la afinidad táctica del que ansía algo y ya no puede porque el tiempo, el implacable...

En contra de lo que el resultado dicta [0 - 2], y la aparente fragilidad del juego que el Athletic nos trasladó, a nada que la ley del fuera de juego hubiera obrado a nuestro favor, y que a la hora de la verdad nuestros verdugos no se hubieran compadecido del portero del 'apellido difícil', tal vez hasta la victoria, "Comandante Iñaki Williams"...

O al lanzamiento de penaltis para designar al 'pasador'. Una 'suerte' a la que Unai Simón Mendibil [que desde las faldas de Murgia abraza con sus guantes la Cruz de Gorbeiagane] habría llegado pletórico tras completar un partido soberbio. Sin daño ni dolor en su muñeca mancada, más allá de sus 'arranques' felinos, y debido a lo adelantado de la defensa ordenada por su entrenador, recuperó con matrícula de honor la figura del 'libero' que encarnaban Beckenbauer y 'Talín' Alexanco.

Nos faltaban De Marcos, Ruiz de Galarreta y un acompañante que, en cualidades y prestaciones, fuera más allá de Prados y Jauregizar [Beñat Etxebarria; los mejores Iturraspe y Ander Herrera que modeló Marcelo Bielsa; Pablo Orbaiz, en fin, qué sé yo...], Sancet, que provoca terror en la selva que desbroza con sus botas de mil leguas, el Nico Williams que Ibai Gómez ve, el Guruzeta que a un féretro de bronce clavetea. 'Osasuna'. Que nos respete la salud. Paso a los que no tienen miedo a la luz.

• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista